Opinión
Colegas de los medios: nos matan y calláis
Periodista y escritora
UNO: El sábado 25 un hombre asfixió en el madrileño barrio de Vallecas a su mujer, de 37 años, que acabó falleciendo dos días después, el lunes 27.
DOS: El mismo lunes que otro hombre mataba a cuchilladas a su mujer, de 25, y su hija de cinco años, también en Madrid, esta vez en Carabanchel.
TRES: A cuchilladas también lo hizo el hombre que mató dos días después, el miércoles 29, a su mujer, de 34 en Sagunto (València). La hija de ambos, de 13 años, presente en el momento de los hechos, se precipitó por la ventana al patio interior.
CUATRO: Al día siguiente, el jueves 30, otro hombre quemó a su mujer, de 34 años, y a su hijo en Arona (Tenerife). La mujer permanece en coma inducido por la gravedad de las quemaduras, el hijo se salvó.
CINCO: Al día siguiente, este viernes día 1, la Guardia Civil confirmaba que la mujer de 80 años encontrada muerta en Sigüeiro (A Coruña) con signos de maltrato había sido asesinada por su marido.
Escribo este artículo el sábado día 2. Un sábado en el que ninguno de los principales periódicos impresos de este país ha tenido a bien llevar estos hechos a portada. Algunos, ni siquiera a páginas interiores. Cinco asesinatos, uno de ellos una niña, las demás, mujeres, otra mujer en coma por las tras que intentaran quemarla viva, una adolescente lanzada por la ventana, un crío con quemaduras... ¿Qué está pasando con los medios de comunicación de este país?
Llevo más de 30 años de profesión, sé lo que da de sí, sé cómo se toman las decisiones, sé qué es lo que se puede hacer con todos esos datos atroces: un especial, un reportaje a fondo, una doble página, apoyos de opinión, editoriales, un repaso concienzudo al “estado de la cuestión”, una entrevista en profundidad, yo qué sé, ¿la apertura de todos los informativos de este país, por ejemplo?
Sé también lo que no debe hacerse: el silencio. Se puede no contar todo lo anterior, no dar noticia de que esta ha sido una de las semanas más negras de la historia reciente de España en lo relativo a la violencia machista. Ir dando las noticias una a una y callar después. Se puede, y así ha sucedido, para vergüenza de todas y todos las que nos dedicamos a esto de la información.
Lo contrario de la información no es la desinformación. Lo contrario de la información no es la mentira, las fake news. Lo contrario de la información es el silencio. Eso es. En periodismo, lo contrario de la verdad no es la mentira, sino el silencio.
Lo anterior lo saben bien en este país los asesinados y asesinadas durante la “modélica” Transición, los miles de torturados y torturadas en esta democracia coja y muda que vieron enterrar a Billy el Niño con sus medallas al mérito, colgadas en su pecho, dicho sea de paso, por el inefable Rodolfo Martín Villa, y también de paso recuerdo que dicho criminal recibió el apoyo escrito de su puño y letra (yo vi los documentos y lloré) por “los cuatro grandes” del sindicalismo de este país: Nicolás Redondo, Antonio Gutiérrez, Cándido Méndez y José María Fidalgo.
El silencio es el paño negro sobre el espejo de la entrada, es la respuesta del cobarde ante lo que incomoda a los “amigos”, es el siguiente paso. Ni más ni menos, el siguiente paso. Escuchando a la ministra de Igualdad Ana Redondo el viernes en su entrevista con Angels Barceló en la SER quedó claro que no será de las instituciones de donde venga la respuesta. Tampoco sé quién podría esperarla, tras las declaraciones del presidente del Gobierno sobre cómo el feminismo incomoda a sus amigos, o tras el veto a la ex ministra Irene Montero.
Pero los medios no deberían esperar a las instituciones para describir la realidad. Es su trabajo. Es más, su labor consiste, además, en ordenarla. Por eso algunos ponen los toros en la sección de Cultura y otros en la de torturas. No deberían esperar a las instituciones ni tampoco a que las mujeres salgamos a la calle por enésima vez. Los medios crean opinión, jerarquizan la realidad, la retratan y le ponen la tilde. Si en esta ocasión callan, si las primeras páginas de, por ejemplo, El País, El Mundo, ABC o La Vanguardia no dicen ni mu sobre la atroz semana que hemos vivido, ni siquiera un editorial en ninguno de ellos, no es casualidad. Se trata de una decisión tomada, discutida, esperemos que al menos discutida.
Ya digo que escribo esta columna el sábado, porque tiene que publicarse el domingo. Espero, sin mucha fe y llena de tristeza, que este domingo día 3 algún medio haya corregido su postura. Si no, este siguiente paso, este silencio de espanto, temo que no sea el último.
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