Opinión
Treinta años perdidos en gestión de residuos
Por Alberto Vizcaíno López
Abril de 1997. Se aprueba y publica la Ley 11/1997 de Envases y Residuos de Envases. En el Capítulo IV, Sección 1.ª “Sistema de depósito, devolución y retorno” incluye su “Artículo 6. Obligaciones”:
Los envasadores y los comerciantes de productos envasados o, cuando no sea posible identificar a los anteriores, los responsables de la primera puesta en el mercado de los productos envasados, estarán obligados a:
Cobrar a sus clientes, hasta el consumidor final, una cantidad individualizada por cada envase que sea objeto de transacción. Esta cantidad no tendrá la consideración de precio ni estará sujeta, por tanto, a tributación alguna.
Aceptar la devolución o retorno de los residuos de envases y envases usados cuyo tipo, formato o marca comercialicen, devolviendo la misma cantidad que haya correspondido cobrar de acuerdo con lo establecido en el apartado anterior.
Un año antes, en 1996 envasadores y distribuidores de producto envasado se habían organizado para crear Ecoembalajes España S.A. (ECOEMBES). Esto les permitía saltarse esta obligación y pasar directamente a la Sección 2.ª de la norma: “Sistemas integrados de gestión de residuos de envases y envases usados”.
Los agentes económicos indicados podían eximirse de las obligaciones relativas a un sistema de depósito, devolución y retorno si participaban en un sistema integrado de gestión de residuos de envases y envases usados derivados de los productos por ellos comercializados.
También recogía la norma de 1997 que estos sistemas integrados de gestión garantizarían, en su ámbito de aplicación, el cumplimiento de los objetivos de reciclado y valorización, en los porcentajes y plazos establecidos en el artículo 5:
Antes del 30 de junio del año 2001 deberán cumplirse, en el ámbito de todo el territorio del Estado, los siguientes objetivos de reducción, reciclado y valorización:
a) Se valorizará el 50 por 100 como mínimo, y el 65 por 100 como máximo, en peso, de la totalidad de los residuos de envases generados.
b) En el marco del anterior objetivo global, se reciclará el 25 por 100 como mínimo, y el 45 por 100 como máximo, en peso, de la totalidad de los materiales de envasado que formen parte de todos los residuos de envases generados, con un mínimo de un 15 por 100 en peso de cada material de envasado.
c) Se reducirá, al menos el 10 por 100 en peso de la totalidad de los residuos de envase generados.
Noviembre de 2024. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publica el esperado “Informe relativo al cálculo de la recogida separada de botellas de plástico de un solo uso para bebidas en el año 2023”. Obtiene un porcentaje del 41,3%
Las botellas objeto de estudio son uno de los materiales más interesantes para el reciclaje. Uno de los residuos sobre los que se han centrado los esfuerzos de recogida selectiva primero y de recogida separada después. Y en 2023 no se alcanza el objetivo que en 1997 se planteaba para 2001.
No ha sido por falta de avisos y señales. Hace tiempo que profesionales del sector, asociaciones ecologistas, partidos políticos y corporaciones afectadas vienen avisando de que los sistemas integrados de gestión de residuos de envases y envases usados no están haciendo los deberes.
Como consecuencia del informe con los datos para 2023 se pone en marcha la previsión contenida en la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular. De no cumplirse en 2023 el objetivo de recogida separada del 70% en peso para bebidas de hasta tres litros de capacidad, en el plazo de 2 años, se implantaría un sistema de depósito, devolución y retorno de envases.
Toda esperar a ver cómo maniobra la industria del envase de usar y tirar. Vigilar un proceso que se inicia ahora y que, esperemos, nos llevará a un 2027 en el que la recogida de envases se haga, parcialmente, mediante sistemas de depósito, devolución y retorno.
Habrán pasado 30 años en los que la maquinaria de la industria ha enfangado el debate y condicionado los procesos de toma de decisiones. En los que hemos constatado cómo los patrocinadores deciden los contenidos de medios de comunicación. Ponen y quitan expertos en tertulias de televisión, financian secciones en periódicos o crean medios digitales para ser el altavoz de sus intereses. También cómo influyen sobre gobiernos democráticamente elegidos.
30 años que han hipotecado el modelo de gestión de residuos y nos han llevado a incumplimientos de los compromisos europeos que se van traduciendo en procesos sancionadores.
30 años en los que la industria del producto envasado ha trasladado decenas de millones de euros a las arcas públicas por el incumplimiento sistemático de sus obligaciones en materia de recogida y recuperación de residuos de envases. Obligaciones que, por otro lado, han suavizado y adaptado a las necesidades de su modelo de negocio a base de presionar a la clase política e influir en la opinión pública.
Sólo espero que todo este tiempo perdido nos sirva de lección. Que nos ayude a identificar los desafíos que afrontamos. Que nos permita entender que no podemos aceptar las falsas soluciones de quienes causan el problema. Porque los residuos de envases son solamente un indicador que nos habla de la contaminación por plásticos, los impactos sobre el clima, el daño a nuestra salud y las afecciones a la biodiversidad causadas un modelo de producción y consumo manifiestamente insostenible.
Nos jugamos demasiado como especie, como civilización y como sociedad. No podemos seguir decidiendo tiempo a quienes tienen en su agenda el retardismo como herramienta para evitar que tomemos las medidas que sabemos que hay que tomar frente a problemas cada vez más acuciantes.
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