Opinión
El año del tocadiscos
Periodista y escritora
Las navidades por parte de la abuela han dejado un tocadiscos en casa, más concretamente le han traído uno a mi hija menor, uno de esos de maletita. Yo tuve uno de pequeña, calculo que hace unos 43 años. Cuarentaytrés años no es nada. Un tocadiscos, en cambio, es una forma de vida. Ha sido entrar el aparato y recuperar las tardes de escucha de las dos caras, los tés con novela y los trayectos largos en coche por carreteras secundarias.
Creo que este año 2024 volverán más cosas de ese tipo. No es que eche de menos los años 80 o los 90, que es como decir los años pre-tecnológicos, que un poco también. Echaba de menos el tiempo, mi tiempo, y los adentros. Sentir cómo transcurre el tiempo y, en ese acto, apartar todo resto de realidades acuciantes. Quiero decir que han tenido que entrar el tocadiscos y las caras B de los elepés para dejarme de martingalas y entregarme a los adentros. ¿Y qué hay en los adentros? Yo y mis pensamientos, lo que siento y lo que recuerdo, aquello con lo que sueño y también los dolores de todos los tamaños que la vida ha ido dejando como un sembrado que, sí, también da buenos frutos.
Hace un par de meses, una amiga me habló de esto mismo. Celebrábamos el libro nuevo de otra amiga, escritora, y me comentó que en su casa han vuelto a los álbumes completos, cara A y cara B. Esa es una forma de escuchar que quiero para mí. La escucha completa. Hasta el final. Pero no hasta el final de la canción —hasta eso había perdido—, sino hasta el final del último tema de la cara B. Cabe mucha vida hasta el final de la cara B.
Mientras suena el I put a spell on you de Nina Simone seguramente están sucediendo cosas en las realidades multiplicadas que circulan por redes y más redes. Pero esas redes no existen en el tocadiscos. Es el aparato. De eso se trata. Ha entrado en casa un aparato en el que no suceden miles, millones de realidades a la vez, en el que no existen cientos, miles de personas reclamando mi atención, dándome tanto o nada. En ese aparato solo sucedemos Nina Simone y yo.
Ha bastado que entrara en casa un aparatito sencillo y barato para dejar en pelotas a todo el universo Apple, todas las redes, los llamados smartphones, una forma de vida. Tengo la impresión de que 2024 va a ser el año del tocadiscos en casa. Qué felicidad.
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