Opinión
La educación prohibida
Por Gloria Santiago
Jurista especializada en Derechos Humanos
El juego de la diversidad política está permitido en democracia, lo que no debería aceptarse es el juego con la educación de nuestros hijos e hijas. Y lo digo no porque la derecha tenga graves problemas para aceptar los valores más elementales de igualdad, conciencia democrática o emergencia climática, sino porque pretenden que el sistema educativo funcione de espaldas a la realidad incuestionable de España y del mundo.
Entre el 97% y el 100% de las publicaciones científicas sobre el clima coinciden: la Tierra está inequívocamente en un proceso de calentamiento. Además apuntan a que -con una probabilidad mayor al 95%- ese calentamiento ha sido causado por la actividad humana. Al Partido Popular, hablar de emergencia climática le parece adoctrinar y quieren quitar toda referencia a ello en los libros de texto de las escuelas.
Por otro lado, solo en España, los registros desde 2003 recogen más mujeres asesinadas en 19 años que víctimas de ETA en 50. Las violencias sexuales son una amenaza 24/7 para todas las mujeres de este planeta -sin excepción- y aun así, enseñar a los niños sobre consentimiento y respeto a las mujeres al fanatismo de VOX le da pudor. Sin embargo, les resulta natural que en clase se hable de la paloma que dejó embarazada a la Virgen María.
Según datos del INE en 2019, el 76.3% de las personas a las que los tribunales declararon responsables de delitos –desde homicidios hasta amenazas– eran españolas. Los delincuentes de nacionalidad extranjera suponen el 1,43% del total de migrantes que viven en nuestro país y proceden, en su mayoría de países de la UE. A pesar de estos datos, la derecha amenaza con hacer desaparecer las palabras diversidad o pluralidad de los libros de texto.
La cacería literaria y la censura de libros que proclaman como descerebrados se debe a que consideran que la educación ha de ser objetiva. La brecha ideológica que están abriendo es desquiciante porque polariza conceptos que tendrían que ser universales como la igualdad, el cuidado del planeta o el pluralismo, que ahora se asumen solo en la izquierda.
Sí, confieso que creo que la educación ha de tener otro objetivo a esa simple memorización de conceptos y que no puede permanecer ajena a la realidad sino que ha de analizarla e intervenir en ella. Si asumimos la educación como una simple espectadora de lo que sucede fuera del aula, ajena a la reflexión y al cuestionamiento del pensamiento hegemónico, entonces el mundo seguirá condenado a normalizar las desigualdades.
Sin dudas, la educación tiene que proporcionar las herramientas para reconocer las formas antidemocráticas de poder o la forma represiva en los intereses ideológicos. El aprendizaje no solo consiste en vomitar ideas sobre un tema determinado, ha de plantear debate. Sí, los niños y niñas de hoy deben conocer cuáles son los intereses que mueven al capitalismo para que puedan elegir qué sistema les parece más justo. Sí, también hay que hablar en las aulas sobre qué ideas hay detrás del fascismo y por qué su rechazo debe ser unánime. Sí, en las aulas tiene que leerse cómo la mano del ser humano puede cuidar al planeta o desgastarlo hasta la extinción; y, por supuesto, hay que explicar cómo se combate el patriarcado, que mata y violenta a mujeres cada día, a cada minuto.
¿Es que acaso la derecha no sabe cómo se desarrolla el pensamiento crítico del que habla? Pues del intercambio de ideas. De encontrar el acierto en el argumento del otro. No quiero un futuro de niños y niñas autómatas, resignados a vivir en un mundo que no admite transformación ni contradicción. No quiero una educación de zulo oscuro, quiero una educación con puertas a la posibilidad. Si no se estudian otras otras formas de entender el mundo, estaremos transmitiendo que no quedan sueños por los que luchar.
La relación del PP con la comunidad educativa sí que da pudor, y mucho. Fueron capaces de levantar a la grandísima Marea Verde, que los arrastró a la oposición. Ahora VOX dice que los acosadores de los parques se han metido en las escuelas y enseñan a los niños y niñas a hablar de guarradas. Son profesores y profesoras enseñando sobre respeto y consentimiento en las relaciones afectivas. Son maestros y maestras procurando que las personas adultas de mañana se inquieten por las profundas desigualdades del mundo.
Cuesta creer que muchos votantes del PP puedan estar de acuerdo con su modelo reduccionista de educación porque no hablamos de una materia más en un programa electoral, estamos hablando de que pretenden decretar la muerte de los sueños. Estamos hablando de que tu hijo o hija conozca qué está pasando en el mundo y sepa que es suya la capacidad para mejorarlo.
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