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Actualizado:Una huelga por las que no pueden hacer huelga porque si la hacen, las echan. Unos puños levantados contra el miedo, por las que hoy tiemblan pensando qué pasará cuando los jefes confirmen que este jueves 30, día de huelga feminista en Euskal Herria, están en la calle, con otras y otras tantas que reivindican unos cuidados públicos, de calidad. No un negocio.
"Vamos a visibilizar el trabajo de todas esas mujeres invisibles", resume en nueve palabras Cándida Rivas, una mujer latinoamericana que trabaja en el ámbito de los cuidados en Donostia. Esas que "no se ven pero están" suelen ser migrantes que trabajan en el sector de los cuidados como internas, sin papeles y sin derechos. Ni para ganar un sueldo digno, ni para descansar, ni para protestar.
La huelga feminista del 30N nació pensando en todas ellas allá por 2020, cuando la sociedad empezaba a taparse la cara con mascarillas. "Fue en plena pandemia cuando se valoró el gran riesgo de que el Covid pudiese acelerar la crisis de cuidados", cuenta Maddi Arrieta, integrante del movimiento feminista de Euskal Herria.
Después de unas cuantas asambleas, reuniones de trabajo y contactos entre grupos, sus integrantes llegaron a la conclusión de que era momento de dar un nuevo paso cualitativo mediante una convocatoria de huelga para este 30 de noviembre. De fondo están las experiencias de huelga en los 8M de 2018 y 2019 –en ambos casos a nivel de todo el Estado–, que se revelaron como movilizaciones masivas del movimiento feminista en Euskal Herria.
Los sindicatos ELA, LAB, Steilas, ESK, EHNE, Etxalde y CGT se encargaron de realizar los trámites para legalizar esta nueva jornada de paro laboral en Euskadi y Navarra, mientras que en Iparralde o Ipar Euskal Herria (País Vasco Norte), al lado francés de la frontera, habrá también distintas movilizaciones.
Pañuelo naranja
"La mayoría sindical vasca desde el primer momento nos acompaña en este proceso de organización de la huelga general", afirma Arrieta, quien destaca que a lo largo de esta jornada se buscará, principalmente, "desnormalizar la cotidianeidad".
El llamamiento incluye además una invitación a las mujeres a utilizar pañuelos de color naranja que permitan visibilizar de ese modo su apoyo a la jornada de protestas.
"Habrá acciones desde el minuto uno en barrios, pueblos, ciudades y centros de trabajo", avanza Arrieta. En Bilbao, por ejemplo, los piquetes se dejarán sentir a partir de las 7.30 de la mañana en distintos puntos de la ciudad.
El llamamiento incluye una invitación a utilizar pañuelos naranjas
Sobre las 10.15 se trasladarán a la Gran Vía y luego se mezclarán con una cacerolada que intentará hacerse oír por toda la ciudad. La movilización central de la mañana será a las 12.00 frente al ayuntamiento, mientras que por la tarde habrá una manifestación desde Sagrado Corazón.
Las que marcharán lo harán también por aquellas que no lo harán. "Sé que hay muchas mujeres que tienen miedo de hablar. En muchos casos están indocumentadas y temen que las despidan. Les da miedo que si los jefes se dan cuenta que están apoyando la huelga, luego no les van a dar trabajo en ningún lado", relata Cándida.
Derogar la ley de extranjería
En un decálogo que resume las razones para participar en estas protestas, el movimiento feminista apunta precisamente hacia todas aquellas que enfrentan dificultades para adherirse a la jornada. "No todas las mujeres tenemos reconocido el derecho a huelga y debemos visibilizar a todas las que no pueden parar", señalan sus promotoras.
Las organizadoras urgen a derogar la ley de extranjería
Reivindican además que "las instituciones públicas tienen que garantizar servicios de cuidados de calidad", ya que "no pueden ser un negocio". Remarcan también que "gran parte de los cuidados recaen en trabajadoras de hogar internas", por lo que "urge derogar la ley de extranjería, regularizar su situación laboral, erradicar el régimen interno y reconocer todos sus derechos".
El llamamiento de huelga general apunta también hacia otros factores que contribuyen a hacer de los cuidados un ámbito feminizado, precarizado e injusto. "Debemos reorganizar el mundo laboral para que todos y todas podemos cuidar. La comunidad y los vínculos comunitarios son imprescindibles para garantizar el cuidado", añaden.
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