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Yemen España adiestró a pilotos saudíes que están masacrando a la población del Yemen

En Morón de la Frontera, donde se formó a los saudíes, tenían su base 28 cazas españoles, idénticos a los 72 aparatos adquiridos por Arabia Saudí a la empresa británica Bae Systems, gracias a un acuerdo firmado en 2007 por Londres y Riad.

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Un grupo de personas permanece de pie junto a una casa destruida por los ataques aéreos de la coalición árabe en Yemen. REUTERS/Abduljabbar Zeyad

Suleimania,

El Ejército de España adiestró en Morón de la Frontera a 18 pilotos del contingente de Eurofighters posteriormente utilizados por la Real Fuerza Aérea Saudí (RFAS) para bombardear a la población civil del Yemen. Este pequeño grupo de la élite militar de Arabia permaneció en España varios meses -desde la primavera de 2010, y durante la presidencia del socialista José Luis Rodríguez Zapatero- gracias a un acuerdo de colaboración entre ambos países (2008) que sentó también las bases de posteriores ventas de armamento, en una época en que buena parte de los esfuerzos diplomáticos llevados a cabo por el Gobierno y la Casa Real -a través del rey emérito, Juan Carlos I- se hallaban orientados a la fabricación y venta a los saudíes de doscientos carros de combate Leopardo -la versión peninsular del Leopard germano- y de otros materiales bélicos fabricados por empresas españolas, participadas o financiadas por varios de los grandes bancos del país.

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El adiestramiento de los pilotos fue descrito en su día por el grueso de la prensa generalista española como “otro éxito” de la diplomacia esencialmente atribuible a las “cordiales relaciones” y al “buen hacer” de Juan Carlos de Borbón con los responsables de las dictaduras del Golfo. Ni una sola voz, a excepción de la de Izquierda Unida, se alzó en contra de esas operaciones comerciales. Esta formación advirtió -premonitoriamente- y en boca de Willy Meyer, de que las armas españolas podrían ser usadas “por la tiranía saudí” en futuras operaciones militares contrarias a las leyes internacionales, tal y como, probablemente, hubiera sucedido con los Leopardo, si hubieran dado fruto las gestiones de la monarquía, punta de lanza de la industria armamentística española participada o financiada por la banca.

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En la sevillana Morón de la Frontera, donde se formó a los saudíes, tenían su base en 2010 veintiocho cazas españoles C-16 Typhoon del ala 11, idénticos a los 72 aparatos adquiridos por Arabia Saudí a la empresa británica Bae Systems, gracias a un acuerdo firmado en 2007 por Londres y Riad bajo la modalidad de Gobierno a Gobierno. Los aviones son conocidos popularmente como EF-2000 y son fabricados por un consorcio europeo del que también forma parte España, junto a Alemania, Italia y el Reino Unido.

Se dio erróneamente por hecho en su momento que esos dieciocho primeros militares saudíes serían sólo la avanzadilla de un grupo mayor de pilotos, técnicos y mecánicos que el entonces embajador español en Riad cifró en doscientos. La idea era comercializar las capacidades excedentes del Ejército del Aire para obtener ingresos extra en plena época de recortes presupuestarios. Durante el periodo de formación de ese primer grupo de pilotos, falleció en accidente uno de los coroneles saudíes que viajaron hasta Morón. Su acompañante español logró salvarse, sin embargo, eyectando el asiento antes de que se estrellara el caza.

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Querían entrenar a los omaníes

Las autoridades españolas especulaban también por aquellas fechas con la posibilidad de adiestrar también a un grupo de pilotos procedente de Omán -otro país del Golfo que ha adquirido y que dispone ya de esos cazas europeos y que también forma parte de la coalición saudí. De igual forma, el Ejército del Aire aspiraba a hacerse cargo en el futuro del mantenimiento, parcial o total, de la flota de Eurofighters con la que Arabia está bombardeando el Yemen. Nada de eso sucedió y el resto del contingente de militares saudíes necesarios para operar la flota de 72 aparatos comprada al Reino Unido por unos 10.000 millones de libras esterlinas fue entrenado, como venía siendo tradicional, por los ingleses, tanto en su suelo como en la península arábiga.

Fue precisamente la prensa de este país la que llamó la atención sobre la utilización de estos y otros aviones -también de fabricación inglesa- en la operación militar saudí Tormenta decisiva, posteriormente rebautizada con el eufemismo de Restaurar la esperanza. A diferencia de España -donde se divulgó en su día en términos laudatorios el acuerdo de formación de los militares saudíes-, a los diarios británicos no les pasó tampoco desapercibido el hecho -casi unánimemente calificado de "vergonzoso"- de que los pilotos que manejaban las flotas de aparatos saudíes y de otros países vecinos fueron adiestrados por el Reino Unido para masacrar a los civiles. La denuncia partió el pasado año de un informe elaborado por el partido político británico Demócratas Liberales inicialmente dado a conocer por The Independent. En defensa de su decisión, el ministro de Defensa del Reino Unido, Michael Fallon, adujo que los pilotos habían sido sólo entrenados para la “identificación sobre el terreno de los blancos” y, por lo tanto, esa formación se ajustaba al derecho internacional.

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Ganando dinero con la muerte

Incluso conocidos medios conservadores han atribuido la supervivencia del coloso militar Bae Systems a la ‘oportuna’ guerra sobre el Yemen, y a la ansiedad de los saudíes y de sus aliados por acabar con el régimen de Ali Abdullah Saleh y por ayudar al presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi a recuperar a cualquier precio el control total sobre el país. Al igual que sucedió en España con la entidad estatal Defex (a punto de ser disuelta en este momento debido a los escándalos de corrupción en los que se han visto envueltos sus responsables), los contratos de venta de armas británicas a Riad -Al Yamamah- estuvieron salpicados de denuncias de ‘mordidas’ y de investigaciones que los saudíes abortaron hábilmente bajo amenaza de dedicar sus petrodólares a adquirir los productos militares de la competencia.

Se encuentra completamente demostrado que la Real Fuerza Aérea Saudí ha recurrido a los Eurofighters para golpear las posiciones de los hutíes en el Yemen. Así, por ejemplo, a principios de la primavera de 2015, durante el inicio de la llamada operación Tormenta decisiva, lanzada conjuntamente con una decena más de países árabes, los saudíes se sirvieron, según Al Arabiya, de sus F15 estadounidenses, sus Tornado británicos y al menos parte de los Eurofighters. Alrededor de cuarenta de ellos han intervenido también en los bombardeos de las posiciones del Estado Islámico en Siria.

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Una niña camina junto a edificios históricos destruidos por los bombardeos de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí en Saná, Yemen. EFE/Yahya Arhab

En total, cien aparatos saudíes han venido tomando parte en la operación. No existe constancia fehaciente de que algunos de los pilotos formados en España participaran en ella y menos todavía, de que hayan tripulado algunos de los aviones que han bombardeado a la población civil, pero los expertos militares consultados dan prácticamente por cierto lo primero, habida cuenta de los pocos años transcurridos desde que el personal saudí fue formado en Morón, y en vista de las perentorias necesidades de pilotos que tiene esa petromonarquía, a la hora de operar sus Eurofighter. Difícilmente podrían haber puesto a volar su flota sin contar, al menos, con alguno de ellos.

En opinión del analista Yago Rodríguez, coautor de un informe de la consultora ARES (Armament Research Services) sobre la presencia de armas españolas en el Yemen, “es curioso que, en muchos casos, se vete o se critique la exportación de material de defensa y, sin embargo, se pase por alto la exportación de know-how. Es decir, de los conocimientos necesarios para operar y mantener ciertas armas, y muy especialmente, las más avanzadas, del estilo de los Eurofighter Tifoon. En manos bien entrenadas, esos aviones pueden ser enormemente mortíferos”.

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