a coruña
"Andaina" tiene cuatro acepciones en el diccionario da Real Academia Gallega. Es un "camino que se anda", o el "tiempo que se tarda en recorrer un trayecto". También es una "etapa" o la "actividad de la que alguien se ocupa". Durante 41 años, la revista Andaina fue todas esas cosas, y más.
Ahora han lanzado el que será su último número en físico. Es el fin de un camino que comenzó en 1983 de forma casi artesanal. "Nos recuerdo en un bar montando la revista, las páginas llegadas da imprenta, plegando y doblando…" recuerda Nanina Santos Castroviejo, primera directora de la revista y cofundadora da Asociación Galega da Muller (AGM).
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Han pasado cuatro décadas desde ese momento pero hoy, sentada en otro bar en Santiago de Compostela, Nanina Santos recuerda perfectamente cuáles fueron los objetivos de crear una revista gallega de pensamiento feminista: para escribir, denunciar y formular algo de teoría. "Era muy importante para nosotros ser capaces de poner eso en la calle", afirma.
"Eso" era el primer número de la revista: doce páginas blancas grapadas con letras e imágenes violetas que comienza con la pregunta "¿Por qué esta revista?". Decía así: "En esta realidad surge esta revista, quizás a contracorriente, pero por eso más necesaria que nunca. Porque si no somos nosotras las que levantamos la voz para denunciar la situación de la mujer, nadie lo hará".
Coordinar el trabajo feminista en Galicia
Desde entonces cambiaron muchas cosas. Una de ellas, el nombre de la publicación. En una primera etapa, ligada a la AGM, eran la Revista do Movimento Feminista Galego. "Era un título algo presuntuoso", bromea Nanina Santos. "Pretendíamos en aquel momento coordinar el trabajo feminista que había en Galicia".
En esos primeros pasos, entre 1983 y 1991, sus contenidos tiñan que ver "con las estrategias, críticas y acciones das mujeres integradas en los diferentes grupos y colectivos con actividad en Santiago de Compostela, A Coruña, Ferrol, Ourense, Vigo, Arousa y Pontevedra que en la década de 1980 conformaron una red de relaciones conocida cómo Coordinadora Nacional de Organizacións Feministas", tal y como apunta el Consello da Cultura Galega. Organismo que define esta revista como un "referente documental del movimiento y debate feminista".
Nació así esta publicación ilustrada y escrita íntegramente en gallego. "Veréis que el esfuerzo por el uso del gallego tiene estado siempre ahí", escribían las autoras en su 25 aniversario, en el año 2008. "Con erratas, con errores, con faltas, con las reyertas de las normativas. Siempre en la lengua, con la lengua y con las letras".
A partir de 1991 y hasta hoy, pasaron a ser a la Revista Galega de Pensamento Feminista. Bajo ese título han publicado el número 73, que será el último en papel. Es en realidad el 100 de todos los que llevan hechos contando también los de la primera etapa.
Un número que, de nuevo, ofrece un editorial para comenzar. O para despedirse. "Es difícil escribir lo que sigue. Venimos renqueando desde hace un tiempo (...) Todo es amateur, voluntario, sin compensación económica alguna y, siendo así, parece milagroso que hayamos llegado hasta aquí. Por si eso fuera poco, nuestras vidas de mujeres se ven atravesadas por contingencias de importancia como la salud, los cuidados de la gente dependiente o la precariedad hoy tan abrumadora en buena parte de los trabajos, en particular de la gente más joven. Este renqueo es ya poco agonizante y nos parecen que es mejor dejar de hacer Andaina: Revista Galega de Pensamento Feminista, a pesar de la tristeza que nos produce».
"El montaje de la revista comenzó en un bar de Santiago, con las páginas llegadas da imprenta"
No fue una decisión fácil y no todas estaban de acuerdo, pero "mejor un final feliz que una agonía", resume Nanina Santos. Junto a ella están sentadas dos viejas compañeras de andaduras: Laura Gómez Lorenzo y Patricia Arias Chachero, ambas integrantes del consejo de redacción. Esta última asegura que, aunque pueda parecer mentira, parar de publicar no se debe a una cuestión de dinero: "En este momento no tenemos un problema económico, pero tenemos una deuda moral con nuestras suscriptoras, porque no estamos cumpliendo con aquello que pactamos con ellas que íbamos a hacer. Y no lo estamos haciendo porque no podemos".
Coincide con ella Laura Gómez, que recuerda que sacar adelante una revista supone "un esfuerzo considerable". "Últimamente veíamos que sacar un número nos estaba costando… Así que pensamos que igual era el momento de parar y continuar escribiendo en redes y participando en debates, pero también cerrar esta etapa. Una etapa larga, porque fueron 40 años", explica.
"No queremos abandonar"
Como escriben em el último editorial: "No queremos abandonar de todo". En el texto explican que sus fuerzas aún "tienen faena en debates y estudios y participación en movilizaciones y denuncias", y para seguir encontrándose en espacios virtuales y presenciales. Han planeado renovar su página web y aseguran que van a seguir escribiendo en digital.
Además del editorial, en este último número hay una veintena de artículos que hablan sobre alianzas feministas, consentimiento, pornografía, muralistas, Inditex, Gaza, el Sindicato Labrego, fútbol femenino, artículos sobre libros, películas… Los temas van cambiando pero no se alejan tanto de los de aquella primera publicación: divorcio, la mujer en el cine, violaciones, lesbianas…
"Vuelven los viejos temas en la actualidad, con matices y avances", opina Laura Gómez, que añade: "Por supuesto que hay avances en el campo feminista y de los derechos de las mujeres, pero siguen los mismos temas polémicos". Polémicas fueron también algunas das sus portadas y artículos, o el número que trataba sobre sexo; pero ese era el punto. Dice esta miembro de la revista que "Andaina siempre fue muy provocadora tanto en los textos como en las imágenes. Era parte también da intención de suscitar diálogo social".
Esto fue lo que más llamó la atención de Patricia Arias, que destaca "la valentía y la novedad" de esta publicación hecha en gallego y por mujeres, que no solo para mujeres. Recuerda perfectamente cuánto le marcó el primer número, que descubrió algunos años después de su publicación. "A mí me impresionó mucho esa revista inicial, donde aparecía el cuerpo de una mujer que había sido violada y estaba toda mazada", recuerda.
Se refiere a la dos páginas que incluyen una entrevista, fotos y un texto que empieza literalmente así: "Para explicar lo que nosotras, las mujeres, entendemos por violación no nos valle ir a lo que dice el Código penal, ni tampoco nos vale lo que sobre o tema escriben señores sabios. Somos nosotras, golpeadas, agredidas, violadas , las únicas que tenemos derecho a decir lo que es. Llega para esto hablar de las experiencias vividas".
Cuenta Patricia Arias que ella conoció ese primer número preparando el 25 aniversario. "Fui una de las elegidas para hacer una antología de artículos y de pronto me cargaron en mi coche un montón de cajas con ejemplares. Andaina tiene muchos años y ocupa físicamente mucho espacio… Llegué la casa, saqué todo, y recuerdo que cuando encontré eso, de apariencia así humilde, hecho de manera bastante artesanal, aún no entiendo como conseguían hacerlo… Aún estaba muy lejos el mundo da informática. Me impresionó la apariencia pero, sobre todo, el contenido".
Creatividad y caos
Un contenido que sacaba adelante, hasta el final, un equipo de mujeres de entre 23 y 73 años. De perfiles, ocupaciones y ámbitos profesionales muy variados. "Como el camarote de los hermanos Marx", ríe Nanina Santos. "Pero porque hay esa creatividad, que a veces puede parecer caótica. Pero en realidad ese es el principio del orden", argumenta Laura Gómez.
Además de los artículos en versión papel y digital, algunos de los cuales se pueden consultar en su web, a lo largo de estas cuatro décadas organizaron exposiciones y encuentros como el Mufest, el festival de cine hecho por mujeres. También publicaron números monográficos, como el de 1989, que con un precio de 200 pesetas hacía un recorrido por los 8M desde 1977.
Conocida es también su sección de "Mujeres Singulares·, donde "no están todas las que son, pero son todas las que están", escriben. Y están La papisa Xoana, Las Marías, Hannah Arendt, Isabel Zendal, Luísa Villalta, Emilia Pardo Bazán, Victoria Ocampo, María Casares, Susan Sontag, Rosa Parks y muchas otras, acompañadas de una pequeña biografía. De nuevo, con letras violetas sobre fondo blanco, la paleta cromática que caracteriza la revista.
Nunca disfrutaron de apoyos institucionales, "excepto en el Gobierno bipartito gallego, con el Servicio Galego de Igualdade". "Pretendemos una calidad –cuenta Nanina Santos– y pretendemos tener las bocas capaces de decir lo que queremos decir, sin que nadie nos corte ni nos coarte, porque una vez que te metes en el mundo de las subvenciones, las limitaciones se presentan enseguida". Su compañera, Laura Gómez, coincide: "Esa precariedad de medios en ciertos momentos, también nos dio mucha libertad".
Creen también que una parte de la lucha feminista se arrimó a las instituciones. Sobre ese "feminismo mayoritario", dice Nanina Santos: "Nos ignoran de boca para afuera, porque sí leen y sí se suministran teóricamente de las cosas que escribimos en Andaina, pero no se nos felicita ni se nos visibiliza". "Parece que se institucionalizó el feminismo, pero no el pensamiento feminista, que ahí es donde más abogamos por ese diálogo", opina Laura Gómez, quien aclara que lo que hacen desde Andaina "no se trata solo de activismo, es pensamiento".
"Por supuesto que hay avances en el campo feminista y de los derechos de las mujeres, pero siguen los mismos temas polémicos"
Hubo momentos en los que sí pasaron apuros económicos. En 2013, en su 30 aniversario, pensaron que tendrían que parar la revista en papel. "Era el mismo problema que ahora pero se sumaba que no teníamos dinero", cuenta Patricia Arias. Entonces organizaron una cena y una subasta con objetos como trajes de Concha Losada o la famosa foto de Xurxo Lobato del Prestige. "Eso fue bonito", recuerda. La revista en papel resistió aún once años más.
Ahora sí finaliza esa etapa, no así en digital. Pero ese activismo y pensamiento no muere aún. Le queda tiempo para envejecer. "Parece que el envejecimiento va asociado a conservadurismo, pero en nuestro caso, para nada", ríe Nanina Santos. "Es importante envejecer manteniendo la rebeldía".
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