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Araceli Ruíz: “Yo también fui una refugiada”

Otra huida del fascismo

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Araceli, arriba en el centro, junto al grupo de niños de la guerra refugiados en Rusia

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“Se me ha quedado grabada en la cabeza la imagen ese niño al que las olas llevaron a una playa. Porque los niños nunca han empezado una guerra y son los que más la sufren. Lo que pasa… no lo entiendo. Me rompe el corazón”. Porque la historia de Araceli Ruíz Toribios (Palencia, 1924) pudo ser una historia como la de Aylan. Salvo que ella sólo encontró una valla en su huida de la guerra y el terror: el buque fascista que, en 1937, a cañazos, trató de evitar que 1.100 niños zarparan rumbo a la URSS.

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Escucha la entrevista a Araceli Ruíz:

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“Mi padre quedó en la cárcel. Mi madre, madre de seis hijas, se moría de pena cuando las bombas comenzaron a caer sobre Gijón. Ella quería darnos una vida mejor y, cuando se enteró de que la URSS iba a acoger a 3.000 niños españoles, no lo dudó y nos apuntó”.

Araceli

Con las luces apagadas, a las 11 de la noche del 23 de septiembre del 37, hacinada en la bodega de un carguero de carbón, partió Araceli en una travesía de diez días, con escalas en Francia y el Reino Unido, y destino feliz en Leningrado. Se sonríe Araceli cuando invoca el recibimiento: “Aquí éramos hijos bastardos de republicanos. Allá, San Petersburgo se volcó en recibirnos con pancartas que decían ‘bienvenidos los hijos del heroico pueblo español”.

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Otra huida del fascismo

Entre la escuela, juegos de trineos, visitas al teatro y muchas lágrimas contagiosas de morriña, discurrieron infancia y adolescencia de la palentina, interrumpidas de nuevo por otra guerra: “¡Parecía que los conflictos nos persiguieran y el que se avecinaba era mucho peor!”, exclama.

Araceli, segunda por la izquierda, junto a sus hermanas en 1938, en Rusia

La invasión de la Unión Soviética por parte de la Alemania nazi en 1941 supuso un nuevo adiós y otro largo éxodo para Araceli. “Yo quería seguir estudiando y me llevaron a Odesa donde me separaron de mis hermanas. Pero el mismo día que empezó la II Guerra Mundial en la URSS, Odesa fue bombardeada y nos volvieron a evacuar”.

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Revolucionaria española en Cuba

Y debería decirse aquí que la pareja comió perdices en la capital de la URSS, pero el nomadismo persiguió a Araceli hasta su jubilación. Con el estallido de la revolución cubana y el desembarco del ejército ruso en la isla, la Unión Soviética necesitaba de traductores. Y allá fue la familia Fernández; a la localidad cubana de Pinar del Rio donde Araceli se encargó de traducir las comunicaciones de los tanquistas.

Araceli, traductora en Cuba, entre dos técnicos cubano y ruso

“Cuando en el 62 estalló la crisis de los misiles, conocí al Che. El Comandante había bajado de la sierra. Era un hombre fuera de serie: inteligente, humano, caritativo… ¡Y además era guapísimo!” Cuenta Araceli que cuando se encontraron, Ernesto Che Guevara se interesó por la historia de los Niños de la Guerra. “Me preguntó por mis padres. Yo le conté que llevaba casi treinta años sin verlos, que no sabía nada de ellos. Y él me contestó: ‘Pero si Cuba no ha roto relaciones con España’. Al cabo de una semana mis padres estaban en La Habana”.

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