Opinión
Una vida difícil como la de Victoria Federica de Borbón
Por Gloria Santiago
Jurista especializada en Derechos Humanos
Parece que al llegar a cierta edad se desbloquea la típica indignación hacia las generaciones más jóvenes y se tiende a una comparación sesgada y siempre injusta con generaciones pasadas. Esta semana, Reverte y Ayuso han escenificado muy bien este recelo con algunos reproches hostiles. Uno lo ha hecho ridiculizando la situación de fragilidad emocional de la gente joven. La otra diciendo que quien no vive mejor es porque no se esfuerza lo suficiente.
Reverte y Ayuso cometieron un error tremendo señalando a la juventud. Él sabe perfectamente quienes son los jóvenes más frágiles emocionalmente porque una cosa es estar preparados para el iceberg y, otra, saber que vas a chocar y que para ti no va a haber bote salvavidas. Ella, por su parte, sabe a quién está culpando del fracaso. Ambos critican y culpan de su desgracia al mismo sector, que, curiosamente, está en la otra orilla de su realidad.
Saben que chicas como Victoria Federica, nietísima de “El Fugado”, o las que estudian en los altos colegios mayores, están llevando su juventud bastante bien. Saben que los chicos del Ahuja, problemas emocionales por no tener recursos o incertidumbre laboral no van a tener. Saben que para toda esa gente el esfuerzo para llegar a puestos de alto sueldo y/o reconocimiento no será el mismo que el que tenga que hacer mi hermano, por ejemplo.
Victoria Federica se pasea por los principales eventos de moda y sociedad del país con sus cinco idiomas, sus clases de hípica, sus vacaciones esquiando, sus viajes por el mundo y su pedazo de piso en Madrid por 5000 euros al mes. Ayuso le estaba diciendo a chavales como mi hermano que si no llega a un alto puesto directivo o si no llega a ser nunca rico es porque no se ha esforzado suficiente.
Año tras año se repite el cuñadismo de la teoría del esfuerzo para culpar esas vidas como si todas fueran iguales. Ayuso y Reverte no han criticado a la gente joven sino a la gente joven de clase trabajadora. Los que no han alcanzado su concepto de éxito o los que no han contado con los recursos necesarios para enfrentarse al impacto social y emocional de dos crisis económicas. Los dos lo han dicho adrede, saben a quien quieren culpar y señalar como gente fracasada.
Con todo, por muchas cuestiones, cuando miramos a la gente joven nos seguimos equivocando.
Se equivoca la derecha acusando a la juventud de poco esfuerzo cuando han sido sus políticas neoliberales las que han traído los índices de emancipación más tardíos del mundo, la fuga masiva de talento científico y tecnológico o una de las mayores tasas de paro juvenil de Europa, aun teniendo la generación más cualificada de la historia. Aún recuerdo a la diputada del Partido Popular, María Fernanda Vidal, afirmando que la juventud se iba de España no a causa de la crisis, sino a causa de su “espíritu aventurero”.
Se equivocan, y mucho, culpando de todo a las nuevas generaciones porque la desgana, la falta de motivación o estar perdido en la vida, no tiene edad. Dependerá de tu nivel económico que te puedas permitir más o menos hobbies, más o menos idiomas, o tengas más o menos inquietudes culturales, profesionales o sociales. La falta de motivaciones no es una cuestión generacional, es una cuestión de clase, pues es solo cuando tus necesidades más básicas están cubiertas cuando puedes permitirte mirar más allá
Victoria Federica, sus primos, sus primas y sus amigos y amigas de clase, tendrán unas preocupaciones muy distintas a las que tiene mi hermano y sus amigos. Sin ir más lejos, el otro día, él y su amigo miraban una guitarra eléctrica desde un escaparate. ¿Cuánto vale?, preguntó su amigo. Doscientos sesenta y nueve euros, respondió mi hermano. Eso es mucho sueldo para mi madre, dijo su amigo.
En general, y más grave, nos equivocamos como sociedad calificando de compleja la causa joven cuando lo verdaderamente difícil es ser de clase baja.
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