Así es la solidaridad con los migrantes del pueblo gallego que alaba 'The Guardian'
Vecinas, colectivos sociales y el club de fútbol de Monterroso, en A Ulloa (Lugo), organizan una fiesta y una recepción de bienvenida a los 126 refugiados africanos que acaban de llegar al municipio.
A Coruña-Actualizado a
En pleno debate sobre política de fronteras y con los discursos de la derecha estigmatizando a los migrantes, los habitantes de la localidad de Monterroso, un pequeño municipio de 3.500 habitantes en la comarca lucense de A Ulloa, en el centro de Galicia, han dado todo un ejemplo de humanidad proporcionando una fraternal acogida a 126 refugiados procedentes de Malí, Guinea y Mauritania, animándoles a quedarse en el pueblo y a compartir la vida con ellos.
El pasado 29 de agosto, una treintena de vecinos recibieron a los 100 primeros refugiados, procedentes de Canarias, a las puertas del hotel donde el Gobierno los ha alojado. Al día siguiente llegaron el resto. El personal de la ONG que ayudó a tramitar su llegada y varios habitantes de la localidad esperaron al pie del autobús y les fueron saludando uno a uno para darles la bienvenida.
"Una sonrisa, una mano en el corazón, un aplauso, fueron algunos de los gestos que se vieron de ese idioma sin fronteras de la solidaridad, de la empatía y de la humanidad", recoge en su crónica de aquel día la periodista Nieves Neira en El Progreso de Lugo.
Una semana después, la asociación Agrucuir, creada en torno al festival musical de verano que cada año celebra en Monterroso la diversidad sexual, afectiva y de género, organizó una foliada, como se concoe en Galicia a las fiestas al aire libre típicas del rural gallego, con música y bailes tradicionales. La Sociedad Deportiva Monterroso, el club de fútbol local, invitó a los refugiados al partido del fin de semana y les dedicó una recepción sobre el césped.
"La mayoría somos hijos de emigrantes"
"La mayoría en este pueblo somos hijos de emigrantes. Hay memoria colectiva de todo el dolor y las dificultades que enfrentan quienes tienen que dejar su vida atrás", explica Luisa Coto Vázquez, portavoz de Agrocuir. Su madre marchó a Londres con 16 años. Su abuelo fue el único de sus ocho hermanos que no tuvo que emigrar. "No soy un caso único, todos tenemos historias similares. ¿Cómo no íbamos a recibirlos a ellos con los brazos abiertos?", se pregunta, en un tono que trasluce asombro por el eco que ha tenido todo el asunto.
Al margen de la atención que le prestó la prensa local, para el resto de España el tema pasó casi desapercibido. Hasta que el pasado 13 de septiembre el diario The Guardian, uno de los tabloides más prestigiosos del Reino Unido, recogió la información bajo el título "Nos están dando un ejemplo: el pequeño pueblo español que acoge refugiados". Fue la tercea noticia más leída ese día en la en web del diario, de tendencia progresista y con más de 22 millones de usuarios únicos al mes en todo el planeta.
Desde que The Guardian publicó el tema, la SD Monterroso ha multiplicado la venta de camisetas del equipo. "Una fue para una persona de Sevilla que se además se hizo socia, y otra para otra que nos pidió que se la enviáramos a Liverpool", cuenta Balbino Martínez, presidente de la entidad, quien asegura que uno de los objetivos de su directiva desde que tomaron las riendas del club fue alinear su gestión con la defensa de los de valores humanos básicos. "El fútbol es un ejemplo para otros ámbitos de la vida, y queremos que nuestros niños y niñas se vean reflejados en este tipo actuaciones", dice.
En Monterroso gobierna Eloy Pérez, del del Partido Popular, quien expresó formalmente sus quejas ante la Subdelegación del Gobierno en Lugo por la "improvisación" de la llegada de los refugiados en una operación de la que, asegura, nadie le avisó. Eso, objetó el regidor, causó "alarma social " por el a su juicio "desproporcionado" número de personas que el Ejecutivo había trasladado a su municipio.
"Experiencias positivas"
Transcurridas más de tres semanas desde la llegada de los refugiados, Balbino Martínez, sin embargo, afirma que todo han sido "experiencias positivas". "Vienen con una mochila cargada de experiencias muy duras, lo han pasado muy mal, están lejos de sus familias y de su país... Y aún así, cuando te los cruzas por la calle inmediatamente sacan una sonrisa. Le han dado una nueva vida al pueblo", señala. Luisa Coto corrobora esa versión:: "Algunos están aún muy asustados porque tienen historias muy trágicas detrás. Pero siempre saludan con una sonrisa".
Según el Instituto Galego de Estatística, Monterroso ha perdido en las últimas cuatro décadas más del 29% de su población. Un 33% de sus habitantes tienen más de 65 años, y el año pasado sólo hubo 21 nacimientos frente a 65 defunciones. Los refugiados que acaban de llegar son una oportunidad de oro para frenar la decadencia demográfica del pueblo y Luisa expesa así su opinión: "Nos hace falta mano de obra: en los talleres mecánicos, en las granjas, en las explotaciones ganaderas... Ojalá se queden".
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