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Durango enseña al turismo las “huellas” del bombardeo fascista

Silencio e impunidad

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Imagen aérea tomada por la aviación aérea del bombardeo sobre Durango en la primavera de 1937. Estas fotos están incluidas en el folleto que se entrega a los turistas.

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La apacible calle Kurutziaga es hoy uno de los puntos más atractivos de Durango (Bizkaia). Ningún visitante debería perdérsela: allí se concentran varios edificios históricos de este municipio, situado a 25 minutos de Bilbao. Hace 78 años, las bombas lanzadas por la aviación fascista italiana convirtieron a Kurutziaga en un montón de escombro y muerte. Un acto impune, pero no olvidado: desde este verano, los turistas podrán realizar visitas guiadas para conocer de primera mano las huellas de aquel bombardeo, cuyos autores jamás fueron juzgados. Ni los materiales, ni los intelectuales.

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En ese contexto, la asociación Gerediaga y la Oficina de Turismo del ayuntamiento de Durango han diseñado un recorrido por los lugares afectados por el bombardeo. Mediante audioguías, los visitantes –y también los lugareños- podrán trasladarse a aquella dramática primavera de 1937, cuando el avance de las tropas franquistas sobre la Euskadi republicana era, al mismo tiempo, el avance de la muerte sobre la vida. La ruta que realizarán los visitantes será la misma que en su día hicieron los aviones italianos, aunque esta vez no habrá olor a pólvora ni cadáveres en plena calle.

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Los visitantes podrán trasladarse a la primavera de 1937, cuando el avance de las tropas franquistas sobre Euskadi era el avance de la muerte sobre la vida

“A las 7.00, los cinco bombarderos italianos del Savoia 81 despegan de Soria en dirección a Durango, iniciando el bombardeo a las 8.30. La alarma aérea había sonado momentos antes pero, para cuando la gente quiso reaccionar, los aviones habían iniciado el ataque a la villa. En tan sólo unos minutos arrojarían cuatro toneladas de explosivos sobre la población civil”, señala el folleto, disponible en la Oficina de Turismo.

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Silencio e impunidad

En efecto, las víctimas de este bombardeo contra la población civil permanecieron durante muchos años en el olvido. “Durante la dictadura, de este tema sólo se hablaba en familia y en privado. Incluso en democracia, cuando empezamos a investigar lo que había ocurrido, nos encontramos un silencio sepulcral. Mucha gente aún no se atrevía a hablar”, recuerda Irazabal. Tampoco hubo ningún gesto de perdón ni arrepentimiento por parte de los responsables de la masacre. “Aquí no ha habido ningún reconocimiento ni por las autoridades españolas ni por las italianas”, denuncia el historiador.

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