Opinión
Necesitamos más contenedores amarillos
Por Alberto Vizcaíno López
Actualizado a
Cuando se nos habla del problema de los residuos se suelen presentar la sensibilización, la concienciación y la educación ambiental como las mejores soluciones. Al año se dedican en España decenas de millones de euros a esa labor. Sólo la Comunidad de Madrid financió con 579.380,36 € y 426.348,73 €, durante los años 2017 y 2018, campañas de concienciación y sensibilización destinadas a promover el conocimiento de la economía circular por el tejido social madrileño. Una cantidad anual similar a la que el Ayuntamiento de Madrid dedicó en 2018 a campañas con el sistema integrado de gestión de residuos de envases.
Cuando salimos a la calle a entregar nuestras basuras la dotación de contenedores no se corresponde con las expectativas creadas por esas acciones de concienciación y sensibilización. Si hacemos cuentas con los datos de una ciudad como Madrid nos damos cuenta de que no hay contenedores amarillos suficientes. Juntando el volumen de todos los residuos de envases entregados por los madrileños en los sistemas de recogida resulta que triplica la capacidad de contenedores amarillos instalada en la capital. La situación se repite en cualquier ciudad que analicemos.
La consecuencia directa es que la mayoría de los residuos de envases que deberían ir al contenedor amarillo tienen que depositarse en otro sitio ¿Por falta de conciencia y sensibilización ambiental? No, porque sencillamente no hay volumen suficiente para recoger en contenedores amarillos todos los envases que se ponen en el mercado adheridos al sistema de Ecoembalajes España, S.A.
Ecoembalajes España, S.A. (Ecoembes) es la organización creada, por quienes ponen en el mercado envases ligeros que se convierten en residuos, para financiar la recogida y tratamiento de los residuos de envases. El conflicto de intereses está servido y se evidencia en la insuficiente dotación de medios que traslada costes al resto del sistema público de recogida municipal.
En vez de repercutir los impactos de los envases de usar y tirar en la cadena de valor del producto envasado, enviando una señal clara sobre la insostenibilidad de esta opción a envasadores y consumidores, llevamos más de 20 años haciendo trampas estadísticas con las que tranquilizar la conciencia de los ciudadanos sensibilizados y eludir la fiscalización por parte de las instituciones que deberían evitar la hipoteca que nos supone a todos el contenedor amarillo.
No es sólo eso. Cuando compramos envases adheridos al sistema de gestión de Ecoembes (la práctica totalidad de los que podemos encontrar a la hora de hacer la compra), estamos contribuyendo, en el precio del producto envasado, a costear el contenedor amarillo y el tratamiento de los residuos que recoge.
Pero en vez de destinar ese dinero de todas las personas que consumen productos envasados a reciclaje, por ejemplo ajustando la capacidad de recogida al volumen de envases que se comercializa, la entidad que debería garantizar la correcta gestión de esos envases dedica el dinero de todos a mejorar su imagen de marca en vez de a reciclar.
Tanto es así que la estrategia actual pasa por estar presente en todos los centros de trabajo, dotándolos de vistosas papeleras de reciclaje que luego no se encargan de recoger. Ni siquiera financian la recogida de las mismas ¿Es sostenible reemplazar las papeleras existentes en todas las oficinas por otras en las que luce vistoso el logotipo de Ecoembalajes España, S.A.? No, por supuesto que no lo es. Sería mucho más responsable financiar la retirada y correcta separación de los envases que se recogían en las antiguas papeleras que cambiarlas por otras de peor calidad y con la misma finalidad.
Luego nos quejaremos porque se colmatan los vertederos, porque los residuos de nuestros vecinos acaban demasiado cerca de nuestro piso en un desarrollo urbanístico de dudosa compatibilidad con el entorno en el que se ubica. Y es lícito exigir responsabilidades al respecto, pero hay que empezar unos cuantos pasos antes.
Cada uno de nosotros rechazando envases de usar y tirar, saliendo de las grandes cadenas de distribución -donde se consiguen precios bajos a costa de la salud de todas las personas del planeta-, comprando a granel productos locales y de temporada siempre que nos sea posible. Mejor en comercios de proximidad.
Pero también rechazando esas campañas de concienciación y sensibilización que no hacen educación ambiental. La propaganda de la industria que se beneficia de los impactos ambientales, sociales y económicos de los envases de usar y tirar no puede ser financiada ni con dinero de todos los consumidores, ni con el dinero público que los ciudadanos prestamos a nuestros representantes políticos para gestionar problemas como la gestión de residuos.
Urge cambiar el modelo de producción y consumo. Pero mientras necesitamos ajustar la recogida de residuos a la realidad. Necesitaríamos otra forma de gestionar los residuos de envases, con incentivos, tecnologías o lo que sea que pueda resultar en una menor generación y una mejor recogida. Pero mientras tanto, señoras y señoros, hay que aumentar, triplicar, la dotación de contenedores amarillos, que llevamos más de 20 años educando sobre su utilización y hace ya muchos que se nos quedaron pequeños.
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