En Europa pasan cosas

En Europa pasan cosas que aquí no pasan. Por ejemplo, se juntan en una sala los portavoces en el Parlamento Europeo del PP, PSOE y Vox con un puñado de periodistas para analizar juntos el asunto del día y contestar a todas las preguntas.

Eso fue lo que pasó el miércoles pasado, en la sexta planta del Parlamento Europeo en Bruselas, justo antes del Hearing a Teresa Ribera. El tono de Dolors Montserrat (PP), Javi López (PSOE) y Jorge Buxadé (Vox) fue amable, cada uno a su estilo, y sus argumentos clarificadores. Allí fue donde los periodistas presentes, convocados para la ocasión desde España por el parlamento comunitario, confirmamos que iba a pasar algo inaudito, aunque probablemente acabara siendo mucho más ruido que nueces.

Los Hearings son un mecanismo democrático poco practicado en el mundo. Los miembros de las comisiones parlamentarias implicadas en las carteras de los candidatos a nuevos miembros del Consejo Europeo tienen tres horas para examinar a los aspirantes, para darles el visto bueno o malo o para pedir seguir examinándolos. La puesta en escena es clara: los candidatos abajo en el centro mirando a las gradas donde se sientan los parlamentarios examinadores cercándoles.

Es verdad que los examinados lo hacen respaldados por el visto bueno del presidente del Consejo Europeo –en este caso Ursula von der Leyen–, con el acuerdo de todos los implicados en la formación de esta institución que representa a 27 países. Solo se ha rechazado candidatos en siete ocasiones en toda la historia europea y siempre por incompetencia manifiesta en esos exámenes para ocupar el cargo.

El examen no es fácil. Los europarlamentarios tienen un minuto para preguntar y los aspirantes dos para contestarles. Los interrogatorios exponen las preocupaciones de todos los grupos políticos sobre los temas que competen a los comisarios. Los aspirantes ganan puntos demostrando sus conocimientos y su buen talante con todas las sensibilidades europeas representadas en este parlamento.

Es un ejercicio de democracia envidiable en el resto del mundo, incluida España. Resulta inimaginable que el consejo de ministros tuviera que examinarse ante el parlamento que representa a todos los españoles antes de ocupar el cargo, aunque la letra diga que tienen que representar y escuchar a los que les votan y a los que no, aunque sería una buena manera de centrar la actividad parlamentaria en lo que importa y en la necesidad de escucha y acuerdos.

Javi López rompió el hielo en la sala de la cita, cuando todos estábamos ya sentados, a ambos lados de una mesa de reuniones muy larga. El portavoz socialista explicó que los socialistas europeos habían decidido parar la aprobación del resto de Hearings a los vicepresidentes del Consejo, ante las amenazas del Partido Popular Europeo de tumbar a Teresa Ribera en el suyo antes de que hubiera sucedido. De hecho, cuando la delegación de periodistas españoles invitados aterrizamos en la capital belga, poco tiempo antes, un portavoz de los populares españoles vino a contarnos a la puerta del restaurante en el que comíamos, antes incluso de que entráramos en el Parlamento, que el PP europeo iba a vetar a Ribera sí o sí, dijera lo que dijera en el examen, que el PP nacional había convencido al europeo de “tumbar” la única candidatura española.

El portavoz socialista, en tono sobrio, explicó que esto no había pasado nunca, que se ponía en peligro la formación del Consejo Europeo y los complejos equilibrios que habían conseguido la lista de nombres del colegio de comisarios, mientras Trump estaba anunciando ya su Gobierno. En esa lista hay un vicepresidente ultra italiano, del partido de Giorgia Meloni, Rafaelle Fito, y un húngaro, Olivér Várhelyi, aspirante a comisario europeo de Salud y Seguridad Animal, propuesto por Viktor Orban. Es decir, que tiene representantes de absolutamente todos los flancos como es tradición en Europa.

Dolors Montserrat confirmó que la candidatura de Ribera sería tumbada. Dijo que hacer caer a Ribera no perjudicaba a España porque el Presidente del Gobierno puede designar otra candidatura, que otro gallo habría cantado si Ribera hubiera dejado el cargo de ministra quince días antes de este examen como hizo Arias Cañete en su día, contra el que votaron los socialistas; que había precedente europeo de ministra dimitida en Alemania por la gestión de unas inundaciones en Renania y que si Ribera no había sido buena ministra para España tampoco podría ser buena comisaria europea.

Ni Montserrat ni López se desmintieron el uno al otro. López puntualizó que a Cañete solo le votaron en contra en su hearing en 2014 los socialistas españoles y que, después de otra tanda de preguntas, fue aprobado como comisario de Medio Ambiente y Energía y que Ribera era la artífice de la excepción ibérica que tantos países europeos envidiaron.

Jorge Buxadé, el portavoz de Vox, habló el último con cierta guasa. Atacó el acuerdo que sostendrá a la nueva comisión europea – si no cae después de esta maniobra- porque en esa comisión no habrá nadie de Patriotas por Europa, su grupo, el tercero más votado de la Eurocámara. El acuerdo es el fruto de una coalición entre los populares europeos, los liberales y los socialdemócratas.

Buxadé afirmó con sarcasmo que este desacuerdo entre socialdemócratas y populares europeos era “tunai”, es decir, esta noche en inglés dicho en español macarrónico. El reparto de carteras es un pasteleo, vino a decir, y nadie querrá quedarse sin la suya. El Consejo será aprobado al final y no en mucho tiempo.

Ni López ni Monserrat le desmintieron.

Quedó entre líneas que Ursula von der Leyen, llamará al orden a Manfred Weber, el presidente del PP europeo que le ha comprado a Feijoo esta milonga por animadversión a la alemana que le quitó el puesto en 2019 –él era el candidato natural a presidir la Comisión Europea-. Será eso o la implosión del Partido Popular Europeo.

Después del encuentro nos llevaron al Hearing que veníamos a escuchar y fuimos testigos de cómo los europarlamentarios del Partido Popular Europeo junto a muchos de Patriots For Europe, el grupo al que pertenece VOX, interrogaban a la candidata sobre la DANA en Valencia, llegando a hacerla responsable de más de 200 asesinatos.

Ribera no perdió la calma. Solo contestó a ratos. Obvió las preguntas más violentas pero agradeció todas y cada una de ellas en cada turno. Contestó más a los que querían saber cómo se plantea su labor como vicepresidenta de la Comisión Europea para la Transición Limpia, Justa y Competitiva. Habló sobre los agricultores descontentos, sobre el exceso de burocracia, sobre las relaciones europeas con las grandes multinacionales, incluidas las del sector automovilístico del que dependen muchos puestos de trabajo. Reconoció que no se ha hecho todo bien y que se trata de hacerlo mejor y de manera más justa. Entre esas explicaciones, entre ese ejercicio de democracia máxima, se colaban preguntas que eran acusaciones brutales, se rompía el sentido de la comparecencia programada.

Los periodistas españoles presentes sentimos -creo- más vergüenza nacional que otra cosa; asco hacia la política espectáculo que se está imponiendo también en Europa.

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*Fact check: La ministra dimitida de la que nos habló Dolors Montserrat, Anne Spiegel, era ministra Federal de Familia en 2022 cuando dimitió y lo hizo después de que se hiciera público que se fue de vacaciones en medio de la gestión de una gran inundación cuando era consejera de medio ambiente en Renania. Es decir, era como la consejera de Mazón que Mazón sigue sin cesar.

*Noticia de última hora: Poco antes de que entregue este artículo se anuncia que Santiago Abascal ha sido elegido nuevo presidente de los Patriotas por Europa, el tercer grupo del Europarlamento donde están, además de VOX, los partidos de Marine Le Pen y Viktor Orbán. Es decir, que la política española sigue cogiendo protagonismo en la europea, aunque teniendo en cuenta la fama de vago que tiene Santiago Abascal y la mala relación que mantiene con Feijoo los acuerdos entre el PP europeo y los Patriotas por Europa de entrada parecen más lejanos que nunca.