MADRID
Actualizado:En el primer análisis que hizo el Partido Popular del mazazo que sufrieron en las elecciones generales todos apuntaron a las expectativas. "Las encuestas nos decían otra cosa", razonaban. Pero las expectativas de Génova no las infló —o no solo— la demoscopia; eran altísimas desde que Alberto Núñez Feijóo dio el paso para asumir la presidencia del PP tras la defenestración de Pablo Casado. "Nunca pensaron que no podrían gobernar, llegaron creyéndose imbatibles", reflexiona un veterano dirigente popular.
Un aura de imbatibilidad que contagió al partido y se tradujo en un cierre de filas absoluto. El liderazgo de Feijóo no tenía contestación interna, salvo críticas y presiones puntuales que aplacaba rápido girando el timón —por ejemplo, con la renovación del Consejo General del Poder Judicial—. Pero el letargo en el que una parte del PP ve a la dirección nacional tras el 23 de julio ha abierto la caja de Pandora en el camino a una investidura que ya se sabe fracasada.
Examen en dos actos
"¿Has visto? Y más de lo que pensaba", dice una fuente del partido que ya auguraba que a Feijóo se le harían largas las cuatro semanas que han separado el encargo del rey Felipe VI de su debate de investidura. El presidente del PP no ha sido capaz de sumar ni un solo apoyo más en su ronda de contactos con los grupos — eran 172 el 28 de agosto y serán (salvo sorpresa) 172 el 27 de septiembre — y, además, se ha enredado en bandazos que remueven las aguas del partido.
Las últimas semanas han sido un auténtico vía crucis para el presidente del PP, incapaz de dar con la tecla de su estrategia, coinciden más de media decena de cargos populares a todos los niveles consultados por Público. Por eso ven decisivos para su liderazgo los próximos días. Un examen en dos actos: el de este domingo en Madrid y su discurso en la investidura.
"Feijóo tiene que hacer la mejor intervención de su vida", dice, con seriedad, un destacado dirigente del PP. "Hay que salir de ahí como salió del debate con Sánchez", apunta otra fuente popular. Desde su núcleo duro aseguran que expondrá un "proyecto de país" más allá de la ofensiva contra el Gobierno en funciones por sus pactos con las fuerzas independentistas. "Hablar de economía, de pensiones, de propuestas... Lo que no hizo en campaña, que no fue él mismo y se puso a hablar del sanchismo", aconseja un presidente autonómico.
Nadie esconde que la expectación por el papel que vaya a desempeñar Feijóo ese día es máxima. Más aún después del revuelo que causó en la bancada popular la intervención de Borja Sémper —comandada por el presidente del PP— hablando euskera en el pleno del martes. "No es el momento de ponerse imaginativos", apuntan fuentes parlamentarias.
Y el segundo acto en el que se examina Feijóo, que cronológicamente es el primero, es el de este domingo en Madrid. Un acto-protesta en contra de una posible ley de amnistía que en origen iba a ser un mitin en el marco de la investidura, que luego Cuca Gamarra convirtió en un "gran acto de protesta" tras la llamada a la movilización de José María Aznar, y que, al final, es lo que cada uno quiera que sea.
"Eso está muy bien para después, claro, dependiendo de si hay mucha o poca puede ser una cosa o puede ser otra", ironiza un diputado del partido. Al acto acuden todos los presidentes autonómicos y los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy. El objetivo es arropar a Feijóo antes de la investidura y rechazar unánimemente el posible Gobierno que pueda conformar Sánchez una vez consumado el fracaso del líder del PP.
Una derrota numérica anticipada que, esperan en el partido, el líder conservador "sepa aprovecharlo para superar el shock del 23J" y poner los cimientos de su estrategia a medio-largo plazo después de un septiembre, dicen, "errático".
El 'vía crucis' de septiembre
La primera "apreciación", dicen para camuflar lo que es en realidad una crítica abierta, que hacen es que Feijóo "tardó demasiado" en asumir que no podría gobernar: "Pensaba en gobernar solo o en gobernar con Vox, pero para esto no tenía plan", apunta un barón popular. "Perdió varias semanas con ese rollo", señala otra fuente del partido.
Aunque, mientras en público las voces más influyentes de Génova insistían en no dar todavía la gobernabilidad por perdida, Feijóo pensaba en, al menos, aprovechar su investidura para romper los bloques de pactos intentando normalizar el diálogo con Junts e insistiendo ante el PNV. No salió bien.
Las tensiones internas, infladas por el encuentro entre Yolanda Díaz y Carles Puigdemont en Bruselas, forzaron a Feijóo a dar marcha atrás y suspender sus intenciones de reunirse con Junts. Las informaciones aparecidas en medios de comunicación obligaron después al PP a reconocer contactos informales con el partido de Puigdemont.
En medio, además del rechazo continuado y sin contemplaciones del PNV, otra polémica por unas declaraciones de Feijóo en las que defendía buscar "un nuevo encaje territorial" con el PSOE para Catalunya.
Fue cuestión de horas que rectificase defendiendo que había sido "adrede" para contestar al independentismo. Misma estrategia, la de comprar el marco de tu rival político, que intentó usar (sin éxito) Sémper en el Congreso al hablar en euskera mientras defendía su 'no' al uso de las lenguas cooficiales en el Parlamento.
El resultado fue similar: una parte importante del PP no lo entiende y no le gusta. Voces internas reconocen ya una desconexión entre las filas populares con la estrategia de un Feijóo que, como ya sabían, ve en la "moderación" su gran mérito.
"En política, el hueco que no ocupas lo ocupa otro y Feijóo empieza a dejar huecos importantes", sentencia una fuente del partido, que, como todas las consultadas por este periódico, aunque airee las críticas descarta una sucesión a corto plazo en la presidencia del PP. Lo hacen, unánimes, así: "Es el mejor candidato posible en este momento".
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