Picasso, el pintor insultado en el franquismo
El artista de vanguardia durante la República
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MÁLAGA. - Tal día como hoy, hace 135 años, nacía Pablo Ruiz Picasso. La idea que tenemos de lo que significó su arte la podemos formar a partir de su obra, las críticas o sus propias palabras recogidas en publicaciones. Pero, sin duda, uno de los canales de comunicación que más incidencia tuvo en la población de la época fue la prensa.
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Basta sólo realizar una búsqueda de hemeroteca entre 1931 y 1950, en dos diarios destacados de la época, como La Vanguardia y ABC (en sus ediciones de Madrid y Sevilla), para comprobar la evolución de la imagen de Picasso desde la II República española, durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo, antes del aperturismo informativo de mediados de los cincuenta.
El artista de vanguardia durante la República
A finales de 1931, se publica una crónica de una conferencia de Junoy (La Vanguardia, ver documento). El escritor decía del pintor malagueño que “en cuatro rasgos de un Picasso está toda la historia y toda la prehistoria del arte”. A su lado, otro artículo de opinión recogía que era el paradigma del artista auténtico. “Es difícil encontrar en la historia de las Bellas Artes, ni siquiera en el Renacimiento, una personalidad tan vigorosa”, recogía la crónica. En ese texto, Picasso era el “genio de la pintura moderna”, con su aportación de “múltiples variaciones”, sin dejar de “evolucionar y transformarse”. También se hacía un reconocimiento patrio de su figura, con referencias como “es nuestro pintor” o “el hijo pródigo”.
Aunque la prensa reconocía y debatía sobre su arte, el Gobierno republicano no había adquirido por entonces ninguna de sus obras. Es, precisamente, el posicionamiento político posterior de Picasso lo que motiva que la República refuerce su imagen.
Primeros cambios
La República agoniza sus últimos meses justo cuando Picasso expone sus obras en España. El inicio de la contienda civil marcará un antes y un después en él, personal y artísticamente. A comienzos de 1936, Picasso protagoniza en La Vanguardia (22/01/1936, ver documento) la crónica de la exposición organizada por ADLAN, la primera de artista en nuestro país. Se hace un intenso y meditado juicio de su obra, destacando su “renovación” y su “arte nuevo”.
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Estalla la guerra... y empieza la batalla por la propaganda
Picasso seguirá el enfrentamiento civil desde fuera de España. Desde el principio, el artista se compromete con el bando republicano. Además, su nueva relación con Dora Maar y los surrealistas, como el poeta Paul Éluard, le lleva a estrechar sus lazos con la izquierda. Por ello, se comprometerá a buscar fondos y a salvar el patrimonio artístico del país. Fue entonces cuando recibió el encargo de la II República para el pabellón español en la Exposición Mundial de París.
Censura y cambio de imagen
Finalizada la guerra, ABC Madrid muestra en sus textos el cambio ideológico. En el mismo diario donde meses antes se ensalzaba a Picasso como director del Museo del Prado, ahora se ataca. Se realizan varias críticas a él como antiguo director de la pinacoteca y empieza a silenciarse su nombre a pesar de protagonizar hechos notables, como la inauguración en Nueva York de la exposición Picasso: Forty years of his art.
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La Paloma, "un pichón del estofado soviético"
En agosto, ABC Sevilla (28/08/1948, ver documento) incluye la única referencia a Picasso con motivo de una crítica en la que se alaba a Dalí, realizada por Edgar Neville. Se recuerda a Picasso como persona vinculada a la “guerra” y al “Frente Popular”. No se asocia a él con el concepto de “pintor” e incide en desvalorizar su obra como “comercial”, “industrial” y que no es el “genio de la época azul”.
También hay espacio para hacerse eco de las diferencias entre Dalí y Picasso. ABC Madrid (26/11/1949, ver documento) no califica a Picasso ni como “pintor” ni como “español”, definiciones que sí se refuerzan en la figura de Dalí. Con la ayuda de palabras del artista catalán, se potencia la imagen de cada pintor con unos valores contrapuestos: Picasso con lo “destructor y diabólico”, y Dalí con lo “divino y angélico”.
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