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El país de las castas respira tranquilo

Pese a la gran remontada, la izquierda no ha podido entrar en la segunda vuelta de las elecciones de Perú.

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Verónika Mendoza, candidata presidencial peruana por el Frente Amplio de izquierdas. - REUTERS

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Finalmente, a pesar de la enorme ilusión desatada, de la generosa y valiente movilización de miles de jóvenes peruanos contra los poderes fácticos, sus medios y su tenebrosa campaña demonizadora, no se pudo.

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La descripción anterior no es ciertamente la narrativa que abunda en las radios, televisiones y prensa escrita de Perú. Un solo grupo empresarial posee más del 85% de los medios de comunicación peruanos y, por consiguiente, el trozo del pastel publicitario respectivo. Y, lo más importante, la capacidad de difundir un relato sobre la realidad del país que coincida con sus propios intereses.

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La sola posibilidad de que la izquierda cuestione electoralmente el modelo económico hizo saltar todas las alarmas de las élites peruanas

Fue entonces cuando el Poder puso en funcionamiento su maquinaria mediática. Por aire, mar y tierra los peruanos fueron bombardeados con información que revelaba los oscuros nexos entre el fallecido Hugo Chávez y Mendoza: cómo ella había anotado en una agenda ajena palabras que confirmaban la financiación de la izquierda peruana con dinero venezolano; que no sólo era chavista sino también terruca (peruanismo por terrorista) y que su lista para el Congreso estaba conformada por simpatizantes del terrorismo, cuando no por auténticos terroristas; o que su padre tenía intereses en la minería informal. No faltó en esta orgía de acusaciones la incursión de la Santa Madre Iglesia, que a través de uno de sus más connotados pastores convocó los horrores del infierno anunciando que los católicos incurrirían en grave pecado en caso de votar por ella.

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Combo de imágenes de Keiko Fujimori y Pablo Kuczynski. - REUTERS

A pesar de estos indicadores que señalan a un país magnifico, existe un país invisible, un narco y sombrío Estado donde convive la pobreza con la violencia, donde prima la ley de la selva. En los últimos diez años, dos de cada tres peruanos han sido víctimas de un hecho delictivo; sólo uno de cada tres ha denunciado el crimen. A pesar de la propaganda constante contra el Gobierno venezolano, la prensa peruana ha escondido que el país sufre la tasa de criminalidad más alta de Suramérica.

Nadie parece haberse percatado de que el país con mayor índice de desigualdad económica del continente, tiene también el índice de mayor inseguridad ciudadana

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Nadie parece haberse percatado de que el país con mayor índice de desigualdad económica del continente, tiene también el índice de mayor inseguridad ciudadana. Como si los excluidos del sistema, a su manera, llevaran adelante una redistribución de la riqueza, que ciertamente la entidad recaudadora peruana no tiene ninguna intención de hacer.

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