Opinión
Winston Churchill, Peppa Pig y un señor de Trujillo
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
La jornada parlamentaria para aprobar la reforma laboral, que salió raspada, ha sido la última confirmación que parece necesitar el PSOE para entender de una vez lo que la mayoría llevamos tiempo comprobando: con esta derecha española no se puede pactar, porque te da la puñalada trapera en cuanto te giras. Me da igual si son dos diputados de UPN con la reforma laboral, cuatro de Ciudadanos en Murcia con una moción de censura o todos los del PP cuando se acuerdan los nombres para el Tribunal Constitucional tragando hiel en el Gobierno y se sigue sin querer renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) después de tres años, incumpliendo la Constitución y engañando a la Unión Europea.
De la mano del muñidor de felonías, Teodoro García Egea, los dos parlamentarios de UPN, socios del PP en Navarra junto a Cs, traicionaron a su partido, traicionaron al Gobierno y traicionaron a la política de la misma forma que hace casi dos décadas, en 2003, un diputado y una diputada del PSOE madrileño entregaron la Presidencia de la Comunidad a Esperanza Aguirre y dejaron al candidato de su partido, Rafael Simancas, en la oposición para siempre. Tamayazo y UPN no son coincidencia, es un comportamiento sistemático del PP que este jueves ha llegado a las Cortes en todo su opaco esplendor.
Cuando la presidenta del Congreso, Maritxell Batet, anunció confusamente el resultado de la votación, el grupo parlamentario popular en pleno se levantó y comenzó a aplaudir dando por ganada su posición cuando Batet había dicho lo contrario. En el PP sabían perfectamente que los dos diputados de UPN iban a votar en contra, pero no contaban con el error telemático del hombre de confianza de Egea en su compra de cargos de Ciudadanos, Alberto Casero, exalcalde de Trujillo (Cáceres), que votó a favor de la contrarreforma laboral de Yolanda Díaz por un error ya demostrado por el Congreso.
El PP de Pablo Casado llama estrategia política al juego sucio, y es normal: cuando compites con la ultraderecha por ver quién lanza la mentira más grande, pierdes la noción clara de lo que es la ética y crees que puedes engañar a la gente llamándote Winston Churchill mientras ella te define Peppa Pig por el bulo de las macrogranjas y tus posados de gorrino en gorrino. Los votantes que gracias a las tácticas antidemocráticas de Vox o del propio Partido Popular echado al monte, han renegado de la política y de la moral que debería serle propia, es muy probable que se queden con quien ha llevado por bandera el mensaje de la antipolítica desde el principio, los mismos de siempre en la historia del mundo, por cierto.
Los de Casado y Egea dan la razón a los diputados traidores de UPN y sostienen que se deben a su escaño y a su conciencia, lo cual estaría muy bien si no hubiesen mentido con un obsceno descaro a diestra, siniestra y a la prensa en directo en la misma sede de la soberanía popular y, sobre todo, si los escaños fueran suyos. En España, no obstante, las listas electorales para la Cámara Baja son cerradas, las deciden los partidos y de ellos son, en buena lógica, los escaños. Nunca de los diputados o diputadas, que están ahí porque los ciudadanos votan lo que el partido decide, por mucho que puedan estar encantados con los y las integrantes de la lista.
El PSOE debe entender de una vez que la geometría variable no funciona ni con el PP ni con sus afines, UPN, lo que queda de Ciudadanos o Vox. Y Unidas Podemos debe huir de los cantos de sirena de los socialistas cuando les dicen que estos partidos de derechas van a apoyarles en lugar de los socios de investidura, todos y particularmente ERC, EH Bildu y PNV, que han sido leales al Ejecutivo incluso por encima de sus posibilidades, con una Mesa de Diálogo en Catalunya, compromisos firmados sobre la reforma laboral y una revisión del delito de sedición, todo en pausa indefinida. No basta con "cuidar a la coalición", como dijo Yolanda Díaz cuando los ataques de ministros y ministras del PSOE a Alberto Garzón por el penoso asunto de las macrogranjas. Hoy, tal y como están las cosas, con golpistas municipales y maniobras antidemocráticas desde la (ultra)derecha contra el Ejecutivo (Nuevas Generaciones del PP, este jueves: "Meritxell Batet está secuestrando nuestra democracia"), hay que cuidar a quienes apuestan por impedir la llegada del autoritarismo nacionalcatólico a La Moncloa, que no se engañen, está a las puertas.
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