Opinión
El efecto Motos
Por David Torres
Escritor
El arte de la entrevista está en franca decadencia, es un hecho. El pianista canadiense Glenn Gould, que hizo un montón de entrevistas para la radio, decía que las mejores confesiones que le había sacado a un invitado procedían de zonas no necesariamente relacionadas con su disciplina. De este modo, había logrado revelaciones sorprendentes de Pau Casals preguntándole sobre el concepto de Zeitgeist, o de Leopold Stokowski charlando acerca del futuro de los viajes interplanetarios. Con todo, lo más asombroso de Gould es que también había conseguido respuestas fascinantes de un ama de casa acerca de la codicia en el mercado artístico o de un inspector de aduanas sobre William James.
Que Glenn Gould, uno de los grandes pianistas del pasado siglo, dedicara una tarde a conversar en un estudio radiofónico con un inspector de aduanas o un ama de casa debería darnos una idea de lo que significa el arte de la conversación. Alguien cuya interpretación del Preludio en Do Mayor de El clave bien temperado, de Bach, aún viaja en las entrañas de la Pioneer 10 (fuera del sistema solar y de camino a Aldebarán en busca de una posible civilización extraterrestre), consideraba que prácticamente cualquiera era capaz de mantener un coloquio ameno e interesante siempre y cuando se le hicieran las preguntas adecuadas. Pablo Motos, en cambio, sería capaz de arruinar una entrevista con Pau Casals, con Leopold Stokowski, con Greta Garbo y hasta con Sir Isaac Newton.
-A ver, lo que todo el mundo está esperando, señor Newton, ¿se comió usted la manzana o no se la comió?
-¿Pero qué coño dice?
El otro día, en ese lodazal televisivo denominado El hormiguero, le pusieron delante a Sofia Vergara, la actriz de origen colombiano que venía a promocionar Griselda, una nueva teleserie en Netflix, y Motos no perdió ni una sola oportunidad de hacer el ridículo. Le preguntó si había cobrado más por Griselda que por Modern Family, una comedia que lleva once temporadas y ha cosechado un Globo de Oro y una docena de premios Emmy. Le preguntó si era rubia natural. Le preguntó por qué las mujeres tienen esa manía de ponerse más pelo en los ojos. Le dijo que había visto la teleserie completa de Griselda y luego se equivocó en el apellido de la protagonista. La guinda del pastel fue cuando intentó burlarse de su acento al pronunciar Modern Family, y Vergara le preguntó a su vez si hablaba mejor inglés que ella y que cuántas nominaciones al Emmy tenía él en Estados Unidos.
Aprovechando que tenía una mujer despampanante enfrente, Motos intentó adjudicarle el papel de rubia tonta, pero al final no hubo ninguna duda de que el papel de rubia tonta era todo para él. Se trató de un acto de generosidad sin precedentes, ya que las mujeres guapas que van a El hormiguero tienen que responder preguntas sobre su escote, su culo o su ropa interior, pero esta vez se conformaron con el pelo, las pestañas postizas y el acento al hablar inglés. De un tiempo a esta parte, sin que se sepa muy bien por qué, los entrevistadores intentan que su invitado parezca imbécil, pero Motos tampoco admite la competencia en este terreno. Salió tan vapuleado de la entrevista que, al parecer, la productora intentó prohibir la difusión de un video con los mejores zascas de Sofia Vergara en vivo y en directo.
El resultado, como no podía ser de otro modo, ha sido un efecto Streisand en toda regla, hasta el punto de que Pablo Motos es noticia en diversos medios de la prensa extranjera como ejemplo excelso de ir por lana y salir trasquilado, un auténtico hazmerreír a escala mundial. No deja de ser curioso que un tipo que critica que hoy en día ya no hay libertad de expresión se dedique a presionar y amenazar a los cómicos que se atreven a cuestionar sus patochadas y a intentar censurar una entrevista donde quedó retratado como un mamarracho.
Para ser justos con este último éxito internacional, habría que cambiar el nombre al efecto Streisand y llamarlo efecto Motos, puesto que al fin y al cabo Barbra Streisand pasará a la historia como una voz extraordinaria mientras que Pablo Motos va a pasar, si es que pasa, como Pablo Motos. A Glenn Gould, por cierto, le encantaba Streisand, y decía que, con la posible excepción de Elizabeth Schwarzkopf, "ninguna otra cantante me ha proporcionado mayor placer ni más ideas sobre el arte del intérprete". Creo que no llegó a entrevistarla jamás, aunque todavía estamos a tiempo de que Pablo Motos le pregunte por la napia.
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