Este artículo se publicó hace 2 años.
Por qué no se puede afirmar que las mujeres asesinan más a sus hijos
El asesinato de una niña presuntamente a manos de su madre abre una ofensiva por parte de la ultraderecha para poner en duda la violencia de género y atacar a las instituciones y políticas de Igualdad.
Marisa Kohan
Madrid-Actualizado a
El asesinato de una niña de seis años en Asturias a manos presuntamente de su madre, ha relanzado un falso debate sobre si son las madres o los padres quienes más asesinan a sus hijos. Un mensaje que no vela por el bien superior de los menores, sino que es empleado por la ultraderecha desde hace años para propagar la idea de que la violencia de género, la que se ejerce contra las mujeres por el hecho de serlo, no existe. "La violencia no tiene género", insisten. Esta arma arrojadiza contra las políticas de Igualdad y contra la propia Irene Montero, no es nueva y surge una y otra vez con argumentos similares.
La prontitud con la que algunos diputados de la Vox se lanzaron a denunciar el asesinato de Olivia (así se llamaba la menor asesinada en Asturias) y a culpar de las mismas a las "nefastas leyes de género que condenaron a un padre inocente", tal como escribía en su cuenta de Twitter la diputada de Vox, Rocío de Meer, pocas horas después de conocerse el crimen, no se han producido este lunes, horas después de que saltara la noticia de que un hombre asesinó a su mujer y a su hija de seis años en el barrio madrileño de Móstoles y posteriormente intentara suicidarse. Poco después se conoció que el padre de Olivia había sido condenado por violencia de género.
Diversos medios de comunicación se han lanzado a justificar este mensaje y amplificar la negación de la violencia de género buscando datos que apoyaran esta teoría. Los hallaron en una reciente pregunta que realizó el Partido Popular en la Senado. En mayo de este año, la senadora Cristina Ayala Santamaría realizó al Ejecutivo una pregunta: ¿Cuál es el número de progenitores que han asesinado a sus hijos en los últimos 15 años? La política pedía, además, que las cifras fueran desagregadas por sexo y que explicitaran cuántos de dichos crímenes habían sido cometidos por mujeres y cuántos por varones.
El Ministerio del Interior respondió que esos datos desagregados por sexos no se podían recabar de sus bases de datos, puestos que no se registraban. Una ampliación a la respuesta realizada por el Ministerio de Justicia, dio algunas cifras. Se referían a las condenas por este delito desde el año 2007 hasta junio de 2022 desagregado por sexos. Según estas estadísticas, a lo largo de dicho período un total de 26 madres y 24 padres habían sido condenados por el asesinato de menores.
Las cifras, recabadas de los datos del Registro Central de Medidas Protección Integral contra la Violencia Doméstica y de Género, fueron resucitadas estos días por medios de la derecha, sin ninguna interpretación, afirmando que son las mujeres las que mayoritariamente asesinan a los hijos e hijas. Pero las cifras tienes importantes sesgos. Por un lado, no tienen contexto y por otro la información es, cuanto menos, incompleta. Tampoco desvela cuántos asesinatos de menores se han producido por parte de personas que no sean los progenitores, sino cuántas condenas se han logrado en casos de filicidios a lo largo de 15 años.
La única estadística que recoge desde hace una década los asesinatos de sus hijos por parte de sus padres o parejas de sus madres es la que recopila detalladamente la delegación del Gobierno contra la violencia de género. Cruzando éstos con los dados ofrecidos por Justicia en su respuesta a la pregunta de la senadora del Partido Popular, se constata una falta de consistencia en relación estas últimas estadísticas.
Si bien en diversos años los datos de Justicia no recogen ninguna condena a hombres por el asesinato de sus hijos, las estadísticas del Ministerio de Igualdad sí. Es el caso del año 2015, donde fueron asesinados un total de siete menores de edad por parte de hombres. Cinco de ellos fueron cometidos por los propios padres, mientras que otros dos por las parejas de sus madres en el ámbito de la violencia vicaria o de género. Sorprende, además, que los datos de 2015 del ministerio de dirige Pilar Llop no registren ninguna condena a hombres por asesinato de sus hijos. En ese año, David Oubel fue la primera persona condenada a prisión permanente revisable en nuestro país por el asesinatos de sus dos hijas.
Otro desajuste llamativo se produce en los datos de 2014, en donde las estadísticas de Igualdad recogen el asesinato de cuatro menores de edad (tres por parte del padre y otro por la pareja de la madre), mientras las estadísticas aportadas por Justicia sobre condenas a hombres, vuelve a estar a cero. Si en 2019 Justicia no recoge ningún condenado varón por el asesinato de menores, ese mismo año tres padres asesinaron a sus hijos e hijas, tal como se desprende del registro de la delegación del Gobierno. De la misma forma, existe un abismo en ambas estadísticas en relación a los años 2017 y 2018, los dos más letales en cuanto a menores dentro de la violencia hacia sus madres. En el primero se registraron ocho menores asesinados y en el segundo siete. Sin embargo, las estadísticas de Justicia sólo recogen dos condenas a hombres en ambos años.
En total, los datos facilitados por Justicia sobre condenas a personas condenadas por el asesinato de menores registra que 50 personas asesinaron a menores de edad en los últimos tres lustros. Sin embargo las estadísticas de Igualdad recogen el asesinato de 47 menores en una década (43 de ellos por sus padres). Una cifra que podría subir a 48 en breve si se confirma como violencia de género el menor asesinado este lunes en Móstoles.
Los datos suministrados por Justicia ocultan una gran parte de la fotografía. Por un lado, porque sólo computan los asesinatos de padres de los menores (no de los que son parejas de las madres o del entorno cercano) y porque ocultan los asesinatos realizados por los padres que nunca llegaron a ser juzgados, que son un cifra importante. Según los datos recopilados desde 2013 por la delegación del Gobierno contra la violencia de género, cerca del 70% de los padres que asesinan a sus hijos intentan suicidarse tras el crimen y el 60% lo consigue. Es decir, muchos de los asesinos no pueden estar en las estadísticas de Justicia, porque no se ha podido realizar un juicio por ser inimputables.
De los siete asesinatos de menores que se produjeron en 2018 a manos de sus padres, seis de ellos se suicidaron tras el filicidio. Ese mismo año, Justicia solo recoge dos condenas a hombres por asesinar a sus hijos.
La violencia vicaria la ejercen los hombres
La realidad es que con los datos disponibles no es posible dar una respuesta cierta a la pregunta realizada por la senadora Popular al Gobierno. Pero incluso su planteamiento encierra una segunda lectura difícil de obviar. Si bien sería importante conocer los datos desagregados por sexos (algo a lo que obliga la ley de Igualdad aprobada en 2007), lo cierto es que existe un sesgo de género en el maltrato y asesinato de niños en el ámbito de la violencia machista, que se llama violencia vicaria y que ha sido ampliamente estudiada y que la ultraderecha intenta ocultar.
Miguel Lorente: "La violencia no tiene género pero el género sí tiene violencia"
Para Miguel Lorente, médico forense y exdelegado el Gobierno contra la violencia de género, el problema es que no llamar a la violencia vicaria ejercida sobre los hijos e hijas dentro de la violencia de género sin hacer referencia a ese marco violento en el que se produce, "pierde el contexto y mucha gente piensa que se trata de una violencia distinta". Por eso este experto aboga por llamarla siempre violencia vicaria de género. "El caso de Gijón no es violencia vicaria, porque no se produce dentro de la violencia de género". Para Lorente la violencia no tiene género, pero el género sí tiene violencia. "Tanto hombres como mujeres pueden usar la violencia, pero cuando se hace en un contexto que está normalizado sobre una construcción cultural, solo lo pueden hacer los hombres, puesto que esa violencia que ejercen ellos contra las mujeres y sus hijos e hijas forma pare de esa construcción cultural.
Esto no significa que lo ocurrido en Asturias con la niña Olivia no sea violencia. Lo es y las leyes de nuestro país castigan esos comportamientos. Pero no se pueden equiparar a la violencia sistemática y estructural que tiene la violencia de género, ni negar que ésta exista. El debate sobre sobre cuántos hombres y mujeres matan a sus hijos puede ser un dato importante, junto a otros, para entender las violencias que pueden sufrir los menores, estudiarla e implementar las medidas necesarias para prevenirla. Eso es lo que intenta la ley contra la violencia en la infancia que aprobó el Parlamento haca ahora poco más de un año. Una ley, por cierto, a la que Vox, tan preocupado por negar la violencia de género y que se dice preocupado por la infancia, voto en contra.
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