11M: 20 años de bulos contra la memoria de las víctimas
El Gobierno del PP dio pie a una de las mayores campañas de desinformación que ha vivido España, arrojando sombras de forma infundada sobre una investigación que debía servir para llevar reparación y justicia a las víctimas.
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madrid,
Este lunes se cumplen 20 años de los atentados del 11M, el mayor de la historia de España. Diez bombas explotaron en cuatro trenes de cercanías en Madrid, causando la muerte de 193 personas y dejando más de 2.000 heridos.
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La autoría del atentado fue puesta en duda desde aquel día y hasta años después. Distintos medios de comunicación intentaron vincular a ETA con los sucesos de aquella mañana, aunque los servicios de inteligencia señalaran a Al Qaeda desde el principio.
Finalmente, la sentencia de la Audiencia Nacional de 2007 condenó a la célula yihadista. Sin embargo, hasta el día de hoy, 20 años después, aún circulan teorías, bulos y desinformación sobre lo ocurrido en el 11M, convirtiendo la tragedia en un caldo de conspiraciones que amenaza la memoria de las víctimas.
La mentira empezó en el Gobierno
La situación estuvo influenciada por la proximidad de las elecciones generales, que iban a tener lugar tan solo 72 horas después del ataque. El entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, tenía que asegurarse de que no se vinculara su decisión de intervenir en la guerra de Irak con una respuesta yihadista.
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A lo largo de la misma mañana del ataque, importantes representantes del Gobierno como el ministro del Interior, Ángel Acebes, o el ministro portavoz, Eduardo Zaplana, realizaron declaraciones públicas apuntando a la autoría de ETA. Eso no fue todo: el propio presidente llamó a los directores de los principales medios de comunicación del país para comunicarles personalmente que ETA estaba detrás de los atentados.
Todas estas afirmaciones se mantuvieron incluso cuando los investigadores contaban con indicios que apuntaban a un atentado yihadista. Esa misma mañana, los técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos (TEDAX) encontraron dos mochilas que no habían sido detonadas en los trenes. Vieron que la materia explosiva era blanca, cuando el Titadyne -que era el habitualmente utilizado por ETA- era de color rojizo, según afirmó el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de los artificieros aquel 11M.
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Además, esa misma tarde se encontró en Alcalá de Henares una furgoneta con restos de explosivos Goma-2 Eco, detonadores y una cinta con cánticos en árabe referidos al Corán. Esto ocurrió sobre las 15 horas, y el comisario comunicó los hallazgos "de forma inmediata" a sus superiores, por lo que el Gobierno estaba al tanto cuando decidió emitir a las 17.30 horas un telegrama a todos los embajadores de España en otros países dando fe de la autoría de ETA.
Gran campaña de desinformación de los medios
El tratamiento informativo de los atentados formó parte de la primera gran campaña de desinformación que se sufrió en España. En un primer momento, siguiendo la información oficial, casi todos los periódicos señalaron a ETA.
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Ante la evidencia que iba saliendo a la luz durante los días posteriores, el Gobierno comenzó a asumir que el ataque estaba siendo investigado como una acción yihadista, aunque habló de varias líneas de investigación.
Sin embargo, ciertos medios como El Mundo siguieron relacionando a ETA con los atentados durante años, incluso elaborando teorías en las que se acusaba a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado de participar en la supuesta trama para culpar al yihadismo. Otros medios como Telemadrid o la cadena Cope también ayudaron a la difusión de estas teorías.
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Se llegó a poner en duda que los explosivos utilizados fuesen Goma-2 Eco, negaban la validez de las autopsias realizadas a cuatro terroristas relacionados con los atentados que se inmolaron días más tarde en Leganés; e incluso elucubraban sobre la relación entre los yihadistas y ETA.
Se creó así una gran teoría de la conspiración que hacía poner en duda la versión oficial ya probada, y el escenario posterior al 11M se convirtió en una batalla política que olvidó traer reparación y justicia a las víctimas.