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Mauthausen75 años después del infierno de Mauthausen: adiós a la generación de los supervivientes olvidados
Este martes se cumplen 75 años de la liberación del campo de concentración nazi de Mauthausen, donde estuvieron encerrados cerca de 7000 de los 9300 españoles que sufrieron los campos nazis.
Alejandro Torrús
Madrid-Actualizado a
José Marfil dejó de creer en dios tras sufrir la Guerra Civil, los campos de concentración franceses, la II Guerra Mundial y los campos nazis. "En el campo de Mauthausen no éramos hombres. Éramos gente a eliminar", dijo. Marfil falleció en el verano de 2018. Su padre, de idéntico nombre, lo hizo en el campo de Mauthausen. Antes, tal y como contó Marfil, "impuso disciplina" entre los miles de deportados españoles recordándoles que "no eran presos comunes" y sí "soldados de la República".
Neus Català, la presa 50.446 del campo nazi de Ravensbrük y la 27.534 en Holleischen, saboteó desde dentro la fabricación de armas nazis. Era miembro del 'comando de las gandulas'. Esta mujer y otras miles de internadas se organizaron de manera colectiva para sobrevivir. Las mayores hacían de madres para cuidar a las menores. Català falleció en abril de 2019. Apenas tres meses después, también moría Conxita Grangé, una luchadora antifascista que acabó en Ravensbrük por actuar como enlace entre los maquis y los guerrileros de la resistencia francesa.
En febrero de este 2020 fallecía Juan Aznar, preso número 4597 de Mauthausen. Consiguió sobrevivir al campo, pero el infierno se le volvía a presentar frente a sus ojos durante muchas noches. "Hay veces que por la noche no consigo dormir. Me despierto. Aquello fue lo peor. Fue muy exagerado", decía. Apenas un mes después, el 5 de marzo, le llegaba el turno al astuariano Alfredo Rotella, superviviente de los campos de Buchenwald (nº 44.321) y Neuengamme (63.667). Más o menos por aquellos días falleció también Siegfried Meir, el niño judío que sobrevivió a Auschwitz y Mauthausen, y que había sido adoptado por también preso Saturnino Navazo.
Bilbao, de hecho, había fallecido en 2014. Como muchos de los ya mencionados, lo hacía en Francia. Era el último superviviente de los republicanos que habían sufrido en sus propias carnes los experimentos médicos de las SS en Mauthausen. Le habían inyectado benceno en el corazón y había sobrevivido. El reloj se le paró con 94 años. Pero no todos sobrevivieron. De hecho, no fue la norma. Cerca de 5.000 españoles fallecieron en los campos nazis. Como María Alonso, que murió en Auschwitz con el número 31778; o el canario Vicente Ramos, que lo haría en Mauthausen en octubre de 1941.
En total, alrededor de 9.300 españoles, en su mayoría republicanos, pasaron por los campos de concentración. "Solo en el campo de Mauthausen, que incluye otros subcampos como el de Gusen, estuvieron más de 7.000 españoles. De ellos, fallecerían dos terceras partes en apenas dos años", señala el historiador Benito Bermejo.
Los presos españoles que habían aguantado con vida en Mauthausen vieron cómo un 5 de mayo de 1945, hace exactamente 75 años, los ejércitos aliados llegaban con sus tanques hasta las mismas puertas del campo de concentración. Los nazis habían sido derrotados. Y ellos ya eran, en teoría, ciudadanos libres. "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras", rezaba el cartel de bienvenida que habían pintado los presos españoles, que, para entonces, ya habían construido una red de colaboración, solidaridad y supervivencia e, incluso, habían conseguido sacar fotos al exterior para dar a conocer al mundo lo que allí dentro estaba sucediendo.
Pero la llegada de las tropas "libertadoras" no supuso el regreso a casa de estos republicanos. El preso José Alcubierre, con el número 4.100 de Mauthausen, narraba así la incertidumbre que vivieron durante los días que siguieron a aquel 5 de mayo: "Los soviéticos se iban a Rusia, los franceses a Francia y los españoles nos quedamos allí, solos. Nadie nos quería, así que nos quedamos un mes en Mauthausen".
La mayoría de los republicanos liberados pensaron que aquella liberación de Mauthausen y del resto de campos de concentración nazis era solo un primer paso para el objetivo final: derrocar a Franco y poder regresar a España. Pero aquellos hombres y mujeres que habían batallado contra Franco y contra Hitler fueron traicionados. Tanto los que habían caído presos en el campo de concentración como los que habían batallado hasta el final junto al Ejército francés en La Nueve, como Rafael Gómez, que falleció hace apenas unas semanas. La geopolítica ganó la batalla y el dictador español ya solo suponía una amenaza para los españoles.
Muchos años después, cuando el dictador murió en su cama y llegó, de nuevo, la democracia a España la traición se volvió a repetir. La nueva democracia española no tenía lugar para ellos. Virgilio Peña, el preso número 40.843 en Buchenwald, relató de esta manera la segunda traición del Estado a los republicanos que habían luchado contra el fascismo en España y en Europa: "La muerte de Franco y la llegada de la democracia fue una enorme alegría para todos nosotros. Pero, poco después, nos dimos cuenta de que nos habían dejado abandonados. Por eso nos llaman 'los olvidados', porque nadie se ha ocupado de nosotros. No le hemos interesado a nadie".
No le faltaba razón a Peña. Hubo que esperar hasta el año 2019 para que el Gobierno español declarara el 5 de mayo como Día para homenajear a las víctimas españolas del nazismo y hasta 2020 para la instalación del primer monumento de carácter estatal a las víctimas. En este 75 aniversario solo uno de las víctimas a las que se honra permanece con vida. Se trata de Juan Romero Romero y vive en Ay, en Francia. Tiene 101 años. El Gobierno confirmó a Público hace unos días su deseo de rendirle homenaje una vez superada la emergencia del coronavirus. Mientras tanto, el deseo más importante que transmitieron las víctimas sigue sin cumplirse: que su historia llegue a los libros de texto de todas las escuelas del país.
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