madrid
Fracasa la investidura, pero también la capacidad negociadora. El hecho de no haber alcanzado un acuerdo para un Gobierno progresista de coalición tiene consecuencias más allá de la derrota de Pedro Sánchez. Una aritmética parlamentaria favorable a la izquierda, condición indispensable, a priori, para lograr un Ejecutivo progresista, no ha sido suficiente; y el único reflejo de esta mayoría en el Congreso es que, después de casi 30 años, la Mesa de la Cámara ha caído del lado de la izquierda con la Presidencia de Meritxell Batet.
Pero el Ejecutivo no parece responder a las mismas dinámicas que el Legislativo y, aunque al presidente del Gobierno lo elige el Parlamento, esta vez no hubo una mayoría progresista. La ruptura de las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos abrió una veda de reproches y ofensivas que comenzó con la filtración por parte del Ejecutivo en funciones de un documento que contenía una propuesta de los de Iglesias.
La formación morada lo había enviado como una propuesta “para empezar a debatir”, pero los socialistas lo difundieron con el título de “exigencias de Podemos”. Nadie frenó el conflicto, que se trasladó al último debate de investidura, minutos antes de la votación. Sin embargo, desde Unidas Podemos consideraron que en esas circunstancias también había espacio para las propuestas, y lanzaron una última oferta, aconsejada por un “miembro muy relevante del PSOE”, en la que renunciaban al Ministerio de Trabajo a cambio de las políticas activas de empleo.
Los de Iglesias siempre han hablado de que la investidura no se acababa en julio, pasase lo que pasase. Lo que quizá no se esperaban era una ruptura tan brusca con los socialistas a estas alturas. Sin embargo, fuentes del partido aseguran mantener la “mano tendida” para tratar de lograr un Gobierno de coalición más adelante, antes de que el fantasma de la repetición electoral se torne de carne y hueso.
Esta es la idea que se maneja en la formación, un nuevo intento para investir a Sánchez mediante un acuerdo en septiembre, o incluso antes. “Si mañana nos llama el PSOE para retomar las conversaciones, allí estaremos”, aseguró este jueves el responsable de las negociaciones con el Gobierno, Pablo Echenique. Unidas Podemos sale, no obstante, “decepcionado” con el candidato socialista tras el debate de investidura. No solo por no haber alcanzado un acuerdo con ellos, precisan, sino porque no ha alcanzado un acuerdo con casi nadie.
Los de Iglesias recuerdan que casi tres meses después de las elecciones, el Grupo Socialista solo se granjeó el apoyo explícito del Partido Regionalista de Cantabria, un solo diputado que votó “sí” a Pedro Sánchez, más allá de los 123 del PSOE. Unidas Podemos, ERC, PNV, Bildu y Compromís se abstuvieron, y lanzaron duras críticas contra el candidato por no haberse esforzado más en buscar su apoyo; el resto de los diputados del Congreso votó en contra.
Un reparto "desequilibrado"
Pero las heridas entre el PSOE y Unidas Podemos no vienen solo del debate, donde protagonizaron duros enfrentamientos que algunos diputados de ambos grupos atribuyen al “fragor parlamentario”, sino que provienen de las negociaciones.
Iglesias advirtió a Sánchez de que no se dejarían “humillar” por los socialistas, en clara referencia a cómo se habían sentido con alguna de las ofertas del Gobierno. Fuentes de la formación morada aseguran que en la propuesta en la que el PSOE ofrecía una vicepresidencia, un ministerio de Juventud y otro de vivienda, el reparto presupuestario y de personal resultaba más que desequilibrado respecto a los votos que obtuvieron ambas formaciones en las últimas elecciones.
Los socialistas obtuvieron más de un 28% de los votos, mientras que Unidas Podemos obtuvo un 14%; sin embargo, con ese reparto ministerial, apuntan fuentes de la formación morada, los de Iglesias manejarían un 5% del presupuesto total de los ministerios y un 3% del personal.
También recuerdan que, a su juicio, Podemos “ha cedido continuamente”, hasta el punto de que su secretario general se apartó de la posibilidad de formar parte del Gobierno cuando Sánchez manifestó públicamente que Iglesias era un escollo. “Le hemos puesto muchas facilidades; no solo nosotros, también grupos como el PNV, que ofreció un “sí” si el PSOE les llamaba. Sánchez lo sigue teniendo fácil”, apuntan desde la formación morada.
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