Opinión
El injusto orden de las cosas
Por Gloria Santiago
Jurista especializada en Derechos Humanos
En el 97, Aznar terminó de liberalizar el mercado de las eléctricas en la senda iniciada por Felipe González. De entonces a ahora han ocurrido tres cosas fundamentales: la factura de la luz se disparó hasta un 80%, se multiplicaron las puertas giratorias y se forraron unos cuantos.
Lo que sigue son desastres, según Eurostat, nuestro país es el cuarto europeo con la energía más cara. Según el Informe de Pobreza Energética en España de la Asociación de Ciencias Ambientales en 2018, había 7 millones de personas que no podían hacer frente a las facturas de la luz. Tendría que ser de máxima urgencia que, con una pandemia encima, la agenda política se centrase en solucionar este problema estructural de inmediato.
Unidas Podemos ha tocado hueso proponiendo que sea el Estado y no empresas privadas quienes regulen el precio de la luz. Los partidos de siempre se han apresurado a hacer piña contra la justicia social. Es decir, sabemos que millones de personas pasan frío en este país, sabemos que los oligopolios energéticos enriquecen a ex ministros y aún queda vergüenza para insultar cuando se propone democratizar el bienestar.
En unas últimas declaraciones de José Bono, cuya hija trabaja en Iberdrola, entre descalificativos decía que había mucha gente en el PSOE que no quería que Unidas Podemos estuviera en el Gobierno; muy a su pesar, varios millones de votos progresistas pensaron que era buena idea empezar a hacer política pensando en la mayoría. Estaba claro que este señor y su familia, desde su estrato poderoso, van a promover las condiciones necesarias para que el orden social siga favoreciéndoles.
El primer temporal del 2021 ha advertido que el frío no es igual para todos. Muchos políticos parecen insinuar que hay gente que tiene que padecer temperaturas extremas porque el mundo es así. Es el orden establecido de las cosas que Bono representa. Un tío simpaticote que cree en la protección del poderoso ante el obrero. La simpatía y lo campechano muchas veces han sido un peligro público para este país, ya se sabe.
Situaciones como la de la Cañada Real, borrascas, olas de frío y calor van a volver a darse y quienes ahora niegan calefacción, seguirán trabajando para que la desigualdad sea socialmente asimilada como algo irremediable. Es el “establishment” al que pertenece Bono, González, la derecha y todos esos del PSOE a los que les molesta Unidas Podemos.
A través de la historia, los gobiernos han amparado los privilegios de los poderosos y mantener a gente arriba necesita un espacio a pisar. Adam Smith relacionaba la pobreza al mantenimiento del orden social “por cada hombre rico deben existir al menos cinco pobres”.
Nosotras les incomodamos porque hemos propuesto un sistema de justicia que limita la influencia de los poderosos sobre la clase obrera de este país. Ponerle fin a la estafa del mercado eléctrico que ideó el PP ayudaría a terminar con la pobreza energética, garantizaría el avance social y suavizaría las divisiones sociales. Un movimiento demasiado arriesgado para esos pocos que acumulan poder frente a millones.
En un país democrático, las políticas tendrían que proteger a las mayorías, pero asusta que haya partidos que se nieguen a facilitar la vida a sus compatriotas. Dos de esos partidos se han turnado el poder del país durante décadas. Demasiado tiempo defendiendo los privilegios de 4 gatos frente a las necesidades de millones. Un tiempo crucial para meter en muchas cabezas que la pobreza es inevitable.
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