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Feijóo pone al PP a hacer frente común con Vox cuatro años después de la foto de Colón

De Colón a Gràcia: cuatro años de debacles, rupturas y sombras en las derechas.

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Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Archivo. — Eduardo Parra / Europa Press

MADRID, Actualizado:

Un fantasma recorre Génova desde el año 2019 cada vez que la convocatoria de una manifestación llega a las mesas de la séptima planta de la sede nacional del Partido Popular. Una imagen se les aparece y la pregunta es automática: ¿Va Vox?, ¿Quién va?, ¿Debemos ir?. Nadie quiere otra foto de Colón, pero "ya no hay foto de Colón", se responden.

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Con esa convicción, además de con la casi genética amenaza ya de la derecha de que el país "se rompe", Alberto Núñez Feijóo se pondrá este domingo detrás de la misma pancarta que Santiago Abascal y que lo que queda de Ciudadanos.

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Porque los supervivientes de aquella imagen fundacional de las inestables relaciones de la derecha y la extrema derecha (que durante décadas fueron una) son pocos. En estos más de cuatro años, el PP defenestró a un líder, aupó a otro y sigue sin hacerse con La Moncloa; Vox, con fuertes sacudidas internas, resiste electoralmente; y Ciudadanos, ni eso.

El enemigo para todos, sin embargo, sigue siendo el mismo: protestar contra el diálogo y las negociaciones de Pedro Sánchez con las fuerzas independentistas catalanas. Entonces pedían convocar elecciones y ahora piden repetirlas ante la incapacidad de Alberto Núñez Feijóo para conformar una mayoría parlamentaria.

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A medio camino entre una escena y otra, en junio de 2021, PP, Vox y Ciudadanos escenificaron otro frente común contra Sánchez en la para ellos icónica plaza de Colón (Madrid), aunque el PP rehuyó de la foto de familia arrastrado por una todavía a día de hoy indefinida relación con la extrema derecha.

Si en 2019 la convocatoria la hicieron PP y Ciudadanos y luego se sumó Vox, ahora la iniciativa ha sido de Sociedad Civil Catalana. En 2021 fue la plataforma Unión 78 quien convocó una manifestación contra los indultos a los dirigentes del procés que secundó la dirección nacional del PP, como ahora, animando a sus filas a participar, como ahora, y a la que no acudió un Núñez Feijóo, entonces presidente de la Xunta, que ahora ha pedido que le acompañen.

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"Al decir que Feijóo va, ya no hace falta dar más instrucciones", señala un alto cargo de Génova.

Feijóo intenta diluirse entre barones

Así, el presidente del PP irá a la manifestación de Barcelona —la primera a la que asiste en más de un año y medio—, pero escoltado por una importante comitiva popular. Además de la gran mayoría de la cúpula de Génova, Isabel Díaz Ayuso -que encabezó la movilización del partido hace semanas impulsada por José María Aznar y llevará a todo su gobierno salvo un consejero-, Juan Manuel Moreno Bonilla, Fernando López Miras y Jorge Azcón, presidentes de Madrid, Andalucía, Murcia y Aragón, respectivamente, también estarán este domingo en Barcelona. Los principales rostros del partido han sido llamados a participar de la estrategia de Feijóo en las calles.

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Hicieron lo propio el pasado 24 de septiembre, en el particular acto del PP contra la amnistía y en defensa de la investidura fallida de Feijóo. Además, fuentes populares aseguran que cada comunidad autónoma estudia convocar actos de protesta abiertos a la sociedad civil en las próximas semanas. El PP cree que puede ganarle ahora el pulso de la calle a una extrema derecha enrabietada a nivel interno.

Vox, en apuros y peleas

Las cosas entre el PP y Vox han cambiado mucho desde 2019. Tanto que el dirigente popular que más lejos parecía estar de los de Abascal, y que con más escepticismo parecía mirar desde Galicia el rumbo duro y bronco de la oposición de Pablo Casado a Sánchez, ha firmado cuatro años después cinco pactos de gobierno a nivel autonómico y cientos de ayuntamientos con Vox.

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Sacudidos los complejos con la formación ultra, o eso creen en el PP, será más fácil fagocitarles. Condición sine qua non para llegar a La Moncloa, creen también. Así, si Feijóo ha decidido ir a Barcelona este domingo es, entre otras razones, para no dejarle ese espacio a Abascal, que moverá a su partido en masa aunque cada vez sean menos los rostros conocidos de la formación una vez avanza la purga interna.

Los restos de Cs por un lado y sus críticos por otro

La otra pata de aquella imagen de agrupación de la derecha y la extrema derecha en la plaza de Colón era Ciudadanos. En febrero de 2019, el Ciudadanos de Albert Rivera tenía 32 diputados en el Congreso. Se convirtieron en 57 en abril y se redujeron a 10 en noviembre. En las últimas elecciones generales Cs ni siquiera se presentó. Ni Rivera, ni Begoña Villacís, ni Lorena Roldán (ahora en el PP), ni Juan Carlos Girauta, la comitiva naranja en aquella manifestación, están ya en el partido.

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Aún así, los restos de Cs, con el eurodiputado Adrián Vázquez a la cabeza, irán este domingo a Barcelona. El apéndice de críticos que lideran Edmundo Bal y Francisco Igea también. Porque nadie que aspire a tener algún papel en la derecha quiere salirse de esa foto.

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