Opinión
Ayuso: la libertad de una snob
Por Gloria Santiago
Jurista especializada en Derechos Humanos
Justo antes de finalizar su discurso de convocatoria de elecciones Ayuso mira desafiante a la cámara y dispara: libertad o socialismo. Las dos opciones de siempre para una crisis cuya solución requiere una reflexión amplia y transformadora sobre la manera en la que nos hemos estado relacionando con las personas y con la naturaleza.
Resulta curioso cómo la derecha ha monopolizado el término libertad con la misma solemnidad con que lo hizo la Francia de la Ilustración y la Revolución pero sin que ninguna de esas cosas se hayan dado nunca en España. Se entiende fácil que en este país el concepto de libertad no nació de la exigencia del pueblo sino como una limitación a su poder. Un concepto snob que acuñó la burguesía para proteger su espacio y su acumulación de poder. La libertad solamente era para quienes tenían los medios para ejercerla. Y en esos términos sigue usándose por la derecha.
A saber: con la libertad como concepto amplísimo hay que estar de acuerdo porque la otra opción es la represión y no es legítima en un Estado democrático pero la derecha ha añadido tinte neoliberal al concepto y su alcance se ha reducido a muy pocos. Entonces tienes que preguntarte a quién protegerá la libertad que mencionó Ayuso. ¿A la mujer que es víctima de violencia machista?, ¿a quienes no han tenido calefacción este invierno?, ¿a las personas migrantes que se hacinan en Cíes?, ¿al currante precario?. En un régimen capitalista como el que sostiene la derecha, la libertad es un privilegio de la burguesía y un mito para los demás.
El peor recuerdo que tenemos de la crisis anterior fue cuando en proclamas de la libertad al beneficio individual, el Partido Popular salvó a las grandes entidades financieras que, después de 2008, emergieron más ricas y más poderosas que nunca. Esa aplicación capitalista de la libertad abría la brecha de la desigualdad entre el 1%, que concentró más poder aún, y un 99% que, literalmente, pagó la crisis.
En atención a la libertad individual, el Partido Popular ha apostado siempre por las políticas de reducción del Estado aunque estén destinadas a proporcionar ayudas y a cubrir necesidades. Paradójicamente, ha sido esencial la intervención estatal durante la pandemia para poner en marcha los Ertes o, lo más reciente, destinar 7000 millones de euros en ayudas directas a autónomos.
Ayuso puso encima de la mesa dos opciones ya obsoletas: libertad para la burguesía o el socialismo de toda la vida. Conviene no volver a apostar todo al blanco o al negro porque a mismos caminos, mismos resultados.
Hay consenso en la comunidad científica alertando de que los virus vienen relacionados con la desaparición de los ecosistemas. La salida de la crisis se hará por la puerta que cuestione la construcción de la sociedad desde el interés individual. Ganaremos todos y todas si dirigimos el debate hacia la razón y la supervivencia: necesitamos un nuevo gran pacto ecosocial que aborde la libertad desde una perspectiva interseccional donde se acojan y se cuiden todas las luchas: la obrera, la ecologista, la migrante, la feminista...
Esa libertad que esgrime la derecha no apunta a las bases sino a las cúspides. La libertad para fijar los precios del alquiler ha convertido España en un país inhabitable donde los sueldos de la mayoría no alcanzan. La libertad para construir está terminando con el suelo rústico con consecuencias devastadoras para la supervivencia de los ecosistemas.
Hay un camino que Ayuso no mencionó en su discurso: el que reconoce la solidaridad y la interdependencia. El que ofrece la oportunidad para poner la Felicidad de las personas y la supervivencia del planeta en el centro de la agenda política. Ella habló de libertad pero, ¿protegerá su libertad por igual al empresario que a la cajera del supermercado? No, no lo hará. Y esa es la verdad.
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