Opinión
Ganar a la derecha por la batalla cultural
Por Gloria Santiago
Jurista especializada en Derechos Humanos
Diferentes estudios sociológicos señalan que el voto es un acto emocional. Así pues, a la hora de elegir papeleta se priorizan los valores y principios individuales a los colectivos. Solo de esa manera se explica cómo el PP sigue obteniendo buenos resultados en las encuestas a pesar de abanderar una oposición sin propuestas, con miles de casos abiertos en juzgados de todo el país, con numerosos líderes y cargos en la cárcel y una condena firme por corrupción al partido entero.
Eso ocurre porque parte del ideario colectivo sigue aceptando los valores que sostiene el conservadurismo. La traducción en la práctica es que si queremos mantener los gobiernos progresistas, todos los avances de esta legislatura -como el escudo social, la subida del SMI, los impuestos a las eléctricas- tienen que acompañarse de la aceptación social de los valores reformistas, ecologistas y feministas.
Cambiar el orden de valores lleva mucho tiempo, pero la batalla de las ideas se mantiene viva en las conversaciones entre vecinos, en la barra de un bar o en la cola del supermercado. A nuestro favor tenemos el cuestionamiento, sin precedentes, al que están sometidos los pilares fundamentales del ideario de la derecha: producción, consumo y meritocracia.
El ritmo productivo que defienden los conservadores es insostenible, pues producimos un 150% más de lo que el planeta puede reponer. Por poner un ejemplo, las Islas Baleares necesitarían siete archipiélagos para que el territorio fuera capaz de regenerar los recursos que se consumen en un año. La aceleración del cambio climático es el resultado de la asfixia productiva a la que se ha sometido al planeta y sus consecuencias no descartan una crisis de alimentos a nivel global. ¿Sabemos qué es eso? Eso es pasar hambre.
Tampoco se sostienen sus valores consumistas, acumulativos y materialistas. ¿Quién no ha escuchado eso de “tenemos más cosas de las que necesitamos”? Hablemos incluso de la acumulación de relaciones y cuerpos con la adicción a hacer match en Tinder. El filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman hablaba de ello en su libro Amor líquido y en general advierte: detrás del consumo desquiciado hay vacío existencial y problemas emocionales. Es momento de recuperar el valor en otras formas con las que sentirse bien, como tener una red de amistad sólida y honesta, estar en pareja, trazar un proyecto de futuro común, disfrutar de un medio ambiente adecuado, contar con vecinos y vecinas en las que confiar…
Por último, otro de los pilares del actual imaginario colectivo que está tocado pero no hundido, aún, es la meritocracia. Estaremos de acuerdo en lo importante del esfuerzo y el espíritu de superación pero según un estudio del Ministerio de Hacienda, los elementos que van a determinar que alcances tus metas son: la educación de tus padres (28%), el tamaño de tu familia (27%), el tipo de escuela al que hayas ido (14%), la ocupación de tu padre (12%) y tu entorno cultural (9%). Según los datos, la meritocracia prácticamente no existe.
Por todo, ganar las elecciones es ganar la batalla cultural. A la izquierda no le vale con demostrar que gestiona mejor que la derecha. Para garantizar la victoria ha de proponer un nuevo orden de valores. Encontrar nuevos términos que lo definan, nuevos pilares que lo sostengan, reformular y recuperar principios y ponerle un título a ese nuevo orden que debe procurar eso imprescindible, la alegría y la felicidad de las mayorías sociales y la supervivencia del planeta. Estas Navidades podemos empezar a convencer a amistades y familia de que transformar la realidad es una posibilidad incontestable porque todos los avances sociales de los que disfrutamos hoy, tuvieron antes que imaginarse.
Feliz Navidad.
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