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SAN FERNANDO DE HENARES (MADRID).- “A mí el PP sólo me ha dado disgustos”. Álvaro Pérez, El Bigotes, ha declarado durante casi tres horas ante el tribunal que juzga el caso Gürtel para negar toda participación en la trama de corrupción. Era el “creativo” en la organización de los mítines populares y ha alardeado de haber puesto el fondo de color azul al PP en los actos y de haber quitado a José María Aznar “su cara de mala leche” ante la televisión.
El delegado en Valencia de la trama ha negado toda participación en las
mordidas a políticos populares realizadas por la trama, ni en el cobro de comisiones, ni el su reparto ni en la mediación para conseguir contratos para las empresas de Francisco Correa. Se ha definido como un creativo que sólo estaba “en el tajo” y un desastre en la gestión de su economía.
Cuando llegó a Special Events, en 2002, Pérez tuvo que cambiar la imagen “de un partido muy rancio”, el PP de José María Aznar, y contrataron a técnicos de televisión.
El Bigotes se ha presentado como el autor del famoso ‘lifting’ de José María Aznar, un cambio de imagen en el que se empleó a fondo. “Recuerdo que tenía la ceja muy poblada y el ojo muy hundido, y como tenía un gesto así, tenía cara de mala leche. Empecé a iluminarlo de otra manera y salía muy fresco”.
Aznar "tenía cara de mala leche. Empecé a iluminarlo de otra manera
y salía muy fresco”
También fue el hombre que trajo el azul al PP. Los mítines entonces eran “muy grises” y, aunque su iluminación era “muy rockangolera”, la parte trasera era de color haya. Reemplazó la madera por el azul. “Bajamos los escenarios”, la gente podía tocar a Aznar y tuvo tanto éxito que “empezaron a copiar los demás partidos”. Del PP no obtuvo dinero, sino “sólo disgustos” porque “curraba de día y de noche”. “Me he dejado mi vida trabajando para el PP”.
Trataba “prácticamente a diario” con Jesús Sepúlveda y el diputado Juan Carlos Vera, por ser los responsables de los actos electorales en la dirección nacional de Génova. Pero no ha estado nunca a solas con Sepúlveda, acusado en este juicio, aunque ha reconocido que pedía dinero para comer con este dirigente “y su equipo”.
Pérez ha rechazado toda participación en las fiestas familiares que Gürtel regaló a Ana Mato y su exmarido Sepúlveda, con payasos y confeti. “En esa fiesta no me colé”, aunque aparece su nombre en las facturas junto a la abreviatura "P.O. (Por Orden).
El Bigotes ha reconocido su firma en un “obsequio” destinado a la exministra Mato. “180 euros, barato ¿eh?”, pero tras un receso ha negado haber hecho un regalo a la dirigente popular.
Álvaro Pérez sólo ha respondido a su abogado, Javier Vasallo, acogiéndose a su derecho a no declarar respecto a las acusaciones y el resto de defensores.
Teatro en dos actos
Su comparecencia se ha producido en dos actos. El primero se ha caracterizado por tal teatralización que tras un receso el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, le ha mirado a los ojos para decirle: “Vamos a continuar y no le permito ni una más, ¿eh?”
'Soy defensor del taco, como Camilo José Cela, y de ir sin calcetines"
La escalada había comenzado al reconocer a su abogado que había leído el escrito de acusación fiscal –de 500 folios- “porque me ha obligado usted”, al tiempo que pedía a Hurtado, por favor, que si “mi vehemencia me lleva al desastre, me avisa, porque hay que contenerme, hay que sujetarme en corto. Si se me escapara algún taco también se lo pido, por favor, no me lo permita. Pero soy defensor del taco, como Camilo José Cela, y de ir sin calcetines",
La comedia crecía ante la atónita mirada de los tres magistrados del tribunal. Y eso que Pérez se juega en esta causa una petición de 5 años de cárcel y dos meses por cohecho. Y está pendiente de la sentencia que dicte el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, donde la fiscalía pide para él 17 años de prisión por los contratos con la Generalitat para la feria de Fitur.
El enfado del tribunal llegó cuando pidió un receso para ir "a orinar", porque ha tenido un cáncer de próstata, aunque no lo crean los medios de comunicación: “He intentado traer el tumor pero no he podido”, ha espetado con ironía porque algún periodista había cuestionado su asiento en el banquillo, en la zona trasera para ir al baño durante las sesiones.
Al regreso, Pérez ha reconducido su actitud, para responder a su abogado de forma más comedida y en ocasiones hasta emocionado. Como cuando ha recordado que trabajaba “como un condenado”, siempre a disposición de este partido, todo el día “en el tajo” hasta el punto que su mujer anotaba en el diario de infancia de sus hijos: “Le contaremos a papa que has empezado a andar”.
"La Fiscalía tiene una obsesión con mi tía Chonchi tremenda”, asegura
O cuando ha recordado que la fiscalía no se cree que su referencia de dar dinero a “Chonchi” que aparece en las escuchas es su tía Chonchi Alonso -ex mujer de Andrés Pajares-, a quien prestó dinero y que ya lo explicó en el juicio de Valencia: “Ayudaba a mi madre y a su hermana. Pero la Fiscalía tiene una obsesión con mi tía Chonchi tremenda”.
En el Grupo Correa no podía pedir ni 150 euros para gasolina si no tenía autorización. "Y más a mí, porque no se fiaban de mi". En el “poco espacio” que llevó Special Events hasta la llegada del número dos, Pablo Crespo, hizo “tal boquete” que Correa “casi me mata. Yo no discutía los precios”.
Estaba embargado por Hacienda, la Seguridad Social y numerosas multas de tráfico de ayuntamientos; “no me quedaba ni pà pipas”. Acordó recibir su sueldo en metálico, al igual que las gratificaciones. De ahí las anotaciones “JS/Álvaro Perez”, ha explicado. El J.S. al que llevaba todos los meses sobres con dinero no es Jesús Sepúlveda el político, sino José Sevilla, su amigo y gestor, encargado de reducir su endeudamiento, que superó los 90.000 euros, de los que una parte heredó de su padre.
Correa le exigía el recibo de las deudas que iba pagando: “Era requisito indispensable si no quería que Correa me atizara con una piedra”.
Su jefe, el líder de Gürtel, es desconfiado: "Si algo identifica al señor Correa del resto de los seres humanos es su desconfianza general, no se fía de nada ni de nadie, te hace 600 preguntas de manera diferente. Es una broma lo que está haciendo usted conmigo en comparación con él”, ha dicho a su abogado.
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