Este artículo se publicó hace 3 años.
Argentina condena a los ideólogos de un crimen de la dictadura de Videla cometido en Madrid del que España se desentendió
En un juicio histórico, cinco responsables de la Inteligencia militar durante los años de la dictadura han sido declarados culpables de las muertes de más de 80 personas. Entre ellas figura Noemí Giannetti de Molfino, una madre de desaparecidos que fue se
Bilbao-
Hubo lágrimas. También sonrisas. Los corazones latieron rápido y los oídos buscaron no perder ni una sola palabra. Ni un solo nombre. Entre nervios, las víctimas de la dictadura argentina querían escuchar todas y cada una de las palabras del tribunal que este jueves ha condenado a cadena perpetua a cinco exmiembros de los servicios de Inteligencia como responsables de un amplio listado de crímenes de lesa humanidad. Entre las 96 víctimas que hoy han encontrado justicia está Noemí Esther Gianetti de Molfino, cuyo cadáver apareció en Madrid en julio de 1980.
La lectura de la sentencia por parte del Tribunal Oral Federal 4 de San Martín ha sido seguida principalmente a través de Zoom, tanto por las víctimas como por los victimarios. Las primeras miraban a las cámaras de sus ordenadores y enseñaban las fotos de sus seres queridos; los segundos, cinco veteranos de la represión salvaje que se desató en Argentina entre 1976 y 1983, permanecieron inmóviles, con el rostro serio, mientras escuchaban los nombres de todas y cada una de las víctimas que provocaron.
Entre los condenados están Eduardo Eleuterio Ascheri, Jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia (G2) del Comando de Institutos Militares desde el 16 de octubre de 1978 hasta el 29 de noviembre de 1979, y Jorge Eligio Bano, Jefe de la División Operaciones del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares desde el 14 de febrero de 1979 hasta el 16 de octubre de 1980.
También han recibido cadena perpetua Roberto Bernardo Dambrosi, jefe de la Compañía de Actividades Psicológicas del Batallón de Inteligencia 601 desde el 6 de marzo de 1979 hasta el 17 de noviembre de 1980; Luis Ángel Firpo, jefe de la Central Contrainteligencia y Jefe de la División Seguridad del Batallón de Inteligencia 601 desde el 3 de diciembre de 1974 hasta el 31 de agosto de 1980; y Marcelo Cinto Courtaux, jefe de la Sección Primera de Ejecución del Destacamento 201 de Inteligencia del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo desde el 7 de marzo de 1979 hasta el 17 de noviembre de 1980. Todos ellos deberán ingresar en cárceles comunes y no podrán disfrutar del privilegio de la prisión domiciliaria.
Queda por conocer la sentencia contra otro de los acusados, Jorge Norberto Appa, jefe de la División Inteligencia "Subversiva Terrorista" dependiente del Estado Mayor General del Ejército Argentino. Gracias a una maniobra de última hora, Appa ha logrado retrasar unos días su veredicto, que se prevé que será el mismo que el del resto de los acusados. La Retaguardia, un medio de comunicación autogestionado, emitió la histórica sesión en directo.
Los cinco militares condenados son responsables intelectuales de los crímenes perpetrados por la dictadura contra militantes de la organización Montoneros en la denominada "Contraofensiva". Entre 1979 y 1980, integrantes de ese grupo en el exilio decidieron volver a Argentina para tratar de hacer frente al régimen. La dictadura "desplegó un plan de represión y aniquilamiento coordinado y ejecutado por áreas de inteligencia del Ejército Argentino, como la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General, el Batallón de Inteligencia 601 y el Destacamento 201 de Inteligencia del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares", recuerdan los promotores de este juicio en un dossier.
Entre los crímenes juzgados se encuentra el caso de Noemí Giannetti, una madre de desaparecidos argentinos que en junio de 1980 fue secuestrada en Lima. Casi un mes después fue traída ilegalmente por sus captores a Madrid. Su cuerpo apareció sobre la cama de un apartotel de la calle Muralto, donde fue envenenada. La Policía Judicial encontró huellas de los hombres que acompañaban a Giannetti, pero tales pruebas nunca fueron cotejadas en Argentina.
El 20 de noviembre de 1980, el juzgado de Instrucción número 1 de Madrid ordenó el archivo de la causa. El juez Baltasar Garzón retomó el caso en 1997, en el marco de la investigación realizada desde la Audiencia Nacional sobre los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Videla. El intento realizado por Garzón no prosperó: pese a las gestiones que el magistrado realizó ante el CESID, las huellas siguieron sin ser cotejadas.
En 2016, un tribunal argentino pidió a España el expediente completo del caso Giannetti en el marco de la causa Contraofensiva que ahora acaba de concluir. Según pudo confirmar Público, las huellas de los asesinos no formaban parte del material enviado a Buenos Aires. Una investigación realizada durante varios años por este periódico concluyó que tales pruebas habían desaparecido.
Asesinato de una embarazada
Marcela Molfino, hija de Noemí Giannetti, también fue víctima del régimen argentino. La joven fue secuestrada junto a su pareja, Guillermo Amarilla, y llevada a Campo de Mayo, uno de los campos de exterminio de la dictadura. La mujer dio a luz en cautiverio. Siguiendo una práctica habitual del siniestro régimen, los represores le quitaron la criatura y luego la mataron. El niño fue apropiado por un agente de la dictadura, que le ocultó su historia.
Gracias a la larga lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, Guillermo Amarilla Molfino, conoció su verdadera identidad. Su testimonio también formó parte del juicio que ha concluido este jueves con la lectura de las condenas. De hecho, entre los casos juzgados por el tribunal de Buenos Aires también figuran las desapariciones forzosas de sus padres.
"Como a los nazis, les va a pasar. A donde vayan los iremos a buscar", corearon los familiares de las víctimas a través de la conexión por Zoom cuando concluyó el veredicto. "Es una condena ejemplar. Se trata de la primera vez que se juzga a la estructura de Inteligencia militar. Estamos muy felices", decía desde Buenos a Aires a Público un emocionado Gustavo Molfino, hijo de Noemí y hermano de Marcela.
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