EuskadiEl Aberri Eguna más extraño: así se celebra el Día de la Patria Vasca desde las ventanas

Nadie diría que es domingo. Tampoco primavera. Mucho menos semana santa ni, concretamente, Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca). O quizás sí. A las 12.30, en la Plaza Nueva de Bilbao, tan desierta como cualquiera de los otros cuatro domingos anteriores de confinamiento, han aparecido varias ikurriñas en los balcones. De repente hubo silencio. Duró un minuto. Luego llegó "Txoria txori" (Pájaro, pájaro), un poema-canción-himno que retumbó por los cuatro lados de esta plaza.

La emergencia del coronavirus ha convertido el Aberri Eguna de 2020 en el más extraño de todos los celebrados desde 1932. Nunca, jamás, había coincidido con una pandemia. Pero si supo sobrevivir a la dictadura franquista, que prohibió tajantemente cualquier expresión del nacionalismo vasco y lo persiguió mediante cárcel y fusilamientos, tampoco caería por la Covid-19.

De ahí, precisamente, el minuto de silencio en los balcones, recordando a quienes han muerto a causa de esta pandemia en las últimas semanas. Y de ahí también el "Txoria txori" cantado al unísono en las ventanas que lucían ikurriñas. En varios casos llevaban un crespón negro en señal de de duelo.

La idea de silenciarlo todo un minuto y luego cantar nació de "Euskal Herria Batera" (Euskal Herria Unida), una iniciativa ciudadana que se dio a conocer en pleno confinamiento. Su objetivo sonaba difícil desde un comienzo: plantear una celebración del Aberri Eguna conjunta. El reto era más grande que la mayor de las ikurriñas: normalmente, el PNV y la izquierda abertzale conmemoran este día por separado. Esta vez ocurrió lo mismo.

El partido de Iñigo Urkullu saludó la iniciativa de Euskal Herria Batera, pero prefirió organizar sus actos de balcón por separado, consistentes –al igual que los de la plataforma ciudadana– en colgar ikurriñas en lugares visibles de las fachadas de los hogares. Andoni Ortuzar, presidente del PNV, se adelantó 24 horas y lo hizo desde el balcón original del mítico nacionalista Sabino Arana que se conserva en el interior de la sede de este partido en Bilbao.

"En condiciones normales estaríamos subiendo a la punta de cualquier monte de Euskadi a poner una ikurriña y renovar el llamamiento para celebrar nuestro día grande, el día de la Patria vasca, el día de Aberri Eguna. Este año vamos a tener que hacerlo dentro de nuestros hogares y en familia, pero lo tenemos que hacer", afirmó Ortuzar en una nota enviada el sábado a los medios.

Por su parte, EH Bildu se sumó a la iniciativa de Euskal Herria Batera, que llamaba a colocar la ikurriña y, quien así lo quisiese, la bandera de Navarra. Podemos Euskadi también se adhirió al llamamiento de esta plataforma civil subrayando que "por encima de banderas e identidades está la gente".

Canciones e ikurriñas

Lo cierto es que desde abajo, en medio de unas calles prácticamente vacías, resultaba difícil determinar quiénes se habían adherido a una u otra iniciativa en torno al Aberri Eguna. Lo que sí se veían eran ikurriñas de distintos tamaños, así como -en menor medida- banderas del Reino de Navarra. En realidad, no es el primer año que se colocan enseñas en los balcones para conmemorar el Día de la Patria Vasca. Lo original, en esta ocasión, es que así y sólo así se podía exteriorizar la adhesión a esta jornada, marcada en rojo en el calendario del nacionalismo vasco.

A las 12.30 en punto comenzó a sonar "Txoria Txori". En los balcones de la Plaza Nueva de Bilbao, la gente escuchó la canción en silencio. En cuanto terminó, hubo aplausos. Seguido sonó "Ikusi mendizaleak", otra canción popular vasca. Otra vez aplausos. La escena se repetía en distintas calles del Casco Viejo bilbaíno, que rompía así la monotonía del confinamiento. 

"Haciendo país conjuntamente lograremos la colaboración entre los territorios y las personas de Euskal Herria, para fortalecer una comunidad que logre tener plena decisión. Que sea esa la enseñanza del Aberri Eguna 2020 y que tenga continuidad en los venideros", señalaba Euskal Herria Batera en una declaración enviada cuando aún sonaba música por los balcones de Bilbao.