Opinión
El amigo Óscar Puente y meadita en el árbol
Periodista y escritora
Al amigo Óscar Puente seguramente le molesta el feminismo radical. El presidente Pedro Sánchez dijo el pasado mes de junio que tenía amigos “hombres de entre 40-50 años que han visto en algunas ocasiones que algunos discursos han sido incómodos hacia ellos”. Nos quedaron dos cosas claras:
Cosa #1. El presidente quería quitarse de en medio al equipo del Ministerio de Igualdad, en general, y muy en particular a la ministra Irene Montero, y para ello iba a hacer suyo el discurso de los hombres que no quieren cambios. Ni más ni menos. Si el feminismo no incomoda es que no es feminismo. Si tú quieres cambiar la sociedad, quitar privilegios a la mitad de las personas, por obligación molestas. Nadie cede sus privilegios entonando una alegre cancioncilla bucólica. Los privilegios se pierden porque la parte no privilegiada —en este caso las mujeres, todas— presiona. La presión no es de gusto de nadie. El presidente optó. No se puso del lado de las mujeres, no eligió apoyar las reivindicaciones —incómodas, claro— de las desfavorecidas. Optó por los favorecidos, por los hombres, y se erigió en su portavoz.
Cosa #2. Nos quedó claro también que esos huecos que dejaban las incómodas los iban a rellenar los incomodados, al menos una parte. Es decir, sus amigos de 40-50 años que sintieron incómodos “algunos discursos”, los nuestros, los de las feministas. Esos amigos, entre otras cosas, igual que el presidente, no se pararon a reflexionar sobre su propia incomodidad para convertirla en lucha por la justicia, por un reparto justo de las responsabilidades y los papeles de hombres y mujeres dentro de la sociedad.
Ahí, en la Cosa #2 es donde entra el amigo Óscar Puente. Yo recuerdo una vez que, siendo alcalde de Valladolid, este señor hizo pública en Twitter su opinión sobre mí. La opinión de Óscar Puente era, si no recuerdo mal, “esta tía es una imbécil”. Pero puede que recuerde mal, porque ya me fui de Twitter, entre otras cosas para evitar a personajes de su calaña. Puede que pusiera “esta mujer es idiota”. Seguro que el exalcalde y hoy ministro puede recuperar esa delicada flor. Si no él, quizás la recuerdan en el PSOE, a quienes me quejé, ya que estaba insultándome en el ejercicio de mis funciones como periodista. Llámame loca, pero me pareció que no eran maneras para un alcalde. Lo cierto es que mal no le ha ido.
Lo bueno de los amigos, de los que se sienten incómodos cuando se les muestran sus privilegios, de los que insultan, de los señoros en fin, es que inmediatamente mean su arbolito, marcan territorio: “Esto soy, así soy, por eso estoy aquí”. Esta semana, el ministro Puente nos dejó estupefactas con una comparación para explicar lo de la amnistía y el pacto con Junts. La que sigue: “¿Usted se hubiera casado si no se hubiera quedado embarazada su mujer? Pues a lo mejor en este momento no, pero nos queremos mucho y seguramente dentro de seis meses nos hubiéramos casado también”.
Cualquiera podría pensar en un patinazo, que al hombre se le escapó, que está empezando lo de su labor ministerial o excusas semejantes. Nada más lejos de la realidad. De hecho, para que quedara claro que era bien consciente de lo que estaba haciendo, fue el propio Óscar Puente quien se ocupó de apuntar que se trataba de una comparación “chusca”. Chusca, oh. Pero la comparación no era exactamente “chusca”, sino una meadita en el árbol para dejar claro quién es él, cómo se maneja y cuáles son sus formas. Lo hizo, además, en la presentación de un proyecto en el marco del 25N, Día contra la violencia machista.
En conclusión, que ya están aquí los amigos antiguamente incomodados del presidente, ya están a sus anchas, ya no les tiran la sisa ni la bragueta. Queda abierta la temporada de señoros, y si te preñan, a la vicaría.
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