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Los peruanos elegirán al presidente de la República y a sus representantes en el Congreso para los próximos cinco años. Lo harán en el peor momento de la segunda ola de contagios por covid-19 y en medio de un colapso en su sistema sanitario, que ha orillado al país a ocupar el primer lugar por exceso de muertes a causa del coronavirus en el mundo (4.200 fallecidos por cada millón de habitantes), según un informe de Financial Times.
La pandemia golpeó con dureza a la economía, que registró una caída del 11,12% en 2020, el mayor retroceso en 30 años; lo que se suma al descrédito de sus líderes políticos, producto de años acumulados de decepción (cuatro expresidentes son investigados por corrupción). Esta grave crisis política ha llevado a que el país sudamericano tenga cuatro presidentes en los últimos cinco años.
A esta ola de desencanto se sumó, en febrero pasado, el vacunagate, un escándalo que estalló al conocerse que más de 400 funcionarios –incluido el expresidente Martín Vizcarra, que había gobernado hasta 2019 con una aprobación superior al 50%–y representantes del sector privado habían sido inmunizados en secreto con la vacuna de la empresa china Sinopharm, por delante de grupos prioritarios.
"La población llega muy decepcionada, no solo de los políticos, sino del país de todos estos años. Parecía que estábamos haciendo bien las cosas, o no tan mal, y la pandemia ha revelado que no lo estábamos haciendo bien", explica a Público la socióloga Maritza Paredes, catedrática de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), sobre el contexto de un país sobre el que hasta hace apenas ocho años los economistas coincidían en que estaba ocurriendo un "milagro económico". Eran tiempos en los que la economía, gracias a la exportación de materias primas, crecía un promedio de 6,2%, frente a una tasa mundial de 4%.
"Hay una decepción antigua de la política, pero la covid-19 ha revelado problemas más estructurales, que generan una desesperanza sobre lo que es posible en este país. La imposibilidad de tener acceso a condiciones básicas de saneamiento, de vivienda, para sobrevivir en una situación que no sea de hacinación. También el tema del trabajo. La mayoría de los peruanos tiene empleos vulnerables que se han visto mucho más afectados por la pandemia, y eso ha generado más contagios", agrega Paredes. Y es que alrededor del 70% del empleo en Perú está basado en la informalidad.
Promesas de vacunas y electorado fragmentado
Este es el escenario de una campaña presidencial marcada por promesas de camas UCI, mayor abastecimiento de oxígeno medicinal (la escasez de este bien ha abocado a la muerte a miles de peruanos) y la vacunación a todos los mayores de edad hasta fin de año. Pero la realidad es que el actual gobierno de Francisco Sagasti, en el poder desde noviembre pasado, apenas ha logrado vacunar a 605.198 peruanos, la mayoría integrantes del grupo prioritario de inmunización.
Las propuestas de los candidatos a la presidencia plantean una diversidad de medidas para alcanzar la meta, algunas de ellas imposibles de cumplir. Unos piden que sea el sector privado el encargado de comprar las vacunas, otros que esta tarea recaiga exclusivamente en el Estado y algunos reclaman disponer de las patentes para que las dosis puedan ser fabricadas en Perú.
Un total de 18 candidatos de distintas agrupaciones políticas pretenden llegar al sillón presidencial, la mayoría sin posibilidades de pasar a una segunda vuelta, pero participan en la contienda para no perder la inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones. Si bien no es la primera vez que este país presenta un alto número de candidaturas (en 2016 fueron 19, aunque tras una serie de exclusiones y renuncias quedaron diez), lo novedoso en esta ocasión es que hay una tendencia de voto ampliamente fragmentada, pues ninguno de ellos supera el 15%. Si tenemos en cuenta el margen de error de las encuestas nos encontramos un panorama en el que cualquiera podría ganar esta elección.
Hasta siete candidatos podrían llegar a segunda vuelta
Si la tendencia de los sondeos hechos públicos el domingo pasado se mantiene, ningún candidato logrará mayoría absoluta y habrá segunda vuelta; y siete de ellos, aunque sin mucho apoyo, podrían ubicarse en los dos primeros puestos.
Según un simulacro de votación realizado el 31 de marzo por Ipsos, el primero sería el candidato de centroizquierda Yohny Lescano, con una frágil preferencia del 14,7%. Sus adversarios más cercanos, el derechista Hernando de Soto y la izquierdista Verónika Mendoza, le pisan los talones con 13,9% y 12,4%, respectivamente. No muy atrás se ubican el ex portero de fútbol George Forsyth (11,9%) y Keiko Fujimori (11,2%), la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori.
Más rezagados, se sitúan el ultraderechista Rafael López Aliaga, con 8,2%; y el maestro izquierdista Pedro Castillo, con el 7,9%. "Perú se enfrenta a la elección más fraccionada de su historia", reconoció Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos.
La encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), realizada por teléfono el 1 y 2 de abril, ofrece unas proyecciones muy distintas: empate para el primer y segundo puesto entre Keiko Fujimori y Hernando De Soto, ambos con el 9,8%. Les siguen López Aliaga (8,4 %); Lescano (8,2 %) y Mendoza (7,3 %). Más abajo, Castillo (6,6 %) y Forsyth (5,7%)
Una nueva ultraderecha y la izquierda dividida
En línea con otros países de la región, la derecha peruana también se ha visto incluida por la figura de Donald Trump (El brasileño Jair Bolsonaro es el mejor ejemplo) y ha dado espacio en esta contienda electoral, entre otras de sus opciones neoliberales, a una opción ultra y antidemocrática, la del candidato del Opus Dei, Rafael López Aliaga, del partido Renovación Popular (anteriormente Solidaridad Nacional). Este candidato ha expresado sin tapujos sorprendentes posturas como, por ejemplo, instalar en hoteles de lujo durante nueve meses a niñas embarazadas por violación, para posteriormente decidir si entregan a sus hijos en adopción. También dijo públicamente que utiliza un cilicio para autolesionarse a diario o que desde hace 40 años practica el celibato para así evitar "pulsiones sexuales", siempre pensando en la virgen María.
En el otro lado está la izquierda, que se presenta divididla y con Verónika Mendoza como la candidata con más posibilidades. Progresista, feminista y a favor de la diversidad, Mendoza ha manejado un discurso moderado sobre la intervención del Estado. En cuanto a Pedro Castillo ha representado a una izquierda conservadora y más estatista. Castillo, un exmaestro sindicalizado, propone en su plan de gobierno "recuperar" importantes servicios e infraestructuras como aeropuertos, ferrocarriles, puertos y carreteras.
Con una economía devastada, más de 120.000 muertos por covid-19, un sistema sanitario en estado de coma y una clase política desprestigiada, los peruanos van a las urnas en medio de la incertidumbre.
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