CERCO A LA CORRUPCIÓN Rajoy Sobredo, Rajoy Brey y la moción bisagra
Este martes 13, además de al celebrado debate -un Parlamento vivo es siempre un buen Parlamento-, los/as españoles hemos asistido también a la lenta agonía de una generación política. Y no es sólo cuestión de edad.
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De las memorias de Mariano Rajoy (Santiago de Compostela, A Coruña - 1955), En confianza: mi vida y mi proyecto de cambio para España (Planeta), presentadas a pocos meses de convertirse en presidente del Gobierno en 2011 con una abrumadora mayoría, me llamó siempre la atención la referencia del presidente a su progenitor, Mariano Rajoy Sobredo. "A mí, la persona que más me ha influido en la vida ha sido mi padre”, confiesa el líder del PP, además, aclarando que Rajoy Brey se parece “bastante” a Rajoy Sobredo, al que aquél, el hijo, define como “perfeccionista y algo introvertido; muy prudente".
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"A mí, la persona que más me ha influido en la vida ha sido mi padre”, confiesa Rajoy en sus memorias
El presidente del Gobierno admira a su padre, sí, no es una pose, aun cuando Rajoy Sobredo haya protagonizado alguno de los episodios más oscuros del franquismo en Galicia, cuna del dictador que dio nombre a su etapa de tiranía. El Rajoy que hizo sus primero pinitos en política, escribiendo sobre su pensamiento y su ideología, dejó buena fe de tal influencia: de su convicción de que todos/as no tenemos los mismos derechos, no somos iguales y, además, la cuna tiene mucho que ver con ello. A saber, los hijos de "buena estirpe” superan "a los demás", algo "confirmado por la ciencia", según publicó Rajoy en un Faro de Vigo de 1983.
Rajoy piensa así; cree así y, en parte, es lógico si admira a su padre y éste le ha influido tanto como dice. Hay un expediente Franco, el caso Reace o del aceite de Redondela, que en Galicia se recuerda mucho y bien, sobre todo, desde que Rajoy Brey es presidente del Gobierno. Se menciona el caso Reace una y otra vez, digo, cuando los posos autoritarios del presidente y su Gobierno se traducen en nuevos escándalos públicos (intentos de control del Poder Judicial, leyes mordaza, recursos contra el aborto o el matrimonio homosexual, protección del corrupto, ausencia de responsabilidad política, etc.)
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El 'caso Reace' habría pasado desapercibido en 1972 si no fuera porque uno de los implicados era el hermano de Franco
En la moción de censura de este martes 13, además del celebrado debate -un Parlamento vivo es siempre un buen Parlamento-, los/as españoles hemos asistido también a la lenta agonía de una generación política que se resiste a morir pese al empuje de otra generación que viene con mucha fuerza y con otras ideas y lo hace, además, de forma transversal. El empuje generacional atraviesa el Parlamento, los partidos y a sus representantes públicos: no es una cuestión de edad, aunque está inevitablemente vinculada; es una cuestión de pensamiento, de forma, de fondo y hasta de concepción vital. Es arriesgado dividir el cambio generacional entre partidos tradicionales y nuevos partidos -mucho menos entre izquierda y derecha- con lo que ha pasado, por ejemplo, con Pedro Sánchez en el PSOE o con la resistencia férrea de un PNV que no envejece. Será el tiempo, no obstante, quien dibuje las líneas fronterizas.