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Revista Luzes Móvil manía. La vida en diferido

¿Es motivo de mayor placer compartir una experiencia que vivirla en primera persona? Hay muchas dudas al respeto. Los smartphones están mudando nuestra manera de disfrutar del tiempo de ocio.

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"Móvil manía. La vida en diferido". / Alba Colino

A coruña,

"Permiten disfrutar de una actividad antes de hacerla, la planificación ya produce un efecto placentero en sí misma. Además, las fotografías y vídeos que hacemos con estos aparatos se convierten en un extra que nos abre la puerta a experimentar nuevas sensaciones en diferido y a compartirlo con otra gente", reflexiona Antonio Rial Boubeta, profesor e investigador en la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago, que también asegura que hoy "si no compartes lo que estás haciendo de manera inmediata es como si no lo hubieses hecho".

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"Es incuestionable que vivimos inmersos en una época de cambio social debido a la influencia de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación). Estas herramientas tecnológicas nos proporcionaron muchas ventajas en cuanto a la movilidad, información sencilla y adecuada, entretenimiento, relación social, etc. Pero también se habla del poder que ejercen sobre las personas", apunta la doctora Gloria Garrote Pérez de Albéniz en su tesis Uso y abuso de tecnologías en adolescentes y su relación con algunas variables de personalidad, estilos de crianza, consumo de alcohol y autopercepción como estudiante realizada en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Burgos.

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"Móvil manía. La vida en diferido". / Alba Colino

El móvil "les permite a los adultos incluirse en el universo digital, pero también en el mundo de los jóvenes", destaca Garrote Pérez de Albéniz

Internet, las nuevas tecnologías de uso doméstico y las redes sociales ya no son un fenómeno novedoso y su estudio lleva a destacar sus múltiples bondades, pero también alerta de los peligros de su uso inadecuado. "Es precisamente porque cubren muchas necesidades de los individuos el motivo por el que consiguen que este quede enganchado a ellas", dice Rial Boubeta. "El móvil constituye un 'mediador tecnológico intergeneracional' ya que les permite a los adultos incluirse en el universo digital, pero también en el mundo de los jóvenes. De todas las nuevas tecnologías de comunicación existentes en el mercado, el móvil es la única que facilita enlazar a todos con todos, independientemente de sus habilidades y competencias tecnológicas", destaca la tesis de Garrote Pérez de Albéniz, que también se refiere, citando al catedrático de Psicología gallego Elisardo Becoña, a que "si las TIC no se saben emplear adecuadamente, o no se dosifica la cantidad de tiempo dedicado a ellas, pueden llegar a ser aditivas y, en vez de ayudar a la persona a vivir mejor, pueden ser un impedimento en su vida cotidiana o personal".

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"Buscamos experiencias singulares, diferenciarnos los unos de los otros a través de las múltiples dimensiones vitales en las que estamos. Una manera de singularizar nuestra experiencia, y aquí nos ayudan los teléfonos móviles, es que permiten contar a los demás rápidamente lo que estamos haciendo, que es algo singular y al mismo tiempo no lo están haciendo los otros. El móvil lo que nos permite es esa inmediatez", reflexiona José Francisco Durán Vázquez, profesor del área de Sociología, Ciencia Política y Filosofía en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Vigo. Este afán por diferenciarnos se incrementa en el período vacacional. Tenemos más tiempo para todo, también para el móvil, y eso intensifica el fenómeno de la "opresión digital" que nos lleva a estar disponibles las veinticuatro horas del día. "Los teléfonos inteligentes suponen un conflicto en el tiempo de ocio porque resulta muy difícil desconectar de ellos ya que cualquiera puede contactarnos en cualquier instante y las redes sociales ejercen una demanda muy activa sobre los individuos", señala Rial Boubeta, que trabaja en el área de la Metodología de las Ciencias del Comportamiento.

Desconectar. Ese es el propósito de las vacaciones (o lo era). En este concepto de vacaciones de verano de las últimas décadas donde quien más y quien menos se podía permitir un viaje al año se introdujo un nuevo elemento. Paradójicamente esa "desconexión" con la que fantaseábamos ya no llegará jamás. ¿O alguien deja el móvil en el cajón cuando comienzan sus vacaciones? No parece que muchos vayan a contestar con un sí a esta pregunta. Incluso algunos pensarán que es ridícula, mas es ciertamente pertinente. Los expertos en sociología y psicología que estudian nuestras conductas como individuos que viven en colectividad apuntan que los smartphones modifican nuestros hábitos diarios y están cambiando los principios básicos del concepto que tenemos del verbo disfrutar.

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"Curiosamente el principal elemento de conflictividad familiar en las vacaciones es el uso del móvil, ya no es el botellón. Este uso es más masivo a lo mejor en estos momentos porque tenemos tiempo libre. Si buscamos un espacio tan determinado, hacemos coincidir los días de descanso para estar juntos, tenemos unos escasos recursos y hacemos por irnos de viaje a un lugar concreto... y luego resulta que estamos todo el día con el móvil. Eso hace que el fin último de ese viaje desaparezca", argumenta Rial Boubeta. Los mayores conflictos de pareja se producen precisamente en las vacaciones porque las motivaciones y las expectativas de ambos pueden diferir, y la pauta de los días laborales desaparece. El diferente vínculo con la tecnología de los miembros de una pareja puede ser un obstáculo para su relación sentimental y para la que establecen con sus hijos. "Desde un punto de vista psicosocial se podría decir que es necesaria una preparación para las vacaciones. Si vamos a ir de viaje tenemos que saber gestionar de manera racional y saludable estos dispositivos. Casi hay que hacer una restructuración cognitiva: prepararse para conseguir desconectar realmente y no estar más enganchado a estos dispositivos", agrega el psicólogo.

Si lo único que nos preocupa es hacer una foto y compartirla, vivimos esa experiencia en el tiempo en diferido que nos permiten las redes sociales, pero la experiencia real (en directo) no la vivimos porque estábamos muy ocupados con el móvil mientras el momento se esfuma ante nuestros ojos. De hecho, los selfis pasaron a convertirse en una acción peligrosa para algunas personas. La BBC recoge que, desde marzo de 2014, 127 personas en todo el mundo murieron al intentar hacerse una autofoto. Los datos vienen de un estudio liderado por el doctorando Hemank Lamba en la Universidad de Carnegie Mellon, en los Estados Unidos, que analiza las informaciones fidedignas sobre estos sucesos. Estas muertes son un claro indicador del uso poco racional o desmedido que se está haciendo de esta tecnología.

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La mayoría de las muertes por selfi están relacionadas con caídas, ahogamientos y trenes

"Hay una pérdida de consciencia con los selfis porque estamos incurriendo en prácticas de riesgo. Las ocurrencias de subirse al lugar más insospechado para sacar una foto son resultado del afán de que tu círculo sepa donde estuviste, esos cientos de amigos del Facebook o de seguidores en el Instagram a los que no conoces personalmente", explica Rial Boubeta. La mayoría de las muertes por selfi están relacionadas con caídas, ahogamientos y trenes. Más allá de la moda de subirse a las azoteas de los rusos y de parte de los europeos del este, hay ejemplos tremebundos como el de la pareja polaca que se precipitó desde el borde del acantilado de Cabo de la Roca, en Portugal. Cayeron ochenta metros ante la mirada de sus hijos menores por un despiste mientras se sacaban una instantánea.

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"Móvil manía. La vida en diferido". / Alba Colino

En la India varios jóvenes murieron ahogados por las inundaciones causadas por los monzones al caer cuando intentaban hacer un selfi. De hecho, las autoridades del país llegaron a repartir carteles avisando del peligro de estas fotos. Esa pérdida de consciencia de la que habla el psicólogo gallego no nos lleva solamente al fallecimiento. También ponen de manifiesto gestos de mal gusto como el de la periodista serbia Kinana Allouch, que decidió sacar su móvil ante un grupo de supuestos rebeldes muertos en Aleppo después de una operación militar del ejército de Bashar al Assad y fotografiarse con los cadáveres detrás. Una imagen que compartió en su perfil de Facebook provocando la indignación de muchos.

Otro ejemplo sería el de la aplicación que permite obtener fotografías con los seres queridos ya fallecidos a través de un avatar que se crea de la persona que ya no está. Estos necroselfis fueron idea de una compañía surcoreana y presentados hace unos años en el Mobile World Congress de Barcelona. Como destaca Rial Boubeta, estos solamente son indicadores y el fondo de la cuestión es que las nuevas tecnologías están mudando nuestra vida hasta el punto de que en períodos vacacionales llegan a absorbernos. "Y a esto se suma la distorsión o las diferentes expectativas de los que participan de un viaje. Por eso es esencial mentalizarse de lo que quieres y no quieres hacer con tu tiempo, porque realmente se detecta un aumento de la conflictividad familiar y de pareja en el espacio vacacional", dice.

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¿Cuál es el fin último de unas vacaciones? ¿Vivir juntos una experiencia y disfrutarla in situ? Pensando fríamente, nadie quiere dejar de "vivir el momento" de manera consciente. Queda claro que los móviles modulan nuestros actos, queda en nuestras manos mantener el control y hacer un buen uso de ellos, lo que sea, pero beneficioso. "No puede ser que estés haciendo fotos del mar en la playa en lugar de meterte a disfrutar de él", comenta el psicólogo. Nadie va a un festival de música sin difundirlo, porque volver del Atlantic Fest, del PortAmérica o del Sinsal sin que quede constancia en las redes sociales es impensable hoy en día. ¿Estar allí y que no lo sepan todos? Si cuando haces una actividad no la publicas parece que no haces nunca nada. Ahí está el peligro de confundir el timeline de Twitter, el muro del Facebook o el perfil de Instagram con la vida real, la vida en todos los sentidos.

"Móvil manía. La vida en diferido". / Alba Colino

Hasta la aparición de los teléfonos inteligentes nuestras vivencias las guardábamos en el cerebro en forma de memoria, de recuerdos de lo que habíamos experimentado. Esa memoria transformaba el propio cerebro y lo iba modelando, al mismo tempo que vivencias posteriores modificaban el recuerdo de las pasadas. Con la popularización de los smartphones pasamos a conservar los recuerdos de lo que vivimos en las memorias digitales y en esa suerte de nube donde se alojan las redes sociales. Comenzamos a experimentar casi tanto en diferido como en directo y, a veces, estamos más atentos de esas grabaciones que de vivir las experiencias, por lo que su impacto en nuestra memoria será necesariamente diferente, y finalizará haciéndonos personas diferentes.

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Los expertos coinciden en que la recompensa inmediata que aporta Internet en forma de likes reconforta los individuos. "Ya estamos viendo problemas en la forma de relacionarse de los chicos y chicas por mor de esta necesidad de satisfacción inmediata", explica Durán Vázquez. Las redes sociales contribuyeron mucho a esto pero detrás hay un caldo de cultivo que va más allá: una generación educada en una sociedad de consumo, con esa estima por la inmediatez general y por la innovación... donde no hay proyectos de futuro, sino de presente.

"Hubo una ruptura generacional porque mientras que otras generaciones fueron educadas en la idea de que tenían que esperar para conseguir cosas, las nuevas generaciones son educadas en la certeza de que la satisfacción personal, y no otras cosas, son el objeto fundamental de su educación", destaca el sociólogo. El cambio permanente se convirtió en un valor en la sociedad. Se educa a los niños en un sistema en el que todo vale porque puede estar a punto de cambiar por otra cosa.

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"Los niños de hoy piensan que no esperar por nada es un valor. Hay toda una generación de jóvenes de veinte y pico de años, nativos digitales, que tienen dificultades para leer un texto con detenimiento donde vayan gradualmente apropiándose de los conocimientos puesto que en el ámbito digital la información se busca en zig-zag, se navega pero no se lee", lamenta Durán Vázquez. Según la encuesta sobre Equipación y uso de TICs en los hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE) del año pasado, dos de cada tres personas entre los dieciséis y los setenta y cuatro años emplean Internet a diario en España. Y en el 97% de los hogares tienen teléfonos móviles inteligentes. Unas cifras que dan prueba de la magnitud de todos estos cambios que la tecnología va a efectuar en la práctica totalidad de la sociedad.

El gran peligro es que estos divertimentos online lleguen a convertirse en nuestra principal fuente de placer. "Hay personas que tienen su tiempo de ocio completamente absorbido por las redes sociales. Ya no saben estar en una terraza manteniendo una conversación, todo eso tienen que hacerlo a través del móvil", indica Rial Boubeta. La distorsión de la rutina en estos casos puede provocar sedentarismo, pérdida de empatía, trastornos del sueño, modificaciones de la alimentación... La cosa está como para pensarlo un poco antes de pasar el día pegados a la pantalla.

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Este artículo se publicó originalmente en gallego en la revista Luzes. Ahora Público lo reproduce como parte de un acuerdo de colaboración con la revista. Aquí puedes encontrar más artículos de Luzes en Público. 

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