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Agustín Santos, 'número dos' de Sumar: "Putin colocó a Europa bajo el umbral de una OTAN que estaba muerta"

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madrid, Actualizado:

Agustín Santos Maraver, embajador de España ante la ONU durante el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos y el que fuera jefe de Gabinete de Miguel Ángel Moratinos, cuando éste era ministro de Asuntos Exteriores –en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero–, ha abandonado el cuerpo diplomático para dar un salto a la política y unirse a Sumar. Va de 'número dos' al Congreso en la lista por Madrid. Solo le adelanta Yolanda Díaz. Su larga y reconocida trayectoria aporta al movimiento de la izquierda una mirada progresista de la política exterior.

Cuando hizo este anuncio, Santos Maraver sufrió un ataque atroz por parte de antiguos compañeros. Un grupo de 68 diplomáticos jubilados, con un perfil conservador e incluso de extrema derecha, firmaron una carta en su contra titulada Diplomático de día, tramposo de noche, que causó un gran revuelo. A días de las elecciones del 23J, Santos Maraver habla con Público sobre los desafíos de la política exterior española.

¿Se puede ser embajador, representar al Estado español, y además ser progresista o de izquierdas?

Lo curioso es que se haga la pregunta y no sea obvia la respuesta. Ha habido un intento por parte de la derecha de monopolizar la carrera diplomática al servicio, primero, de la dictadura y, después, de las posiciones más conservadoras. Yo quiero recordar a los 74 diplomáticos que defendieron la República y mantuvieron nuestro servicio exterior durante la guerra; a Julio Cerón, que en la clandestinidad ayudó a fundar el 'Felipe' (Frente de Liberación Popular); a Fernando Morán y a Paco Villar. Cuando yo entré en la Escuela Diplomática, Morán y Villar estaban en un cuartucho y lo primero que nos dijo el director de la escuela fue que no nos acercásemos a ellos. Fue en 1980, ya habíamos celebrado las primeras elecciones [democráticas] y teníamos la Constitución.

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La carrera diplomática siempre ha tenido posiciones ideológicas. Detrás de la fórmula del consenso de políticas de Estado lo que se esconde es la política de la derecha. Por eso, nosotros preferimos utilizar el nombre de política exterior progresista y feminista, porque refleja mejor los valores de nuestro país, que son, en su mayoría, progresistas y que han propiciado un enorme avance en el terreno de los derechos de las mujeres y de la igualdad.

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Lo que pretendían [los exembajadores] con esa carta era atemorizar a los jóvenes diplomáticos: 'si eres joven y entras en el cuerpo diplomático, acuérdate que nosotros –y los que son como nosotros– decidiremos sobre tu futuro, sobre tus puestos, sobre tu avance en la carrera, y, por lo tanto, alineate con nosotros'. Esto es peligroso. Las personas que lo firmaron se descalifican por sí mismas, algunas por su propia hoja de 'servicios' al país.

El sector progresista, con todos los errores que hemos podido cometer, con todas nuestras incertidumbres, hemos hecho una contribución importante a la modernización de España y a tener un servicio exterior del que podemos sentirnos orgullosos.

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¿Y se puede ser republicano?

Nuestra Constitución dice que tenemos libertad de opinión política y libertad de conciencia. Quienes lo ven en plan negativo simplemente no defienden los valores democráticos que nos costaron tanto traer a España.

El cuerpo diplomático tiene fama de conservador, formado por personas de clase alta, adineradas y con apellidos compuestos. ¿Las nuevas generaciones pueden cambiarlo?

El servicio exterior ha sido una montaña rusa, ha dependido mucho de la situación general del país. Cuando yo entré, en los años 80, había una generación que venía de la lucha contra el franquismo en las universidades, tenía voluntad de servicio público. El tribunal [de las oposiciones] intentó seleccionar convenientemente en aquella época y hubo casos de discriminación negativa. Yo tuve suerte, la composición de mi tribunal era progresista, por ejemplo, estaba Ángel Viñas.

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Agustín Santos Maraver, 'número dos' al Congreso en la lista por Madrid de Sumar. — Jaime García-Morato

Además, preparar las oposiciones cuesta un dineral, suponen entre 5 y 6 años de dedicación exclusiva, las familias tienen que apoyar. Esto lo hemos intentado cambiar porque este sistema no es muy racional. No tiene sentido que después de aprender dos idiomas, el ejercicio se convierta en una prueba memorística o entrevistas sobre actitudes sociales que son heredadas más que aprendidas. Yo espero que la reforma de la Ley del Servicio Exterior nos permita avanzar y democratizar el acceso.

¿Por qué un embajador con una carrera tan acreditada como la suya salta a la política y se integra en un partido de izquierdas?

Estos cinco años en Naciones Unidas me han empujado a ello. Hay una gran contradicción entre los programas del Partido Popular y Vox y el programa de la ONU, el más avanzado que tiene la humanidad e imprescindible para hacer frente al cambio climático, a la lucha contra la desigualdad y contra un sistema económico injusto. ¡Imagine mi sorpresa cuando vi la lona contra la Agenda 2030, los derechos LGTBI y de las mujeres!. Vi cómo todo por lo que he estado cinco años trabajando se tiraba alegremente a la basura. La imagen del país es desastrosa. Mi deseo es llevar la meritocracia a la política exterior.

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Con motivo de la Guerra del Golfo [invasión de Irak en 2003], la ciudadanía española se dividió a favor y en contra, y lo mismo ocurrió en el cuerpo diplomático. Hubo quien apostó por esa guerra y luego los que defendimos que no se podía apoyar porque no era justa.

Creer en el multilateralismo y en el sistema de Naciones Unidas surgido tras la Segunda Guerra Mundial, francamente, son razones suficientes para participar en la política.

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El mundo atraviesa momentos muy complejos (Ucrania, millones de migrantes, el despertar de la extrema derecha…), pero ningún partido habla de política exterior en la campaña.

La campaña electoral ha sido muy corta, de tres semanas, y solo ha permitido sacar asuntos de política nacional. Pero hay que tener en cuenta que gran parte de las cuestiones que debatimos, como la reforma de nuestro mercado de trabajo, el nuevo contrato social, nuestro plan energético y nuestra transición ecológica, sólo tienen solución a nivel global.

España, con su política progresista y feminista, ha hecho importantes contribuciones en las COP sobre el cambio climático, en la Agenda 2030. Espero que, después del 24 de julio, la Comisión de Exteriores tenga un papel más importante. El 67% de toda nuestra producción legislativa son transposiciones comunitarias. Contribuimos a ello en las instituciones europeas, pero llegan aquí y tenemos una comisión mixta Senado-Congreso que no cumple su función. Nosotros proponemos una reforma de la ley para que esa comisión sobre asuntos de la UE cumpla funciones de control.

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¿Cómo hacemos llegar a la ciudadanía estos asuntos tan complejos?

Es importante que nuestra política exterior se decida en el Parlamento y la ejecute el Gobierno para que sea política de Estado, y no se imponga desde arriba. Ese proceso fue claro durante años, después de la guerra de Irak, cuando la política exterior se convirtió en un fenómeno popular de discusión. Yo espero que esto vuelva a ser así para la calidad de nuestra democracia.

¿Cuál es la posición de Sumar sobre la invasión rusa de Ucrania y el perfil que está adoptando Europa y la OTAN?

Nuestro punto de partida es defender la posición de Naciones Unidas. La invasión rusa es una violación del derecho internacional y de la integridad de Ucrania; por lo tanto, cualquier salida justa implica restablecer los principios de la Carta de Naciones Unidas. Sobre esa base, hay dos aspectos.

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"El proceso diplomático para acabar con la guerra en Ucrania se abrirá en los próximos meses"

El primero es que Ucrania tiene derecho a defenderse y el segundo, que todas las guerras acaban en procesos diplomáticos. De hecho, esta guerra comenzó porque fracasó un proceso diplomático, los Acuerdos de Minsk, a partir de la guerra del Donbás, después de 2014.

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Volver al proceso diplomático es nuestro objetivo. La guerra ya ha costado más de 250.000 vidas y llegará un momento en que se alcance un equilibrio militar para resolver el conflicto. El objetivo es conseguirlo por medios diplomáticos y esta fase va a llegar muy pronto, debemos prepararnos para ello. Al mismo tiempo que apoyamos a Ucrania, debemos preparar las condiciones para dar el paso.

Putin amenazó con la guerra nuclear a toda Europa en el momento de la invasión. Si no se le daba un cheque en blanco para proseguir su campaña militar, podría utilizar armas nucleares tácticas.

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Agustín Santos Maraver, 'número dos' al Congreso en la lista por Madrid de Sumar. — Jaime García-Morato

Automáticamente, coloca a todos los países europeos bajo el umbral de la OTAN, porque la OTAN es el único umbral de protección que existe en Europa frente a una amenaza nuclear externa. Y lo que era una institución muerta de la Guerra Fría, que –según algunos dirigentes europeos– vivía con encefalograma plano, encontró su propia justificación: volver al equilibrio de la destrucción mutua asegurada. Y ahí es donde estamos otra vez. El objetivo es, por sentido común, salir cuanto antes.

Nuestra propuesta es que Europa gane autonomía estratégica y que el artículo 47.2 del Tratado Europeo, que implica mecanismos de seguridad colectivos, pueda ir reabsorbiendo ese mapa de seguridad para que Europa no esté sometida al chantaje nuclear y a una destrucción masiva. Chernobyl puede quedarse pequeño comparado con lo que puede suponer un accidente nuclear en Zaporiyia. Es urgente acabar con la guerra y abrir un proceso diplomático.

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¿Hay voluntad política para avanzar hacia la negociación?

La voluntad política se va construyendo, no es fácil porque partimos de una correlación de fuerzas en la que de los 27 estados miembros sólo cuatro o cinco tienen gobiernos progresistas. La realidad es muy tozuda y esperamos que se imponga (la negociación) lo antes posible porque ahorrará vidas. También necesitamos superar la crisis económica. El incremento del coste de vida en toda Europa empuja a que ya haya un bloque de países que empiezan a presionar para una salida diplomática urgente. Ese es el futuro y lo tendremos delante en los próximos meses, tendremos un verano y un mes de septiembre muy difíciles porque ahora las operaciones militares tienen prioridad.

¿Qué opina sobre los mensajes con tono belicista de Josep Borrell?

Yo tengo un gran respeto y admiración por Josep Borrell, lo que no quiere decir que esté de acuerdo con él, como él tampoco está de acuerdo conmigo, en algunas cosas. La labor de Borrell ha sido muy difícil y complicada. Empezó con un viaje a Moscú, donde fue literalmente despedido de malas formas porque Putin no quería reconocer el papel de la UE, pretendía bilateralizar sus relaciones con los estados miembros, aislar a Polonia y a los bálticos, y debilitar la construcción europea. Borrell respondió a eso.

"La derecha ha intentado monopolizar la carrera diplomática"

Después algunos países han dudado sobre sostener o no al Gobierno de Kiev, hubo momentos en los que Borrell priorizó asegurar que Ucrania no cayera. Con el paso del tiempo, los historiadores verán hasta qué punto fueron acertadas unas frases u otras. De lo que sí estoy seguro es que la intención de Borrell es ganar autonomía estratégica para Europa.

Hay un despertar de la extrema derecha en Europa. ¿No fue suficiente la Segunda Guerra Mundial y nuestra Guerra Civil para detener esta amenaza?

La situación en Europa es muy preocupante y no abordarlo como tal es inaudito. Está ocurriendo en España con Vox, que es un partido de negación a Europa, y también con el PP, que solo piensa en 'qué hay de lo mío' en el Consejo de Europa. Necesitamos políticas propositivas para construir posiciones progresistas. La extrema derecha y la derecha extrema crecen cuando no hay alternativas colectivas a las crisis globales. Ahí surgen salidas individuales, en las que cada cual se salva como puede y eso acaba en políticas imperialistas, de ocupación, de saqueo. Es la lucha de las ratas en un espacio pequeño que se empiezan a comer unas a otras.

Una de las decisiones más polémicas en política exterior que ha tomado el presidente Pedro Sánchez ha sido el cambio de postura sobre el Sáhara Occidental. ¿Cuál es su opinión?

Esto tienen que explicarlo los firmantes de la carta, yo puedo explicar el marco general en el que se ha producido y por qué esto no tiene mucha importancia. Y sé que esto suena contrario a lo que yo debería decir, que sí, que tiene una importancia enorme y, por lo tanto, que los socialistas [que apoyan a los saharauis] voten a Sumar. Pero lo importante es que se ha abierto una ventana de oportunidad que había estado cerrada durante más de 15 años después de 12 mediadores vetados por ambas partes y toneladas de resoluciones que dicen todas lo mismo. Hace falta una negociación justa y que permita la libre autodeterminación del pueblo saharaui.

Por fin, hemos conseguido un mediador, Staffan de Mistura, uno de los mejores diplomáticos de la ONU y quien ha empezado a reabrir el proceso de negociación entre Marruecos y el Frente Polisario. Ahora es importante un cese el fuego [...]. El presidente del Gobierno y su ministro de Exteriores pueden opinar que el plan presentado por Marruecos de autonomía es el más realista y viable, pero lo que importa es lo que se acuerde entre las partes.

"Subir un metro más la valla fronteriza [de Melilla] y poner más dispositivos sirve de consuelo a los imbéciles"

Ambas tienen derecho a veto en el proceso. Lo que nos corresponde a nosotros es apoyar para que puedan llegar a un acuerdo que permita el retorno de los refugiados de Tinduf, que llevan la friolera de 50 años viviendo en condiciones inhumanas en campos de refugiados.

Llegar a un acuerdo libremente es la teoría, pero en la práctica es un proceso injusto y desigual…

Yo diría lo contrario, si hubiera sido tan fácil para Marruecos no llevarían 50 años en esta situación y no tendría tanto peso el tema saharaui para Marruecos. La ONU está para garantizar que el proceso es jurídicamente entre iguales, y eso nos permite hablar con esperanza. Lo que no es conveniente es atascarse otra vez, condenar a una generación más de refugiados.

Mientras tanto, los saharauis sufren violaciones de los derechos humanos.

Los casos de violaciones de derechos humanos son conocidos. El Alto Representante de Derechos Humanos emite un informe al Consejo de Seguridad de forma continua y el Consejo de Derechos Humanos nombra a sus relatores y sigue el procedimiento. Hemos tenido desgraciadamente casos en los territorios ocupados, también en Marruecos, como en el Rif. No es un terreno en el que no opere la comunidad internacional y en el que no haya vigilancia y control. Todos los casos son muy lamentables y tenemos que discutirlos uno a uno.

Las relaciones con Marruecos son complejas y sensibles, pero la sensación es que Marruecos hace chantaje a España. ¿Cree que Rabat se ha excedido?

Si no se desarrolla la esfera del sur y el Magreb, se va a producir una situación insostenible en los próximos años tanto a una orilla del Mediterráneo como a la otra. Nuestro objetivo básico es crear una relación de cooperación que permita a Marruecos, Argelia, Mauritania y otros países de esa zona superar el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que les separa de España, Italia y Francia.

España ha sido una potencia colonial en Marruecos y a mí me asombra que no esté constantemente en la conciencia y en la memoria democrática de todos nosotros. Un país que ha hecho tres guerras en suelo marroquí, debería de ser cuidadoso cuando habla. Marruecos cumple el papel esencial de ser una barrera de contención, como Argelia o Mauritania, para los flujos migratorios.

Si no estabilizamos el Sahel, si no hacemos que tenga capacidad de desarrollo para sostener a sus poblaciones de una manera digna, ¿qué vamos a hacer frente a los flujos migratorios que salen disparados hacia el norte buscando condiciones mínimas de supervivencia?, ¿elevamos, metro a metro, las vallas de nuestras fronteras?, ¿esperamos que se estrellen contra esas fronteras y subcontratamos a Marruecos para que haga ese trabajo securitario que nosotros no nos atrevemos a reconocer porque defendemos los derechos humanos?

Necesitamos cambiar de raíz del tipo de relación y la conciencia, necesitamos relaciones de coprosperidad y comprender que lo que le vaya bien a estos países nos irá bien a nosotros, y viceversa.

Usted ha dicho que Marruecos es un régimen de co-soberanía entre el rey y el pueblo y recibió, por ello, críticas.

Se lo explico. Marruecos tiene una Constitución, de 2011, que se parece mucho a la Constitución 'canovista' que tuvo España antes de la Segunda República. Es una Constitución en la que la soberanía no emana del pueblo, sino que tiene dos focos de emanación: la corona y el pueblo marroquí. Marruecos celebra elecciones y tiene partidos –con limitaciones–.

Los independentistas saharauis de los territorios ocupados, por ejemplo, no pueden participar en las elecciones municipales. Es una democracia limitada. El índice de Freedom House, que mide la democracia, le otorga a Marruecos 37 de 100 puntos, pero a Argelia le otorga 32, a Mauritania menos y a Túnez aún menos. No reconocer esto es faltar a la verdad y crear un conflicto permanente que no nos ayuda. Lo que no tiene sentido es que adoptemos una actitud de vieja potencia colonial diciendo a un país, en el que hemos tenido tres guerras en su suelo, lo que nos gustaría que hiciera sin mayores matices.

Hablemos de la masacre de Melilla, nadie ha asumido responsabilidades.

Estas cosas ocurren por la incapacidad, por parte de Marruecos, de poder regular el flujo de migración sudanesa que se había acumulado en la zona y, por la parte española, de no tener recursos. Lo que se hizo fue aumentar los elementos de la capacidad securitaria sin tener los medios para evitar aquella horrible masacre. Porque fue una masacre, lo vimos todos, las fotos están ahí y nos repugna. Lo que tenemos que evitar es que, tanto del lado marroquí como del español, algo así no vuelva a ocurrir.

Por mucho que se suba la valla, por mucho dispositivo de seguridad, no se evita que miles de personas desesperadas se jueguen la vida y se dejen trozos de piel en las serpentinas. No hay solución securitaria para esto, lo que necesitamos son políticas de desarrollo de nivel. Nosotros podemos subir del 0,34 al 0,7% [del PIB los fondos de cooperación], pero no basta. El problema es Sudán, o se resuelve la situación colectivamente a partir del multilateralismo de Naciones Unidas o es vender humo. Lo mismo ocurre con Mali, Burkina Faso y Ghana. Frente a eso, subir un metro más la valla o poner más dispositivos puede servir de consuelo a los imbéciles.

El Mediterráneo es un cementerio y la ruta Canaria está en pleno apogeo, ¿Qué propone Sumar ante la situación inhumana que padecen los migrantes?

Sin soluciones globales a medio y largo plazo, esto no hay por dónde cogerlo. Pero también necesitamos respuestas transitorias para solventar los problemas urgentes. Europa necesita una política de asilo y acogida, no podemos retrasarlo más porque cuesta vidas todos los días en el Mediterráneo y el Atlántico. Necesitamos la reforma de los acuerdos de Dublín inmediatamente para lograr una distribución equitativa y evitar que continúe la tragedia siria en Lesbos. Necesitamos apoyar a las islas Canarias. Pero, al mismo tiempo, tenemos que ser razonables: queremos un proceso migratorio legal y controlado en situaciones incontroladas y que somos incapaces de gestionar.

¿Qué aporta usted a Sumar de cara al 23J?

Yo aporto compromiso político, conocimiento y experiencia en temas internacionales, producto de una larga carrera diplomática y de participar en las esferas de la Unión Europea y las Naciones Unidas, donde se va a jugar el futuro de la humanidad en los próximos años.

Debido a la extensión de la entrevista, esta ha sido editada. Puedes verla completa en el canal de Youtube de Público.

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