"Los alcaldes rebeldes debemos formar un polo de vanguardia"
Xulio Ferreiro y Martiño Noriega abogan por "tejer redes" con los regidores del cambio, que se reúnen hoy en Barcelona para compartir sus experiencias al frente de sus Alcaldías
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Primero fue la palabra, luego el símbolo y ahora toca la acción. La irrupción de las mareas gallegas, que lograron auparse a los Ayuntamientos de A Coruña, Santiago y Ferrol, cumplirá cien días este viernes, cuando los alcaldes de las dos primeras localidades se reunirán en Barcelona con otros seis regidores que concurrieron a las pasadas municipales al frente de candidaturas unitarias de izquierda. “Esperamos concretar la ilusión y el sentimiento común en actuaciones específicas”, afirma Xulio Ferreiro, cabeza de lista de la Marea Atlántica, que aboga por formar un “polo de vanguardia política” que proyecte la “visión municipal a una escala global”.
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Ambos ya cooperan desde que tomaron posesión de sus cargos el 13 de junio. Los resultados positivos de esa colaboración y de la mantenida con otros alcaldes del cambio han provocado que las expectativas de la cumbre sean “altas”, según Ferreiro, que se encontró una tesorería escuálida que le forzó a pedir un crédito para afrontar los gastos urgentes. Noriega, por su parte, tuvo que enfrentarse a un clima de desconfianza tanto dentro como fuera del Pazo de Raxoi. Los escándalos de corrupción del PP, con tres mandatarios en cuatro años y siete ediles en el banquillo, habían hecho mella tanto en la ciudadanía como en los funcionarios.
Esas diferencias han tomado forma en unas medidas con carga simbólica que les llevaron a declarar la laicidad de ambas instituciones, que rechazaron participar en varios actos religiosos, un paso que hasta ahora no se habían atrevido a dar otros alcaldes progresistas. Esa política de gestos ha llevado a Santiago a eliminar ayudas a colectivos antiabortistas y a Coruña a cancelar las subvenciones a las corridas de toros. “También hemos suprimido a cinco directores de área nombrados por el PP que puenteaban la estructura municipal clásica y costaban cerca de 400.000 euros al año”, apunta Noriega