Albert Botran (CUP): "Al fascismo no solo le molesta la independencia, sino la existencia de una nación catalana"
Entrevista al número uno de la CUP en Barcelona para las generales del 23 de julio. Crítico con la estrategia negociadora de ERC, defiende que el independentismo pase a la ofensiva y ve a Sumar como un proyecto "más centralista" que Podemos.
Barcelona-Actualizado a
Cabeza de lista por Barcelona de la CUP en las elecciones generales del 23 de julio, Albert Botran (1984) es uno de los dirigentes de la formación de la Esquerra Independentista que acumula una mayor experiencia institucional, después de haber sido concejal en Molins de Rei (Barcelona), su municipio, diputado en el Parlament y diputado en el Congreso en la última legislatura, cargo que aspira a revalidar. Lo entrevistamos para analizar el actual contexto político y, sobre todo, para hablar de los objetivos con los que la CUP concurre a los comicios estatales.
Deja claro que sólo se plantearán votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez si tiene un compromiso con un referéndum de autodeterminación, se muestra crítico con la estrategia negociadora de ERC ("de la mesa de diálogo no ha salido nada"), considera que la mejor forma de hacer frente desde Catalunya a un hipotético gobierno del PP y Vox es "pasar a la ofensiva" y opina que Sumar "supone una rebaja de planteamientos" respecto a Podemos y es un proyecto "mucho más centralista".
Teniendo en cuenta los estándares de la CUP, en esta ocasión sus bases decidieron de forma relativamente clara volver a concurrir a las elecciones generales. ¿Con qué objetivo quieren ir a Madrid?
Por un lado, pensamos que hay unas voces que si no estamos nosotros no están representadas. Representamos una idea de independencia radical, una independencia para cambiar profundamente cuestiones sociales y económicas, damos voz también a un anticapitalismo muy necesario. Vemos al capitalismo como un sistema fallido desde un punto de vista tanto social como ecológico, socialmente la pobreza no disminuye y la riqueza se concentra y ecológicamente vemos cómo la mitigación del cambio climático no está siendo posible con las economías capitalistas, que necesitan crecer hacia el infinito. Por otro lado, también traemos una propuesta que queremos hacer extensiva al conjunto del independentismo sobre la necesidad de recuperar la idea del referéndum de autodeterminación y hacerla valer.
¿Que hayan decidido volver quiere decir que hacen un balance positivo de la labor desarrollada en el Congreso?
Sí, pensamos que ha sido un altavoz, dentro de las limitaciones que tiene la lucha institucional. Nos ha servido para tener posicionamientos críticos en torno a cuestiones que de no estar nosotros habrían pasado sin esa crítica. Pienso, por ejemplo, en la situación de la guerra de Ucrania y el aumento del presupuesto militar y otros incumplimientos o insuficiencias de ese llamado gobierno más progresista de la historia.
En clave estatal, las elecciones del 23 de julio en principio se plantean como una dicotomía entre un posible gobierno del PSOE y Sumar y uno del PP y Vox. Si la CUP obtiene representación y sus votos son decisivos, ¿estaría dispuesta a facilitar la investidura de Pedro Sánchez?
Nunca votaríamos a un gobierno del PP y de Vox ni nos abstendríamos al respecto, siempre votaríamos en contra. En cuanto a un gobierno continuista, lo que haríamos valer es esta reivindicación mayoritaria dentro de la sociedad catalana de poder celebrar un referéndum de autodeterminación, lo mismo que pusimos en 2019 sobre la mesa. En ese caso acabamos votando en contra, aunque se había creado una especie de sucedáneo de la reivindicación nuestra de autodeterminación que era la mesa de diálogo. Nos la miramos con mucha suspicacia en ese momento y pensamos que el tiempo nos ha dado la razón, es decir, la mesa de diálogo no ha servido para que este reclamo mayoritario de la sociedad catalana, que es ejercer el derecho a la autodeterminación, se pudiera concretar. En cualquier escenario de investidura que pase por tener nuestro apoyo, haremos valer esta necesidad de un referéndum de autodeterminación y lo hacemos extensivo al conjunto de votos independentistas. La fuerza que tendría la CUP es relativa comparada con la que podría tener todo el independentismo exigiendo ese referéndum, que sería mucho mayor.
¿Han sido muy críticos con el Gobierno español, pero teniendo en cuenta su propia correlación interna de fuerzas, con una preponderancia muy clara del PSOE, era realista pensar que podía ir mucho más lejos en cuestiones sociales y económicas?
Lo que ocurre es que si el problema era de correlación, ahora será más o menos similar y Sumar creo que supone una rebaja de planteamientos con relación a Podemos. Por tanto, no sé si es tanto un problema de correlación de fuerzas como de proyectos estratégicos que tiene la izquierda española. La izquierda del 15M sí que nació con la idea de que el problema era el régimen del 78 y lo necesario era un proceso constituyente y apoyar la autodeterminación de los pueblos, y en particular a la de Catalunya. Esto ha ido menguando.
Continuamos pensando que más allá del gobierno que pueda haber, el problema del Estado español es el régimen del 78, es decir, todo aquello en que no existe el gobierno, es la judicatura, el poder de los grandes medios de comunicación, el poder del Ibex, el poder de sectores muy conservadores dentro de la Iglesia... Y que sin la ruptura con este régimen del 78 las políticas que se pueden hacer son muy limitadas. Y la fuerza para esta ruptura sigue estando en las naciones sin estado, en particular Galicia, Euskal Herria y los Països Catalans y, especialmente, Catalunya. La idea para nosotros es que romper el régimen del 78 es necesario para todas las reivindicaciones de izquierdas y populares y donde hay suficiente masa crítica para que esto pueda ocurrir es en Catalunya en una primera instancia. Por tanto, no habrá ningún gobierno español, por muy izquierdas que sea su composición, que pueda escapar de esta coraza del régimen del 78.
En un contexto de auge de la extrema derecha y, sobre todo, de blanqueamiento y normalización de sus planteamientos, ¿sería interesante explorar alianzas amplias con las diversas izquierdas del Estado?
Nosotros con los que tenemos sintonía es con las izquierdas que son soberanistas e independentistas, es decir, el BNG y EH Bildu, con quienes compartimos esta idea de que la fuerza por la ruptura se encuentra en nuestros respectivos pueblos. Con estas fuerzas podemos entendernos, con otras fuerzas, en la medida en que han abandonado mucho la idea de autodeterminación y de proceso constituyente, ahora mismo estamos más lejos que en otros momentos.
¿Qué tipo de relación pretenden tejer con Sumar?
Nos gustaría que volvieran a la idea de referéndum y de autodeterminación, que en su día hizo que ganaran las elecciones generales en Catalunya dos veces consecutivas. No es muy buena señal algunas cosas que han pasado en la constitución de esta fuerza. Desde el momento en que ponen a una candidata desde arriba como paracaidista desde Madrid ya da a entender que es un proyecto mucho más centralista que aquella idea confederal con la que los Comuns se sumaron a Podemos. No hay buenos indicios que vuelvan a la idea de referéndum y autodeterminación, pero nosotros seguimos estando donde estábamos y si trabajan con esta idea seremos aliados.
¿Qué opinión tiene del proceso de articulación de Sumar con vetos explícitos a dirigentes de Podemos, como la ministra de Igualdad, Irene Montero?
Nos parece un error la forma en que lo han hecho. Pese a tener diferencias con la ministra Montero, porque no apoyamos la ley del sólo sí es sí [se abstuvieron], es verdad que la guerra que ha sufrido ha venido sobre todo de la derecha y la extrema derecha. La han querido desgastar por ser una mujer valiente en cuanto a querer llevar a cabo una serie de avances por el feminismo. Y dejarla caer de la forma que lo ha hecho Sumar es un mensaje negativo para la batalla cultural contra la extrema derecha y la derecha. En el sentido de querer apartar a alguien que ha estado en el centro de las polémicas, pero que lo ha estado por ser coherente con los avances que quería hacer. La actitud frente a la derecha y la extrema derecha debe ser plantarle cara, sabiendo que esto implica un gran desgaste para las personas que están al frente y las formaciones políticas que lo hacen.
En las municipales se puso de manifiesto una desmovilización, que en clave catalana afectó tanto al independentismo como a la izquierda. ¿A qué lo atribuye?
Estamos viviendo la resaca del Procés independentista y, en cierto modo, también del 15M. Son las postrimerías de este ciclo, que abrió muchas posibilidades e hizo que nos sintiéramos protagonistas de la política, con las ideas de "queremos hacer los cambios que nosotros queremos" y haremos procesos constituyentes y levantaremos una república. Cuando esto ha sufrido el desgaste y la represión, principalmente la represión es un elemento que nunca debe olvidarse que ha sido central, ha venido más una fase de desorientación y desánimo, que nos ha ido contagiando a todos. No significa que esto sea irreversible, sino que debemos hacer lo posible porque de acuerdo con el momento actual y las fuerzas actuales encontrar caminos para seguir avanzando. La abstención nos la tomamos como una crítica y, por tanto, sabemos que debemos hacer cambios, lo tenemos clarísimo.
Este doble ciclo, del Procès y el 15M, en cierto modo iba vinculado a horizontes de esperanza, lo que algunos llamaban las "utopías disponibles". Sin un horizonte de esperanza, ¿estos espacios lo tienen mucho más difícil para movilizar que los espacios reaccionarios?
Sí, hay una frase que me parece que es de Gramsci que viene a decir que el fascismo triunfa allá donde la revolución ha fracasado. Creo que aquí no llegamos a estar en un estadio de revolución muy avanzado, pero había un germen revolucionario. En octubre del 2017 es cuando llegamos más lejos y llega un punto donde el Estado ya no controla mucho lo que ocurre en Catalunya y se hace un referéndum y una huelga general dos días después y eso estaba aglutinando fuerzas que iban más allá de independentismo tradicional. Tenías un grueso de la sociedad con posiciones constituyentes e insurreccionales y no haber podido culminar esto fruto de varios elementos es lo que ha provocado el péndulo contrario. Y ahora se envalentonan las posiciones de ultraderecha, que niegan los valores democráticos, la diversidad, que el feminismo haya servido para avanzar...
Con las excepciones de las comarcas de Girona, en las municipales hubo un retroceso generalizado de la CUP, que no obtuvo representación en Barcelona, Lleida y Tarragona, ni en las principales ciudades metropolitanas. En un contexto de dificultades materiales, su mensaje parece no llegar bien. ¿Qué falla?
La situación global no nos acompaña, éramos una opción radical tanto desde el punto de vista social como nacional dentro del bloque independentista, en el momento en que este bloque está retrocediendo, haciéndose pequeño y perdiendo apoyo, nosotros vamos en consonancia. Cuando no hay un horizonte de vamos a ganar la independencia y vamos a ganar el proceso constituyente se resiente todo el mundo y especialmente nosotros, porque nunca hemos sido un partido de gestión de la institución vigente. Venimos de muy atrás y hemos tenido alcaldías desde hace mucho, pero el crecimiento ha venido en el momento en que se abre el mapa político. Ahora que la dirección es la contraria, el espacio se hace pequeño, pero es verdad que aguantamos bastante bien allá donde el proyecto está muy arraigado. En la mayoría de sitios donde hemos estado en el gobierno, los resultados son buenos. Hay un núcleo duro que es fuerte, en particular en la ciudad de Girona, la comarca del Gironès y la demarcación nororiental el proyecto demuestra que está muy bien insertado socialmente y arraigado y, a pesar de la coyuntura, allí se aguanta y, incluso se crece.
De cara al 23J, se están realizando llamadas a la abstención por parte de ciertos sectores independentistas, del entorno de la ANC. ¿Sirve por algo o alimenta el riesgo de la antipolítica?
Entiendo la abstención del desencanto y de la crítica hacia nosotros. Nosotros mismas la hemos defendido en más de una situación política anterior. Lo que dudo es que de eso ahora mismo pueda salir una regeneración independentista o una estrategia por sí sola. Regalar los espacios institucionales al PSOE, al PP o al que sea castigando al independentismo, no hará que esa regeneración y esta nueva estrategia surjan ni más rápido ni mejor.
Decía antes que el tiempo le ha dado la razón con la mesa de diálogo, en el sentido de que no ha servido para resolver el fondo del conflicto político con el Estado. ¿Pero por dónde pasaría una posible alternativa?
El problema de la mesa de diálogo primero es que sólo se la creyó un partido, no se iba como país ni como movimiento, se iba como un partido que es el que le ha defendido desde el principio y hasta el final. El otro problema es que no fue acompañada de movilización y eso en el a, b, c de los conflictos políticos, sociales y laborales sabes que sin la capacidad de movilizar, hacer huelgas o lo que sea lo que pones sobre la mesa de negociación tiene mucha menos fuerza. Y es lo que he acabado pasando, de esta mesa no ha salido nada porque el independentismo iba sin fuerza.
El Estado no tiene ninguna intención de refundarse, esto es fundamental, pero aparte el independentismo iba sin fuerza. El Estado no se sentía presionado para reconocer ese clamor mayoritario que existe en Catalunya de ejercer el derecho a la autodetemrinación. En cierto modo la mesa es hija de un escenario de movilización, por un lado los votos independentistas son necesarios para la investidura pero lo que también lleva a crearla es una situación de conflicto evidente [en 2019 con las protestas contra la sentencia del Supremo en el juicio del 1-O], en el momento en que este conflicto se desmoviliza la mesa queda sin efectos.
Por tanto, ¿el primer paso para negociar una resolución pasaría por recuperar esta presión hacia el Estado?
Exactamente, esto es lo que hemos estado también diciendo mucho en Catalunya. Más allá de escenarios de investidura, lo que necesita el independentismo para hacer valer su fuerza es actuar en Cataluña y ganar apoyo a la independencia dentro de la sociedad catalana. La fuerza que pueda tener en el Congreso es un plus, pero lo importante es la batalla que se da en el seno de nuestra sociedad. Y lo que he hecho Esquerra liderando el independentismo de unos años hacia aquí le ha restado fuerza y eso lo vemos. Ha ido bajando en las encuestas y ahora en las municipales se ha concretado también este bajón y tener la Generalitat en manos de una fuerza independentista, una fuerza republicana, y que lo anunció desde una intención histórica, no se ha notado nada.
Los proyectos económicos que tenemos sobre la mesa son puro continuismo con los modelos anteriores, desde el Hard Rock, que significa más turismo y más precariedad, hasta unos Juegos de Invierno sin nieve, por el cambio climático, o el Cuarto Cinturón. Esto no son proyectos que hagan movilizar, nada tienen que ver estos objetivos de país con lo que llevó al 2012 a iniciar el Procés, que era la idea de hacer una república, un proceso constituyente, decidir cosas mucho más profundas y llevar un modelo nuevo, esto es en lo que nos hace ganar adhesiones. Sin apuntar a este nuevo modelo, la movilización es mucho más difícil.
¿A qué atribuye que este tipo de propuestas si quiere desarrollistas, más propias de los años 80 y 90 que de 2023, en plena emergencia climática, hayan recuperado centralidad? ¿El 'establishment' ha recuperado posiciones?
Correcto, es exactamente eso. En el momento en que defiendes un modelo económico alternativo sabes que quien apuntará hacia ti serán los principales medios de comunicación, los creadores de opinión, esos lobbies que están tan insertados en la sociedad, aunque parezcan invisible. O contrapones una alternativa que movilice a tu gente o la tendencia a hacer lo que ellos quieren es muy grande. Y en el caso de Barcelona también se ha visto. Aunque en algunas cuestiones los Comuns tenían un modelo diferente, en otras han acabado pasando por el aro y en la cuestión de los cruceros es muy claro. O plantas cara y sumas fuerzas para hacerlo, o la tendencia de estos lobbies es a seguir mandando ya hacer valer sus intereses económicos haya.
Si realmente de las generales sale un gobierno del PP y Vox, ¿cómo debería responderse desde Catalunya, teniendo en cuenta que podría comportar ataques al autogobierno?
Tanto en el País Valencià como en las Balears ya estamos viendo de qué va la historia. Contra lo que dijo en su día Pablo Iglesias que el independentismo había despertado al fascismo, lo que le molesta al fascismo no es sólo la independencia, sino la simple existencia de una nación diferenciada. No lo dicen así, pero es así, lo que les molesta es que el catalán todavía tenga espacios públicos o que haya personas que no nos sintamos españoles y eso quieren erradicarlo. En el País Valencià y en las Balears, donde no hay ningún proceso independentista en marcha ni lo ha habido recientemente, están yendo a atacar a los medios de comunicación en catalán y el uso del catalán en las administraciones públicas. Lo que niegan ya no es nuestro derecho a la independencia, sino la propia identidad.
Ante un eventual gobierno español de PP y Vox lo que deberíamos plantear en serio es ejercer la autodeterminación para todos aquellos que Vox quiere en la papelera. La república catalana es el antídoto en la papelera de Vox, será la república de todos aquellos colectivos quiere volver a ser dominados políticamente, como las mujeres, el colectivo trans, los migrantes, la población catalanohablante... Todo esto es la diversidad en la que debería estar basada nuestro proyecto de república.
Es evidente que con un gobierno así un referéndum acordado sería del todo inviable, pero ¿no sé si ve bien la idea de materializar de algún modo un "frente democrático soberanista" que planteó el president Aragonès?
Lo único que podemos decir es que la mejor defensa es un buen ataque, situarnos únicamente a la defensiva para proteger lo que tenemos es un error. Por ejemplo, el catalán en la escuela está mal aunque Vox no haya tocado ni una cuota de poder y está mal porque no se ha querido hacer políticas activas de promoción de la inmersión lingüística, no se ha continuado a la ofensiva. Se trataría de no limitarnos a frenar estos ataques, sino de desplegar nuestras propias ofensivas. El independentismo tiene y debe tener un proyecto para las mayorías, pero debe conectar con él y rechazar lo que venga impuesto por un gobierno de derecha y de extrema derecha.
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