Este artículo se publicó hace 2 años.
El acuerdo sobre la bocina en Andalucía evidencia la complejidad de una futura unidad de las izquierdas en el Estado
Podemos, IU, Más País y Alianza Verde acuerdan una confluencia momentos antes del cierre del límite para registrar marcas. Las negociaciones afloran tensiones y desconfianzas entre los distintos partidos llamados a configurar un frente amplio.
Madrid-Actualizado a
A última hora, con reticencias y con la sensación de que la unidad de la izquierda se parece en la actualidad más a un proceso de construcción que a una realidad. Podemos, Izquierda Unida, Más País, Alianza Verde y Equo han rubricado un acuerdo para concurrir juntos en las elecciones andaluzas del próximo mes de junio.
La candidata de la coalición será la dirigente de IU Inma Nieto, y la candidatura se denominará Por Andalucía, después de que el partido de Belarra la aceptara a última hora de este viernes, a escasos minutos del cierre del registro de candidaturas. El acuerdo llega después de una negociación que se ha prolongado durante meses y que ha vivido auténticos momentos de tensión en esta última semana.
De hecho, desde el miércoles el proceso de negociación apuntaba más a la ruptura que a la alianza, y las distintas formaciones han protagonizado reproches cruzados y se han acusado de querer restar fuerza política al resto de organizaciones.
Aunque en muchos momentos el cisma del frente amplio pareció consumarse, finalmente el acuerdo se ha impuesto a la ruptura, y la primera prueba de fuego del proyecto político de Yolanda Díaz parece haberse superado con éxito.
La propia vicepresidenta segunda del Gobierno viajó el jueves a Andalucía, acompañada del ministro de Consumo y coordinador general de IU, Alberto Garzón, con el objetivo de tratar de empujar hacia una confluencia que esa jornada (en plena Feria de Abril de Sevilla) parecía imposible.
El proceso de negociación deja dos lecturas distintas, una positiva y otra negativa para los que defienden la necesidad de un frente amplio. La primera es que, pese a todas las dificultades, el acuerdo ha imperado sobre la ruptura, y formaciones que hace apenas unos meses se evitaban a toda costa (como Podemos y Más País) remarán en una misma dirección en las elecciones andaluzas.
Un acuerdo complicado
Durante las conversaciones, además, los de Ione Belarra e Izquierda Unida estuvieron a punto de protagonizar una ruptura en este territorio que habría tenido consecuencias imprevistas para el grupo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso e, incluso, para los Ministerios de UP en el Gobierno (algunas voces llegaron a apuntar en determinados momentos que era posible ver a Belarra e Irene Montero confrontar con Alberto Garzón en la campaña andaluza).
Finalmente, esto no ha ocurrido, y el espacio confederal ha priorizado su supervivencia. La segunda lectura, sin embargo, apunta a que, más allá del resultado, el proceso negociador ha dejado un sabor de boca que hace prácticamente imposible apuntar hacia el refuerzo del espacio.
En los últimos días, las distintas organizaciones han llevado sus diferencias a límites que hicieron peligrar el acuerdo, pese a que esto representaba un riesgo real para la izquierda a nivel estatal.
Incluso en las alianzas establecidas desde 2016 (la de Podemos e IU en el denominado pacto de los botellines entre Pablo Iglesias y Garzón) en muchos momentos imperó la desconfianza, y ambas organizaciones se acusaron de querer restar fuerza institucional y política a la otra. Finalmente, Podemos ha aceptado que Inma Nieto, de IU, lidere la candidatura, que se denominará Por Andalucía, la opción elegida por los de Garzón y Más País.
El acuerdo en Andalucía sienta un precedente crucial en el camino hacia la confluencia y el ensanchamiento de la izquierda, e inaugura dinámicas de unidad que no se veían desde hace prácticamente seis años.
Sin embargo, el proceso negociador previo deja constancia de que la desconfianza todavía opera entre las distintas fuerzas políticas, y también de que la reconfiguración de la izquierda que pretende Yolanda Díaz puede convertirse en un terreno en el que las distintas formaciones pugnen por cotas de influencia. El tiempo dirá cuál de los dos escenarios acaba imponiéndose.
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