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Elecciones generales 26-J: un año de Rajoy en minoría

Desde la repetición de elecciones a la moción de censura presentada por Unidos Podemos han pasado 365 días en los que las crisis internas han afectado a casi todos los partidos y las alianzas han variado en función del tema que se trate en el Congreso. ¿El balance final? Un año sin casi legislar, lleno de escándalos de corrupción, pero con el PP aún en la Moncloa.

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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una imagen de archivo. REUTERS

madrid, Actualizado:

365 días. Este lunes se cumple el primer aniversario de las elecciones generales del 26-J en las que, tras repetir la cita del 20-D, el PP se quedó sin su anterior mayoría absoluta marcada por los recortes y el austericidio.

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Aun así, los 137 conservadores lograron sumar los 32 escaños de Ciudadanos que, con la abstención de un PSOE casi moribundo, lograron salvar la investidura y mantener a Mariano Rajoy en la Moncloa

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Desde entonces, el Congreso se ha convertido en una Cámara de mayorías minoritarias que se modifican en función del tema de cada debate. ¿La principal consecuencia? Un año sin casi iniciativas legislativas aprobadas, a excepción de los Presupuestos Generales del Estado, el gran logro del Partido Popular que, tras hacer concesiones a los nacionalistas de Coalición Canaria y Nueva Canaria, con especial mención a la renegociación del cupo vasco con el PNV, consiguió sacar adelante sus cuentas incluso sin aceptar las casi 6.000 enmiendas de la izquierda

No obstante, el recuento del nuevo Ejecutivo -nombrado oficialmente a principios de noviembre, tras casi cuatro meses de Gobierno en funciones- se salda con una media de un escándalo al mes: desde casos de corrupción que afectan a Génova -como el caso Lezo que terminó con el encarcelamiento del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González- a la guerra interna en la Fiscalía -donde el titular Anticorrupción se vio obligado a dimitir tras conocerse que tenía una sociedad offshore en Panamá- o a la anulación de la amnistía fiscal de Montoro por parte del Tribunal Constitucional.

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El propio Rajoy tendrá que declarar el próximo 26 de julio como testigo en el caso Gürtel. Todo ello llevó a Unidos Podemos a presentar una moción de censura con Pablo Iglesias como candidato a la Presidencia del Gobierno que, aunque no prosperó, cambió el panorama político español.

Tras un año de crisis internas en casi todas las formaciones, el nuevo acercamiento entre PSOE y Podemos podría alterar la estabilidad de la que presumen los socios PP y Cs. 'Público' resume todo lo ocurrido hasta ese momento: 

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El Gobierno de Rajoy, nombrado en noviembre de 2016. Archivo EFE

La "estabilidad" de Rajoy

El 26-J, por primera vez, se repitieron unas elecciones generales en España. Y esa cuestión, precisamente, fue una de las excusas que mejor sirvió a Mariano Rajoy a la hora de convencer al resto de formaciones para lograr su investidura. El bloqueo político vivido desde el 20 de diciembre anterior continuó con otros cuatro meses de Gobierno en funciones. Pero el 30 de octubre, tras haberse comido las "lentejas" de Ciudadanos y, sobre todo, tras la pugna interna en Ferraz que terminó con la dimisión de Pedro Sánchez de su escaño, el presidente fue investido y conformó su Ejecutivo en minoría. 

La fragmentación parlamentaria cesó el rodillo que el PP había utilizado una y otra vez durante la legislatura anterior, pero también impidió una actividad legislativa normal

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La fragmentación parlamentaria cesó el rodillo que el PP había utilizado una y otra vez durante la legislatura anterior, pero también impidió una actividad legislativa normal. Los conservadores apenas han presentado iniciativas legislativas más allá de aquellas impuestas desde la Unión Europea. Sonora fue su primera batalla perdida con la estiba que, tras meses de negociación, consiguieron finalmente sacar adelante incluso con el apoyo del PDCAT. Su gran logro, sin embargo, fueron los Presupuestos Generales del Estado que están a punto de ser aprobados en su totalidad, gracias al apoyo de sus socios de Ciudadanos y los nacionalistas del PNV, CC y NC.

La estrategia de Génova en ambos casos fue la de apelar a la "responsabilidad" del resto de formaciones para con Europa: sin "estabilidad", dicen, no se podrá continuar con la senda de crecimiento económico y creación de empleo de la que siempre presumen. 

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Por otro lado, Rajoy siempre ha mantenido su intención de agotar la legislatura, aunque tampoco ha dudado en amenazar veladamente con un adelanto de elecciones si la oposición vuelve su situación ingobernable. Y es que su relación con la única formación con la que firmaron un pacto de investidura ha sido intermitente. 

La relación de PP y Ciudadanos, pese al pacto de investidura, ha sido intermitente, sobre todo, por culpa de la corrupción

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Los Ciudadanos de Albert Rivera han ido de la mano del PP en materia económica, pero también se han enfrentado a ellos en temas de regeneración. Prueba de sus altos y bajos es la batalla sobre la Comisión de investigación de la caja B del Partido Popular que mañana comenzará con la (no) declaración de Bárcenas en el Congreso y con la que el Grupo Popular ha contraatacado llamando a Rivera, Iglesias y Sánchez a comparecer en la comisión paralela que, con su mayoría absoluta, han creado en el Senado. También se han enfrentado en materia de aforamientos o de la independencia de jueces y fiscales. 

Pese a los trampeos de los conservadores con sus socios de Cs, Rajoy todavía mantiene el apoyo de los naranjas en temas relevantes como su lucha frente al independentismo en Catalunya. Tras la fallida Operación Diálogo de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el Ejecutivo mantiene que el referéndum que Carles Puigdemont ha fechado para el 1 de octubre no se celebrará, aunque se ha mostrado "preocupado" por el cambio de postura del nuevo PSOE de Pedro Sánchez. Su defensa de la "plurinacionalidad" ha sido fuertemente contestada tanto por el PP como por Ciudadanos, ambos, molestos con el nuevo acercamiento de los socialistas a Podemos

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Aun así, Rajoy sigue tranquilo en la Moncloa, convencido de que podrá agotar la legislatura, salvo que él mismo decida lo contrario. Prueba de ello es su total indiferencia mostrada ante los casos de corrupción y otros escándalos que han marcado su legislatura. Él mismo debe comparecer ante el tribunal de la Gürtel como testigo y varios de sus ministros han sido reprobados en el Congreso, pero el presidente los mantiene en su Ejecutivo y sigue poniendo la mano en el fuego por todos ellos: desde Catalá y la polémica de los fiscales, a Montoro y la anulación de la amnistía fiscal por parte del TC.

Tras este año, en Génova ya no queda rastro ni de Aznar ni de Aguirre

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"No se cambia lo que funciona", dice Rajoy, que ha seguido es mismo mantra también a nivel interno en el Partido Popular. Con mano de hierro, Génova ha conseguido que todo el partido gire en torno a su presidente. Tras el Congreso nacional, sigue la misma directiva y en la cúpula ya no queda ni rastro de Aznar. FAES ya no es una fundación del PP y el expresidente se ha desvinculado de la formación en la que todavía milita como un afiliado de base más.

Algo similar ha ocurrido con Aguirre. Tras la celebración de los Congresos regionales, las federaciones territoriales siguen bajo el control de la nacional. En el caso de Madrid, es Cristina Cifuentes quien ha borrado todo rastro de los fieles a su antecesora en su Ejecutiva. Ella dimitió poco después, también como portavoz del PP en el Ayuntamiento de la capital, tras conocerse el encarcelamiento de su última 'rana', Ignacio González.

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A Rajoy le quedan retos inminentes por delante: su declaración como testigo en Gürtel, el referéndum en Catalunya y los nuevos Presupuestos Generales del Estado para 2018

Otro de los casos sonoros a los que se ha enfrentado el PP fue la dimisión del expresidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, imputado en los casos Auditorio y Púnica. Ello provocó otro tsunami en su relación con Cs que todavía está por resolver: los naranjas exigieron la eliminación de aforamientos para mantener el gobierno conservador en la Región, pero el nuevo Estatuto de Autonomía ha de ser aprobado por el Congreso, donde el PP aspira a retrasar el trámite lo máximo posible

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Asimismo, Rajoy se enfrentó hace apenas unas semanas a la primera moción de censura desde 1987. Tanto la portavoz de Unidos Podemos, Irene Montero, como el líder de dicha formación, Pablo Iglesias, relataron durante horas los motivos por los que el presidente debería dejar de serlo, especialmente, por su connivencia con la corrupción. Tras el debate, que duró dos días, todos vencieron. Al menos, así lo consideran en Génova y en Moncloa, donde creen firmemente que Rajoy salió reforzado.

Ahora le quedan otros retos por delante: la crisis catalana y la aprobación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado para el 2018. El techo de gasto previo ha de aprobarse a principios de julio. Si el PP logra de nuevo los apoyos necesarios para mantener su mayoría minoritaria, se verá entonces.

Pedro Sánchez, nuevo secretario general del PSOE, durante el acto de clausura del Congreso Federal del partido. /EFE

El calvario del PSOE

El PSOE, desde las elecciones del 26 de junio, ha pasado los que tal vez hayan sido sus 365 días más difíciles en la etapa democrática. Aunque evitó el sorpasso de Podemos, Pedro Sánchez cosechó ese día el peor resultados de los socialistas de todas las elecciones generales y los barones del partido decidieron que era el momento de poner fin a su liderazgo.

Sánchez se aferró al cargo e intentó convocar primarias y un congreso exprés para seguir al frente del partido, y buscar unas terceras elecciones con el convencimiento de que al PSOE le iría mejor. Pero los máximos dirigentes territoriales del PSOE tenían otros planes y forzaron su salida a través de un golpe orgánico en el Comité Federal del 1 octubre, lo que provocó su dimisión del secretario general.

El PSOE ha pasado su año más difícil de la etapa democrática, donde palabras como escisión y ruptura estaban a la orden del día hasta el Congreso federal. Ahora Sánchez tiene su tercera oportunidad para "asaltar la Moncloa"

Sánchez dejó su acta de diputado también 30 días más tarde, y todo el mundo daba su carrera política por concluida. Sin embargo, para sorpresa de muchos, nada más fijarse la fecha de las primarias por parte de la Gestora anunció su candidatura para volver a ser secretario general.

Aquello provocó un cierto terremoto interno en el partido, donde palabras como escisión o ruptura estaban al orden del día, así como los enfrentamientos entre dirigentes socialistas que ya traspasaban el ámbito político y entraban hasta en lo personal. El apoyo a la investidura de Mariano Rajoy acrecentó la división.

Las primarias fueron largas, duras y cruentas, con un PSOE a la deriva en las encuestas y perdido en el Congreso. Pero saltó la sorpresa y, frente a todos los pronósticos y todo el poder establecido, Sánchez se impuso en dichas primarias y volvió a coger las riendas del partido.

En sólo un mes y cinco días desde aquella victoria, Sánchez ha construido un PSOE a su medida, revolucionando estructuras y nombres. Ahora tiene sobre el papel un plazo de al menos tres años para construir lo que él denomina un “nuevo PSOE” y también tendrá una tercera oportunidad para asaltar La Moncloa.

Podemos, vuelta al punto de partida

Podemos vivió el 26-J con la decepción de no haber logrado su esperado -y vaticinado- sorpasso al PSOE, y centró su estrategia en intentar conformar una alternativa con los socialistas para evitar que Mariano Rajoy volviera a gobernar. Tras la dimisión forzosa de Pedro Sánchez como secretario general, y la investidura del nuevo Gobierno, el partido morado puso al PSOE en el centro de la diana de todas sus críticas, reprochándole su paso del "no es no" a la abstención.

Podemos ha pasado de tener al PSOE en el centro de la diana a intentar un acercamiento para desbancar a Rajoy de la Moncloa

En el mes de mayo, con la vista puesta en las primarias del PSOE que ganó Pedro Sánchez, el partido moderó levemente su discurso sobre los socialistas, y lo suavizó considerablemente durante el debate de la moción de censura a Rajoy, el 13 y 14 de junio. Tocaba volver al punto de partida, incidir en que había opciones para desbancar al PP, y en que era necesario entenderse con los socialistas. Quieren presentar una nueva moción antes de navidad, pero el PSOE prefiere buscar acuerdos para combatir las políticas de Rajoy, por el momento.

Además de la moción de censura a Rajoy y a Cristina Cifuentes, en la Asamblea de Madrid para reivindicarse como alternativa a los Gobiernos del PP, el partido no ha escatimado en iniciativas para denunciar la corrupción que corroe al Partido Popular. Ha marcado líneas de acción en el Congreso, pero también ha puesto énfasis en su labor en las calles, en el encuentro con los movimientos sociales, siempre con guiños a distintas protestas (de los trabajadores de Coca Cola a los taxistas).

Pablo Iglesias abraza a Irene Montero después de intervenir en el debate de moción de censura. REUTERS/Juan Medina

La vida interna de la formación también ha sido convulsa este año: en septiembre, el anuncio de la candidatura errejonista a la secretaría general de Podemos en la Comunidad de Madrid, liderada por la portavoz del Ayuntamiento de la capital, Rita Maestre, visibilizaba las diferencias entre los postulados del exnúmero dos de Podemos, Íñigo Errejón, y el líder del partido, Pablo Iglesias.

Iglesias redifinió los equilibrios de poder en Podemos tras vencer en Vistalegre

Iglesias venció en Madrid (Ramón Espinar, su candidato, se convirtió en secretario general autonómico), y ganó también en Vistalegre II, la Asamblea del partido que revalidó el proyecto del secretario general, reforzó a figuras como el secretario de Organización, Pablo Echenique -el segundo dirigente con más votos de la militancia, tras Iglesias-, y redefinió los equilibrios de poder en el partido, con un paso al frente de Irene Montero como portavoz parlamentaria y un par de pasos al lado por parte de Errejón, hoy candidato a candidato para las elecciones de 2019 en la Comunidad de Madrid. Catalunya y la decisión de Podem, liderado por Albano Dante, de no integrase en el nuevo sujeto político, Els Comuns, centran también muchas de las miradas, teniendo en cuenta que se acerca la fecha para la consulta unilateral anunciada por la Generalitat, el 1 de octubre.

Rajoy y Rivera sellan con un apretón de manos su pacto de investidura. Archivo EFE

Rivera, el 'no pero sí' a Rajoy

Las expectativas de Ciudadanos fueron decayendo elección, tras elección. Antes del 20-D, en pleno auge de expansión naranja de Catalunya al resto de España, los de Albert Rivera soñaban incluso con alcanzar los 100 diputados. Las elecciones generales les devolvieron a la realidad, aunque siempre vieron como un logro los 40 diputados conseguidos entonces. Esos 40 escaños se vieron reducidos a 32 el 26-J, pero esa cifra ha sido utilizada por Cs en dos direcciones: por un lado, para lavarse las manos cuando aseguran que una u otra decisión no depende de ellos porque son minoría y "no suman"; por otro, para hacer valer la utilidad de los mismos a la hora de "arrancar" compromisos al Gobierno en minoría de Rajoy.

Rivera justificó su cambio del no a sí a Rajoy con la "estabilidad" del país

Fue el propio presidente de la formación quien dijo que no importaba perder credibilidad si era por el bien del interés general. Lo hizo para justificar su paso del "no a Rajoy" por no ser un "Gobierno limpio de corrupción" al sí rotundo en pro de la "estabilidad" y para acabar con el "bloqueo" del país. 

Los naranjas consiguieron que los conservadores se tragaran sus 150 "lentejas" en el pacto de investidura, aunque el PP intente trampearlas cada vez que tiene ocasión. Los de Rivera, pese a todo, siguen presumiendo de tener al Gobierno en sus manos y de haber conseguido unos "presupuestos naranjas", "sin recortes" y "más sociales". La última victoria fue el "complemento naranja" en materia salarial para jóvenes que la ministra de Empleo se vio obligada a presentar junto al portavoz económico de Cs, Toni Roldán, el miércoles pasado. 

La corrupción es el principal escollo entre Cs y PP. Los primeros alardean de haber sido libres para pactar con el resto de la oposición -PSOE y Podemos- la comisión de investigación sobre la caja B de Génova, de haber arrancado la limitación de aforamientos en el Estatuto de Murcia o de ser los primeros en promover la independencia de la Fiscalía. Los segundos han contraatacado con otra comisión para investigar las cuentas de todos los partidos en el Senado, intentarán retrasar al máximo varios puntos del pacto de investidura como la eliminación de aforamientos, precisamente, y siguen defendiendo que jueces y fiscales ya son independientes en la actualidad. Además, quieren promover la eliminación de la acusación particular; una medida a la que Cs, de momento, se opone.

La moción de censura o el nuevo PSOE han puesto de manifiesto que PP y Cs siguen de la mano

Pese a ello, la moción de censura o el nuevo PSOE  han puesto de manifiesto que PP y Cs siguen de la mano. Rivera prácticamente ha utilizado el mismo discurso de Rajoy para arremeter contra Pablo Iglesias en el debate de la moción, así como para hacer lo propio contra Pedro Sánchez tras su defensa de la plurinacionalidad. 

Tanto es así que, aunque Ciudadanos sigue criticando la falta de regeneración del PP, también se opone a una posible moción de censura y a un nuevo pacto con el PSOE que podría echar a Rajoy de la Moncloa. Una postura muy criticada tanto por la izquierda como por la derecha: nadie entiende cómo Rivera ataca al PP por un lado, mientras sostiene sus gobiernos nacional, madrileño  -con Cristina Cifuentes y sus polémicas con los contratos de la Asamblea-, o murciano -aunque ya no con Pedro Antonio Sánchez, sino con Fernando López Miras-, entre otros.

Rivera presume de democracia interna, pero los críticos expulsados denuncian lo contrario

Las mismas contradicciones imperan también a nivel interno en el partido. Rivera presume de democracia por tener un sistema de primarias, pero, tras su Asamblea nacional, Ciudadanos sigue girando en torno a su figura. Pocos cambios ha habido en la Ejecutiva, más allá de la portavocía de Inés Arrimadas y la inclusión de pesos pesados del partido a nivel regional en la misma.

No obstante, sigue la expulsión -o la dimisión forzosa- de los críticos, que siempre han denunciado todo lo contrario: la falta de democracia interna en la formación naranja. Tras la salida de la eurodiputada Carolina Punset de la cúpula, fue su marido, Alexis Marí, uno de los últimos en abandonar la formación en el País Valencià. Ciudadanos, un año después, sigue siendo Ciudadanos.

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