Opinión
#YesAllWomen
Periodista y escritora
Todas. Somos todas, y la que diga que no, que se revise. Voy a explicar por qué la violencia machista no afecta a muchas, muchísimas mujeres, por qué no debemos mirar a “las víctimas”, por qué necesitamos pensarnos como un todo. Yo no soy solo yo. Yo formo parte de algo común, total. Soy la valiente Gisèle, que a la vez es la destrozada y desconocida Teresa, apaleada cada noche por su marido ebrio, que a su vez es Rebecca Cheptegei, asesinada abrasada con ácido, que a su vez es Juana, mujer presa por ejercer de mula para su macho, que a su vez es Lidia, profesional que no llegará a más en su empresa porque se negó a lo que se negó, que a su vez…
Somos todas. Y la que diga que no, que revise en profundidad todas sus edades, las miradas recibidas, la forma en la que ha sido tratada, su situación laboral y económica, sus relaciones sexuales, su placer y su dolor, su alegría y su vergüenza, su cuerpo y su deseo. Somos todas. Y la que diga que no, que se coloque sola andando por una calle desierta cualquier noche. Que imagine que oye unos pasos tras de sí. Que imagine lo que siente si la que va por su misma senda es otra mujer, esa relajación tan conocida. Somos todas. Y la que diga que no, que piense en su hija, su sobrina, la chavala que va a salir de fiesta por primera vez de noche. No estoy creando escenarios de miedo, estoy retratando la realidad.
Estoy cambiando el foco, necesitamos hacerlo y es urgente. He pensado mucho estos días en el ya ya irritante #NotAllMen, y siento que no tengo nada que ver con esa consigna de ellos. Es más, confieso que me importa poco, a estas alturas. Me importa poco que les duela lo que estamos mostrando, y muy muy poco me importa que sientan que no todos los hombres son… lo que sea. Ahora quiero mirarnos solo a nosotras, quiero poner el foco en nosotras, las mujeres. Y entonces sí lo veo claro, y no tengo nada que discutir: Todas nosotras hemos sufrido y sufrimos el machismo propio de esta sociedad, una violencia perpetua que está en los orígenes remotos y aquí permanece. Como la violencia sexual.
Somos un todo. No sé si hay un “ellos”, pero sí sé que ahora no es el momento de ocuparnos de eso tercamente. Cuando las mujeres empezamos a narrarnos, lo primero que recibimos fue aquel #NotAllMen en respuesta al #MeToo, y de un plumazo pasamos colocar en el centro a los hombres (de nuevo) en lugar de seguir mirándonos a nosotras mismas. Siempre ha sucedido así. Pero considero que debemos salir de esa trampa, que de paso ha convertido los casos de violencia contra las mujeres en casos aislados. Muchos, sí, muchísimos, pero uno detrás de otro. Ahí está el error, en mi opinión. No somos muchas, desde luego no somos algunas, somos TODAS.
Las mujeres conformamos un todo vulnerado, un todo violentado, un todo sometido desde el principio de los tiempos. No se trata de una acumulación de casos, ni siquiera si tal acumulación es monstruosa. Se trata de un todo y como un todo hay que mirarlo. No somos las agredidas, no somos las feministas, no somos las qué-sé-yo. No es acumulativo, es total. Me da igual el #NotAllMen. Dejemos de hablar de ellos. #YesAllWomen.
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