Opinión
El "negro" de Ayuso
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
Que el mensaje falso y populista de vincular migración a inseguridad es un clásico de la ultraderecha, del fascismo, lo sabíamos. Que hace casi dos años, la presidenta de la Comunidad de Madrid reprochaba acertadamente a Vox que culpabilizase falsamente a personas "tan españolas como Abascal" de esa inseguridad, en referencia, por ejemplo, a hijos de migrantes nacidos en España (ergo, españoles) y les advirtiera con tino de que "la violencia no está relacionada con el origen de las personas", nos daba cierta tranquilidad: ese debate estaba superado en España mientras el PP, la derecha, no traspasase esa línea e Isabel Díaz Ayuso, la más neoliberal de todo el partido, no lo hacía.
Pasados los 23 meses desde la reprimenda a Vox por xenófobos, Ayuso se ha movido y colocado del lado de la ultraderecha, supongo que para que no se le escapen los votos que se traspasaron de Rocío Monasterio, líder de Vox en la Comunidad de Madrid, a ella y le otorgaron la mayoría absoluta el pasado mes de mayo. El episodio vivido estos días en Madrid, concretamente en Alcalá de Henares, entra dentro del trumpismo más absoluto, de la manipulación más cruel y del bulo más chapucero y menos inocente, porque Ayuso sabe perfectamente el daño que hacen esas proclamas que relacionan migración y violencia, primero, a los menores extranjeros, muy vulnerables, y segundo, a la convivencia toda.
La presidenta madrileña ha culpado a migrantes llegados de Canarias y enviados por el Gobierno central al municipio alcalaíno de delitos sexuales, reyertas y "un brote de sarna". Lo han desmentido en varias ocasiones y medios el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín; la Policía, y la responsable del centro de residencia de estas personas, Amapola Blasco, directora general de acogida y protección internacional. El único dato que se dio sobre esta cadena de acusaciones tan graves fue el de la alcaldesa de Alcalá de Henares, Judith Piquet: uno de los hombres que fue acusado de tocamientos a una mujer fuera del recinto era "varón joven y negro". Porque todo el mundo sabe que los españoles somos todas mujeres, blancas y de mediana edad en adelante, si me permiten la frivolidad del sarcasmo.
Bombea el racismo, bombea la xenofobia, bombea la aporofobia y, por tanto, bombea el fascismo en esas líneas rojas que el PP no debería pisar para acabar diluyéndose ya definitivamente en Vox y , la ultraderecha, pero ya están ahí y hay que temer y prepararse para las consecuencias. Primero, con datos: no-e-xis-te-vin-cu-la-ción-di-rec-ta-en-tre-mi-gra-ci-ón-y-vio-len-cia, como dijo la propia Ayuso. Según los datos oficiales, que daba ayer la Cadena Ser en un reportaje sobre las falsedades de la presidenta de Madrid y la ultraderecha, el 64% de los delitos en España sin cometidos por españoles y el 36%, por extranjeros, la mayoría, americanos; incluso, de cada diez delitos sexuales cometidos a través de las redes, internet o con dispositivos móviles (ciberdelitos), son responsables dos extranjeros y ocho españoles. La mayoría muy mayoritaria de todos esos delitos son cometidos por hombres, pero nadie cree que un hombre, por el hecho de ser hombre, es un criminal, ¿verdad? Y en su caso, las cifras son, además de ciertas, repetidas a lo largo de la historia.
El discurso que relaciona migración con delincuencia es falso y peligroso, no nos cansaremos de repetirlo y ante el aumento de los movimientos migratorios provocados por el cambio climático, la expoliación de los territorios de origen por países desarrollados (nosotros), las guerras brutales en las que Occidente siempre pinta algo y pocas veces bueno,... lo único constatable es el derecho de las personas que buscan refugio y futuro a ser acogidas con dignidad y humanidad en todas partes todo el tiempo, seas como seas, pero sobre todo, cuanto más vulnerable seas. Ésta es la única verdad y ésa es la responsabilidad de las instituciones, a las que pagamos impuestos para que garanticen unos servicios públicos de calidad de forma universal. Nuestra obligación es informarnos bien -e informarles en el caso de esta plumilla y sus compañeras/os de Público y de oficio- y denunciar los mensajes xenófobos y racistas que solo pretenden pudrirnos la convivencia. No hay ambigüedad que valga ni en época electoral ni en momentos de bajas expectativas por culpa de la oleada populista de la extrema derecha, que apela al miedo y a la frustración en momentos de crisis. Éste no es el caso de Ayuso, pero sí el de Junts en Catalunya. Cuidado.
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