Opinión
El PSOE y la violencia contra las mujeres en el Senado
Periodista y escritora
Nos enteramos de que el Senado de España se ha convertido en anfitrión de una cumbre internacional contra el derecho al aborto. Es más, de una cumbre internacional de extrema derecha liderada por el ultra chileno José Antonio Kast, que tiene aquí como padrino principal nada menos que al también ultra Jaime Mayor Oreja. Ambos políticos están entre los mayores representantes del lobby antiabortista internacional, un siniestro grupo de presión cuyo único fin es arrebatar a las mujeres nuestros derechos sexuales y reproductivos. Kast estuvo en el cónclave fascista que organizó VOX el pasado mes de mayo, con aliados tan tenebrosos como Javier Milei, Viktor Orban, Santiago Abascal o la fascista Georgia Meloni. Vamos, un ramillete de heraldos negros unidos por la lucha contra los derechos de las mujeres, contra nuestro cuerpo, contra nuestra autonomía, nuestro placer y nuestro ser en paz.
Que un grupo de extrema derecha celebre su encuentro contra los derechos de las mujeres nada menos que en la Cámara Alta, cámara de representación del pueblo, parece un hecho gravísimo a cualquier persona sensata. Pero la cuestión es que tal cosa no sucedería si los senadores del PSOE hubieran hecho su trabajo, así de simple. Ahora el PSOE rectifica y pide que se suspenda. “Es un acto que no se debe celebrar en esta cámara” declara Alfonso Gil, secretario general del grupo socialista. Dice que el PP se lo ha “colado”. Y yo me pregunto lo siguiente: ¿Qué estaban haciendo exactamente los responsables del PSOE, más concretamente los miembros de la Mesa, cuando por acción u omisión permitieron que se la “colaran”?
La pregunta es concreta y totalmente seria: Quiero, exijo como ciudadana, saber qué estaban haciendo en el preciso instante en el que, como dicen ahora, el PP les “coló” la acogida de los ultras misóginos en la Cámara Alta. Quiero saber qué estaba haciendo Guillermo Fernández Vara, vicepresidente segundo de la Mesa del Senado; qué estaba haciendo María de los Ángeles Luna Morales, secretaria tercera; y qué estaba haciendo Francisco Manuel Fajardo Palarea, secretario cuarto de la Mesa. Quiero saber dónde se encontraban, por qué ni uno solo de los tres representantes socialistas —con uno habría bastado— se percató de lo que estaba a punto de suceder, por qué no hicieron su trabajo, trabajo, por cierto, muy bien remunerado.
Porque lo que estaba a punto de suceder era ni más ni menos que acoger en la casa “de todos y todas” —¿no la llaman así?— a un grupo internacional de ultraderecha de corte misógino. ¿Es habitual que sucedan estas cosas? ¿Han cedido el Senado para reuniones, no sé, de grupos que luchan contra el derecho a la salud, en favor de la esclavitud o del trabajo infantil? ¿Se dan cuenta del alcance de lo que han permitido con su ausencia? ¿Son conscientes de lo que eso representa para las mujeres, para nuestra salud e incluso nuestra supervivencia? Tengo la sensación de que el aborto, como tantos otros derechos, sigue siendo un asunto “de segunda”, un tema “de mujeres”.
Y también tengo la funesta sospecha de que no quieren darse cuenta de que la extrema derecha global está organizada, y que el eje de su organización se sitúa justo contra los cuerpos de las mujeres y nuestros derechos. Esos grupos, que ya andan ganando elecciones por todo el planeta, ponen en el centro de su acción la violencia contra las mujeres, violencia que no dudan en ejercer, como sucederá, si nada lo remedia, el próximo mes de diciembre nada menos que en el Senado de España. Porque sí, señores y señoras del PSOE, esa reunión es un acto de violencia contra las mujeres. Y ustedes, ahora, son responsables de que suceda.
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