Opinión
Una chochoctora en nuestra televisión
Periodista
-Actualizado a
La cómica, guionista y escritora Henar Álvarez tendrá su propio espacio televisivo en RTVE, un programa de entrevistas del que apenas ha trascendido información pero que se va a grabar en un teatro madrileño, con público y con el espíritu de un late night. Como espectadora y como profesional del sector me alegra muchísimo esta noticia, y creo que somos muchas las mujeres feministas las que la celebramos con entusiasmo y sentimos que este más que merecido éxito individual de Henar es también una victoria colectiva. Colectiva, porque las mujeres somos mayoría de espectadoras en la televisión (al igual que somos mayoría de lectoras, o mayoría de consumidoras de series) y también porque desde hace algunos años, y como reacción a la ola feminista que culminó con la huelga del 2018, el feminismo ha sido descaradamente arrinconando dentro de los espacios culturales más populares, dando lugar a toda una generación de comunicadoras que han crecido y han triunfado al margen de la televisión, gracias a internet y a los podcast, y de las que Henar es una de sus mejores representantes. El éxito evidente de estas comunicadoras pone de relieve que los contenidos feministas interesan e interesarán siempre, porque las mujeres somos la mitad de la población y estamos sedientas de espacios de representación.
Que Henar sea la cómica más seguida en este país -y puede que cómico- no es ninguna tontería. Además de sus casi 800.000 seguidores, a Henar la avalan podcasts de gran éxito en diferentes plataformas y libros que arrasan en listas de ventas y cuyas presentaciones son una auténtica locura, con cientos de seguidoras abarrotando los espacios y colas imposibles para la firma - yo estuve en dos de ellas-. Y todo esto es la confirmación número 85.000 que las mujeres no necesitábamos de que el feminismo ni es algo residual, ni es algo que no tenga cabida en los programas de máxima audiencia, y también de que es hora de ver a mujeres deslenguadas, valientes y divertidas rompiendo el mito de la perfecta feminista con el que nos quieren sacar de circulación. El feminismo ya es popular, tanto como para que toda esta generación de comunicadoras cuente con miles y miles de seguidoras sin que haya habido inversiones millonarias en su promoción, ni en su difusión. Lo que sí ha habido es sororidad entre ellas y si se han mantenido “en parrilla” tanto tiempo ha sido también por apoyarse unas a otras, lo que llevan haciendo los tíos desde que el mundo es mundo.
Los motivos concretos por los que yo celebro que Henar Álvarez vaya a llegar a la televisión pública son numerosísimos:
Henar tiene la enorme virtud de llevar la agenda feminista a la comedia y al gran público, no le tiembla la voz al hablar de violencia sexual, de pornografía, de vientres de alquiler, de violencia económica y doméstica, o de la carga mental en la pareja.
Henar desmitifica la maternidad (“yo soy un padre cojonudo”) sin renunciar nunca a su deseo de ser madre. Recuerdo perfectamente que la empecé a seguir después de leer su relato de parto y violencia obstétrica que publicó en El Confidencial en el año 2017, del cual se me quedó grabada a fuego la siguiente frase “Os juro que aquel día me metió más gente la mano en el coño que en toda mi adolescencia”. Frase que tardé exactamente tres años en recordar, en un paritorio de Pontevedra, mientras mi coño era visitado por media planta de Obstetricia.
El discurso de Henar te empodera, aunque no quieras, sus consejos son como puñetazos en el estómago y cuando habla de la importancia capital de que las mujeres ganen dinero, sean independientes y se realicen con sus trabajos, Virginia Woolf aplaude en su tumba.
A Henar le encanta hablar de sexo y de deseo y ofrece educación afectivo sexual centrada en el placer femenino, otro tabú que ha sabido romper con un gran sentido del humor. Si La Chochoctora, personaje que empezó interpretando en uno de sus podcast, estuviese presente en todos los institutos de este país, muchos más chavales comprenderían cómo opera la violencia sexual y cómo funciona el clítoris, sus novias estarían más satisfechas, y las infecciones de transmisión sexual se reducirían drásticamente (“moraleja, sin condón, querido hermano, te la cascas con la mano”).
Henar se revela constantemente contra los cánones estéticos, hace muchos de sus videos y directos sin una gota de maquillaje y se caga en los rellenos faciales. Ahora que se habla tanto de bodypositive es hora de que pongamos sobre la mesa que la primera causa de dismorfia corporal en niñas es su propia cara regada por los filtros y el maquillaje y la influencia, nefasta, de las influencers rellenadas de ácido y bótox. “No me plancho la ropa, me voy a planchar la cara”, dice la cómica.
Que Henar vaya a tener su propio espacio en Televisión Española (aunque de momento sea en una plataforma de la cadena) significa también que, pese a todos los techos de cristal, el talento y el trabajo pueden llegar lejos si hay alguien que tenga un poquito de perspectiva feminista al otro lado. Y al otro lado estaba Jordi Évole. Pero este fichaje no puede verse solo como una cuestión de interés en la promoción de la igualdad, o incluso como una apuesta personal del periodista, Évole, que también es un empresario de éxito, sabe perfectamente que Henar genera audiencia y genera dinero. La entrevista que le hizo él mismo en su programa (y que deberían de ver todos los directivos, productores, editores y directores de televisión de este país) registró más de 3 millones de espectadores en algún momento. La televisión pública es líder, además, entre los jóvenes de 13 a 24 años, una franja a la que tiene la obligación no solo de entretener, sino también de educar.
Henar sabe que puede fracasar y sobre ello ya ha reflexionado también. "Nos pusimos con el proyecto y ahora estoy nerviosísima. Como vaya mal... bueno, como vaya mal qué más da. ¿Cómo va a ir mal si soy la puta ama?", se motivaba. Y es que Henar sabe también que la penalización al fracaso es mucho más grande cuando somos nosotras las que ponemos el pellejo. A lo largo de los últimos años hemos visto a un puñado de presentadores famosísimos estrellarse en no pocas ocasiones, y volver con un programa de altísimo presupuesto debajo del brazo semanas después de la cancelación. Pero con las mujeres siempre es diferente. Hace casi 20 años la cómica Eva Hache dejó Noche Hache, el primer late presentado por una mujer en este país, y nunca más ha vuelto a tener un programa en abierto de esas características. Ni ella, ni ninguna otra. Además, se invierte más dinero y se programan mucho mejor los programas liderados por hombres (más allá de los destinados a las amas de casa) y esta brecha económica y de prestigio repercute, inevitablemente, en el éxito de unos y en el supuesto fracaso de otras.
En esta cruzada feminista que llevo por bandera siempre insisto en que las mujeres tenemos que consumir, especialmente, cultura hecha por otras mujeres. Pero es el momento de que exijamos también a los hombres poderosos de la comunicación, aparentemente comprometidos con la igualdad, que apuesten sin complejos por mujeres feministas en puestos creativos y de impacto dentro de sus programas y de sus productoras, que arriesguen por una buena causa (que además les dará audiencia y dinero) y que dejen de hacerse los aliados cuando sabemos que la mayor parte de su equipo directo son tíos que replican el discurso cuñado de toda la vida.
Moraleja: Con una Chochoctora en tu televisión, tendrás audiencia a cañón.
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