análisis
El abrazo de Moreno a la bandera andaluza y su homenaje al 4D lo aleja de Vox y descoloca al PSOE
El viraje del PP aumenta el riesgo de vaciamiento del poder reivindicativo y de símbolo de igualdad que tiene desde diciembre de 1977 la bandera de Andalucía.
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SEVILLA, Actualizado:
Banderas de Andalucía en los mítines de la campaña del 19J; homenajes a Blas Infante, considerado el padre de la patria andaluza; recuerdo a Carlos Cano –un verdadero mito de la izquierda andaluza– en la toma de posesión; un discurso perenne con el que trata de dotar de autoestima liberal –fomento del emprendimiento y tierra de oportunidades para el capital extranjero como ejes– al andaluz que lo escuche; abrazo y encuentro con Alejandro Rojas Marcos, fundador del extinto Partido Andalucista; homenaje institucional –declarado Día de la Bandera de Andalucía– al 4 de diciembre de 1977, cuando millones de andaluces salieron a la calle para reclamar libertad y autonomía, y, la semana pasada, encuentro –tras asumir las tesis al respecto de Adelante Andalucía– con la familia de Manuel José García Caparrós, asesinado de un tiro en la manifestación de aquel día en Málaga, un crimen atribuido a la Policía Armada, los grises, que quedó impune.
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Este, resumido en diversos hechos, es el viaje que ha emprendido el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), desde que tiene mayoría absoluta. En este periplo, en el que ha buscado vincularse a la bandera de Andalucía y ha reivindicado desde la institucionalidad una efeméride, la del 4D, parapetada detrás del 28 de febrero durante los años de hegemonía socialista, ha arrastrado con él a una nueva generación de dirigentes de su partido. Para muestra, un botón: el discurso del diputado gaditano del PP Bruno García León en el Parlamento en el que reivindicó a Caparrós hubiera sido impensable en el PP de hace unos años. "Es una muerte aún con sombras y reclamamos que a esa sombra se le ponga luz", dijo. El PP de Moreno, en resumen, podría decirse que se ha envuelto en la bandera y ha querido pintar la gaviota del PP de verde y blanco –aun con tropiezos como el del anuncio institucional del 4D, locutado en castellano de la meseta, sin acento andaluz–.
¿Por qué? ¿Por puro electoralismo? ¿Porque le da votos? ¿Es sincero este abrazo de Moreno al andalucismo o al menos a sus símbolos? ¿El andalucismo está de moda? ¿Es Moreno andalucista o se ha limitado por interés a apropiarse de los símbolos? Dos cosas ha logrado, sin duda, Moreno con estas actividades. Su giro, y con él, el del PP andaluz, por sí solo lo aleja en este asunto de Vox, que no ahorra críticas a la bandera y a Blas Infante cada vez que puede, y lo une con los demás partidos en unos mínimos: la defensa de la autonomía andaluza que marca el Estatuto. También ha provocado el enfado y el desconcierto y el estupor en el PSOE de Andalucía, que siente que el PP le roba el esfuerzo de tantos años, y para el que todo obedece a un intento del presidente de reescribir la historia y de limpiar el pasado antiandalucista de la derecha.
"La impresión de que el andalucismo es una moda o está de moda viene siendo propiciada tanto por las campañas institucionales del Gobierno del PP en la Junta de Andalucía, como por el hecho de que muchos partidos políticos, en un cálculo electoralista, así lo vienen haciendo desde hace algún tiempo, sin abandonar por ello su condición de franquicia de los partidos centrales y centralistas. En este contexto, creo que esa moda es un marketing político con el objetivo de hacer aparecer al partido en el gobierno (y también a los partidos franquicia) como transversal", analiza la investigadora Pura Sánchez.
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"Moreno Bonilla es un hijo de emigrantes que ha vivido esa identidad en el exilio y eso es muy potente, es muy fuerte. [Quien está fuera] se siente doblemente andaluz. Luego en su formación política ha mamado de Manuel Clavero y tiene un andalucismo similar al de Manuel Pimentel [exministro de Trabajo con José María Aznar], que está totalmente de acuerdo con el modelo autonómico. Pero luego son liberales. Ellos entienden que la receta económica parte del liberalismo, lo que por definición no acaba con la desigualdad. Así, se elimina el impuesto de patrimonio. Podemos llamarlo de otra manera, claverismo, escuredismo, verdiblanquismo, pero [el de Moreno] no es el andalucismo infantiano, ni el que salió el 4D", afirma Antonio Manuel, profesor de Derecho, escritor y Patrono de la Fundación Blas Infante.
Para el politólogo Jesús Jurado, autor de La generación del mollete (Lengua de Trapo), "Moreno sabe que la legitimidad de un líder, de un gobierno, no sólo proviene de los votos que se consiguen en las urnas, sino también y sobre todo de la capacidad de ser identificado con el país que lidera, ser percibido como la encarnación de su pueblo y, por tanto, como aquel que mejor defiende sus intereses. Y esa operación es fundamental y necesariamente simbólica. Escribí en su momento sobre los homenajes a Manuel Clavero, que el PP andaluz necesita legitimar sus propuestas con viejos referentes, amalgamarlas con nuevos símbolos. Y Rojas Marcos se ha prestado no sólo como referente sino que también le ha regalado al PP, en una impresionante carambola histórica, la oportunidad de hacer del Cuatro de Diciembre un símbolo de su gobierno".
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"El andalucismo, como el feminismo y el ecologismo, son ideologías que han dado lugar a movimientos sociales importantes e impugnadores de los sistemas de dominación: el género, el máximo beneficio y la descolonización de Andalucía. Las tres ideologías son las tres patas de banco de lo políticamente correcto hoy y, salvo la ultraderecha, nadie quiere estar fuera ni del feminismo ni del ecologismo ni del andalucismo. En este marco hay que meter el movimiento de fichas del presidente de la Junta", analiza el catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla Isidoro Moreno.
Desmemoria
"Moreno ha ido más allá del propio PSOE –reflexiona Antonio Manuel–. El PSOE ocupó un espacio simbólico con la connivencia de los márgenes: el PA le regala la S de socialista e IU le regala el andalucismo. Susana Díaz abandona esos dos espacios, el andalucismo y la izquierda. La política es un gas y el PP ha ocupado ese espacio. Es inteligente para el PP porque lo distancia de la extrema derecha. Es algo sensato que Moreno agarre la bandera de Andalucía. El PSOE no hizo ni cuando gobernó con IU ni con el PA: reconocer institucionalmente el 4D. El más perjudicado es el PSOE, que queda fuera de sitio. Por sanidad democrática me parece oportuno que el PP reconozca el 4D y a la familia de Caparrós, pero yo no lo llamaría andalucismo, porque es quitarle el elemento revolucionario y rebelde que tiene".
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"El camino para alcanzar –abunda la investigadora Pura Sánchez– esa transversalidad [que busca el PP] es acaparar el uso de los símbolos, retocar, cuando no claramente reescribir, la historia del 4 de Diciembre de 1977 y lo que sucedió después y vaciar de contenido reivindicativo y transformador los hitos y las figuras del andalucismo. No hay más que oír los eslóganes institucionales en torno a este próximo 4D y el establecimiento de esta fecha como Día de la Bandera (no olvidemos que para muchos andaluces el 4-D es el Día Nacional de Andalucía), para advertir que quienes ahora se proclaman andalucistas desde las instituciones lo hacen como si fueran hooligans de un equipo de fútbol. Por tanto, esta "moda" lleva aparejado un proceso de banalización y desactivación de los contenidos transformadores del andalucismo más que evidente. Tratan de borrar o atenuar el hecho de que detrás de la bandera de Andalucía hay un pueblo".
"La palabra moda es peligrosa. Yo diría vanguardia. El andalucismo es vanguardia. Frente al discurso rancio, casposo, nacionalcatólico, el andalucismo pone sobre la mesa nuestra identidad abierta, que no cree en las concertinas, que no cree en el proceso de desmantelamiento del Estado social. El andalucismo está íntimamente ligado a nuestros problemas. Ojo con blanquear el andalucismo y convertirlo en una marca comercial. Es una ideología política rebelde y cargada de reivindicación. Y está acompañada de un ecosistema cultural. El andalucismo está hoy acompañado de una banda sonora contemporánea, una nueva estética gráfica y literaria. Vuelve a ser una punta de lanza de las reivindicaciones sociales. La misma persona que pone una bandera de España cuando se juega el mundial, coge la bandera de Andalucía cuando lo echan del trabajo. Sabe que una bandera es para una cosa y otra para otra", añade Antonio Manuel.
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"Lo que se ha llamado nuevo andalucismo cultural está viviendo un momento dulce, pero toda esa creatividad no nace del vacío, sino de una crisis de identidad ligada a la crisis del proyecto autonómico andaluz. Por tanto, no es que los gestos andalucistas de Juanma se deban a la moda andalucista en lo cultural, sino que tanto una cosa como otra tienen raíces comunes y, de algún modo, responden a las mismas preguntas", afirma Jesús Jurado.
Obviamente, cuando se trata de política, y más en un partido como el PP de Moreno, que quiere ser hegemónico, la cuestión de los votos es fundamental para entender la deriva del presidente. El 31,4% de los andaluces considera que Andalucía no ha alcanzado un nivel suficiente de autonomía, por un 59,5% que cree que sí y un 5,3% que opina que la que hay es demasiada, según la última encuesta al respecto del Centro de Estudios Andaluces (Centra). El 77% se siente tan español como andaluz, mientras que el 11,8% se siente más andaluz que español y un 7,9% más español que andaluz. Es decir, traducidos estos datos: hay un amplio campo de actuación político, no solo en la defensa de la Junta de Andalucía –con todas sus instituciones tal y como es hoy–, sino también en la construcción de una Andalucía soberana, con capacidad de decisión real sobre los temas propios, sobre todo el paro, siempre varios puntos por encima de la media española.
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Para Isidoro Moreno, el viraje de Moreno obedece a varios objetivos. Por un lado, alejarse "de su pecado original: AP no participó de aquella convocatoria", limpiar así su pasado. Por otro lado, "situarse dentro del espacio andalucista y desactivar la carga reivindicativa del 4D y y resignificar la historia". ¿La idea? "Dejar en la penumbra lo fundamental de aquel día: la afirmación de Andalucía como pueblo que quería gobernarse para resolver problemas". Por último: "Se trata de desideologizar".
"Esto es consecuencia de una desmemoria –afirma Antonio Manuel–. La arbonaida estaba manchada de causas sociales, iba a quitar el hambre, dar trabajo, dignidad. Eso es lo que la gente hacía el 4D. Es el discurso real de quienes atestaron las calles. Estaba cargada de reivindicación social. Si le quitamos eso, le quitamos el alma al 4D. A mí no me representa una bandera que no esté cargada de andalucismo. Es un proceso de desmemoria. Generaciones enteras se han educado en el desconocimiento. Nadie ha dado el 4D en los colegios, cuando es un hecho que pone patas arriba el modelo del Estado. Si el 4D se celebra en Andalucía es porque ha habido una serie de gente que lo ha seguido recordando año tras año".
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"Cuando una abuela –prosigue Antonio Manuel– en 1977 pone una bandera andaluza en el balcón o la ata a un palo de una fregona, tenía muy claro que la bandera del hambre era la de España y que la de Andalucía ofrecía una ecuación sencilla: autonomía y libertad. Hubo un momento en que la esperanza de la bandera andaluza [se pierde]. El PSOE acabó por identificarse con la Junta. Si las cosas iban mal, la culpa es de la Junta, la Junta empezó a tener la culpa, a ser la responsable de las mareas blancas con el tema de la sanidad. Y la otra es el nacionalismo deportivo: en lo peor de la crisis, España empieza a ganar. Jóvenes que no han conocido el 4 de diciembre empiezan a decir soy español: le has puesto en bandeja a la extrema derecha apropiarse ese discurso. Moreno dice ahora ser andaluz está guay y ahora la Junta soy yo y yo soy moderno y yo también soy español, español".
Andalucismo de derechas
Harina de otro costal es qué es ser andalucista y qué es el andalucismo y si es posible un andalucismo de derechas o liberal. La clave está en la palabra soberanía. "No debemos corromper la palabra y no debemos llamar andalucismo a lo que no es. Si llamamos andalucismo a cubrir con la bandera verde y blanca a un maniquí, no creo que eso sea andalucismo. El andalucismo nace porque hilvana la reivindicación identitaria con una reivindicación social. Y cuando surgen las grandes manifestaciones allí no está la derecha. Lo que se pide es trabajo y dignidad. Lo primero es tener claro a qué llamamos andalucismo. El mío tiene pegado la reivindicación social para solventar las desigualdades y autonomía para solucionar los problemas estructurales. Ese es el andalucismo. ¿Ese es el de Juanma? No. Nunca ha pedido soberanía", afirma Antonio Manuel.
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"Justamente desde este espacio político [desde la derecha] se ha cooperado históricamente de manera activa –recuerda Pura Sánchez– para que Andalucía ocupe el lugar de subordinación, dependencia y alienación, en lo político, lo económico y lo cultural que hoy ocupamos. La derecha sociológica andaluza no tiene interés alguno en revertir esta situación, creando un auténtico poder andaluz; su interés es mantener y profundizar un statu quo en el que sus privilegios sigan estando a salvo y sus intereses políticos y económicos se sigan viendo favorecidos".
"A veces creo que cuando preguntamos si es posible un andalucismo de derechas entramos en un debate sobre esencialismo e historia que no nos sirve demasiado para entender el momento político concreto de Andalucía. Lo que está claro, para mí, son dos cosas. La primera, que un andalucismo de derechas puede ser posible, pero desde luego está por hacer. Porque lo que estamos viendo estos días no es que haya surgido una nueva propuesta política andalucista desde el campo conservador; no, lo que pasa es que, por primera vez en su historia, una parte de la derecha andaluza está empleando un discurso andalucista para legitimar su proyecto político, pero este proyecto no es nada nuevo ni tampoco sustancialmente diferente al que tiene el PP en otros territorios", analiza Jesús Jurado.
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Para Isidoro Moreno, un andalucismo de derechas "a nivel teórico y abstracto sí es posible, pero para que existiera debería reconocer que Andalucía es nación". "Al igual –prosigue Moreno– que hay un catalanismo de derechas en Catalunya, en abstracto y en teoría podría haber planteamientos de izquierda y de derecha aquí, pero la situación estructural de Andalucía, por su dependencia económica y subalterna y por su subordinación política implica una transformación. Esto ya pasó hace años cuando Manuel Clavero intentó por dos veces constituir un partido andaluz, pero no encontró apoyos de nadie: los intereses oligárquicos están garantizados por las instituciones centrales del Estado y la autonomía es claramente insuficiente".
"Un andalucista que está en una sucursal de sus centrales madrileñas es sentimental, pero en lo político; en la práctica, el andalucismo solo puede ser transformador y de izquierdas si queremos llamarle así", remacha Isidoro Moreno.
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"Todo ello no quiere decir –agrega la investigadora Pura Sánchez– que haya que establecer una máquina expendedora de carnets de andalucismo, pero sí es necesario aclararse ante tanta moda y tanta manipulación. Y para ello nada tan esclarecedor como las respuestas a una cuestión crucial: si se acepta o no el reconocimiento del pueblo andaluz como sujeto político central y como protagonista colectivo de su futuro, con las consecuencias que ello implica. Esto me parece que aclararía bastante el panorama, no solo en relación al espacio político de la derecha, sino también al espacio de la autodenominada izquierda".
Esta línea considera también Isidoro Moreno que es la que hay que analizar: "Yo no soy quién para repartir carnés. Pero la base es considerar Andalucía como un pueblo nación. No solo Juan Manuel Moreno, sino otros partidos, como el PSOE, siempre se han declarado andalucistas pero nunca han manifestado que Andalucía sea un pueblo una nación. En todo caso es un andalucismo muy light que no sirve para transformar Andalucía en el sentido de liberarla de las dependencias exteriores y superar las desigualdades estructurales. Los folios en blanco son muy dóciles y cada uno puede poner lo que quiera, las palabras adquieren un carácter polisémico y cada quien le pone el significado que quiere. No doy carnés. Pero no nos fiemos de las palabras y veamos la práctica de las organizaciones y si esta va en el sentido del himno: de pedir tierra y libertad".