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Las últimas horas antes de las elecciones en EEUU, marcadas por la polarización y el temor a una denuncia por fraude

Las encuestas muestran resultados muy apretados, con una ventaja de Trump en cinco de los siete estados, pero con distancias a veces menores a 0.2% como en Pensilvania, o 0.5% como en Nevada, es decir un empate virtual.

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Combo de imágenes de Kamala Harris y Donald Trump. — David Becker y Roberto Schmidt / AFP

Nueva York, Actualizado:

Este martes 5 de noviembre se elige al nuevo presidente de Estados Unidos. La votación comenzó en realidad días atrás: más de 75 millones de estadounidenses emitieron su voto de manera anticipada, incluida la candidata Kamala Harris. Es más que en 2020, y casi la mitad de los 158 millones de votantes que entonces le dieron la victoria a un hoy desdibujado Joe Biden, llevado a bajarse de la carrera presidencial hace menos de cuatro meses tras el debate con Donald Trump.

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La votación anticipada, así como el cambio a última hora de la candidatura demócrata, son algunas de las varias particularidades de la contienda y el sistema electoral estadounidense. Otra de ellas es que la elección ocurre un martes laborable, o que no se elige presidente de manera directa sino indirecta: se vota a quienes decidirán quién es el próximo mandatario, es decir los integrantes del Colegio Electoral.

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Esas particularidades explican en parte por qué no se percibe clima de campaña en varias ciudades, como Nueva York o Filadelfia, lugares donde se ven escasos carteles, afiches o actos. Son, en estos casos, bastiones demócratas asegurados a favor de Harris: en el caso de Nueva York con 29 votos para el Colegio Electoral camino a los 270 necesarios para convertirse en la primera presidenta del país, y en el caso de Filadelfia allí se concentran votos azules para la disputa del estado de Pensilvania que otorga 19 votos al Colegio Electoral. Recordemos que el Colegio de Electores está conformado por 538 representantes de los 50 estados.

Pensilvania es uno de los siete estados que puede decidir la elección junto con Míchigan, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada. Entre todos suman 93 votos en disputa, y quien gana un estado se lleva el conjunto de votos correspondientes al Colegio Electoral, sin importar el resultado del rival: todo o nada.

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Las encuestas promediadas por Five Thirty Eight muestran resultados muy apretados, con una ventaja de Trump en cinco de los siete estados, pero con distancias a veces menores a 0.2% como en Pensilvania, o 0.5% como en Nevada, es decir un empate virtual. En el caso de las apuestas online, como la página Kalshi, Trump adelanta a Harris. Una elección abierta, que podría jugarse a pocos votos en uno de esos estados.

La gran polarización

Ambos campos políticos consideran que la victoria del adversario sería una tragedia para el país. En el caso demócrata por tratarse del regreso de un hombre señalado como "fascista" y "obsesionado con la venganza", según la propia Harris, que nunca reconoció su derrota en 2020, promete deportaciones masivas de migrantes en particular quienes vienen de Latinoamérica, y carga un discurso político de confrontación interna en un país sobre-armado y marcado por fronteras étnicas muy fuertes.

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Para la base social trumpista la figura de Harris encarna no solamente la continuidad del actual gobierno con sus consecuentes problemas como la inflación, que reconoce la propia Harris, sino la de una fuerza política caracterizada como "woke", destructiva de valores tradicionales estadounidenses, con una candidata de "izquierda marxista radical" como la señala Trump, que desprecia a la América profunda de clases bajas en mayoría blancas.

El hecho de que Biden, de pocas intervenciones en la campaña por su impopularidad, haya calificado de "basuras" a los votantes de Trump  –aunque luego explicó que había existido un malentendido– agudizó esa sensación en la base trumpista. El candidato republicano aprovechó la noticia para ponerse un chaleco naranja y subirse a un camión de recolección de basura, un acting en línea con el realizado al posar como trabajador de McDonald's, y abonar a su fórmula mejor lograda: ser un millonario que parece cercano a los trabajadores.

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Esa capacidad de Trump, así como su permanencia en lo alto de las encuestas en tres elecciones consecutivas, da cuenta del arraigo de su liderazgo de tipo carismático, su liderazgo en el Partido Republicano, y la representación de un malestar social que se mantiene. Make America Great Again cobra sentido para grandes sectores que viven en carne propia el deterioro del país, los impactos del neoliberalismo, y proyectan su esperanza en la promesa de regresar a lo que recuerdan fue mejor y seguro.

El partido demócrata, que cambió a tres candidatos en tres elecciones frente a Trump, Hillary Clinton, Biden y ahora Harris, busca por su parte conectar con un electorado más heterogéneo y complejo en términos de construcción de discursos. Uno de los sujetos centrales apuntados por la candidata demócrata, que pone acento en su procedencia de clase media, son las mujeres, como muestra el reciente spot de campaña con la voz en off de la actriz Julia Roberts, llamándolas a votar de manera diferente a sus maridos trumpistas: "Puedes votar como quieras y nunca nadie lo sabrá".

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La atención mundial

La contienda suscita la atención a nivel mundial. Si bien existen muchas veces mayores continuidades que rupturas profundas con los cambios de administración, las implicaciones de una victoria de Harris o Trump son varias. Una manera de anticiparse a cuán importantes serán esos cambios es el otro resultado clave de la contienda: las 425 bancas a la Cámara de Representantes y 33 del Senado, que arrojarán la nueva correlación de fuerzas en el Congreso.

La manera de proyectar el resultado y los beneficios cambia desde cada perspectiva regional o nacional. Un regreso de Trump podría significar por ejemplo para Moscú un cuadro favorable para un hipotético acuerdo en Ucrania, para China una escalada de aranceles que el republicano promete ser del 60%, y para un gobierno como el de Javier Milei de Argentina o el bolsonarismo en Brasil la llegada de un aliado político aunque no necesariamente económico.

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Una victoria demócrata sería en cambio una continuidad de las líneas rectoras de la actual, que ha mantenido con armas de grandes empresas armamentísticas estadounidenses la guerra en Ucrania y la destrucción de Gaza y Beirut. Desde algunos think tank se augura incluso un redoble de guerras, como Frederick Kempe, director de Atlantic Council, quien anticipa que quien gane "se convertirá en comandante en jefe en el momento más peligroso de la geopolítica desde la Guerra Fría (y tal vez desde la Segunda Guerra Mundial)".

Por el momento los ojos están puestos en la jornada del martes, en un clima de tensión latente en una sociedad altamente polarizada. Trump ya realizó comentarios respecto a posibles fraudes en particular en el estado bisagra de Pensilvania, y algunos medios como NBC News dan cuenta de informes de agencias de inteligencia que señalan la amenaza de "extremistas violentos domésticos que buscan aterrorizar e interrumpir la votación".

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Es parte del clima con el que se vive una elección que podría no tener resultados definitivos el mismo martes en la noche, con la consecuente zona de incertidumbre y nerviosismo, con las pantallas de televisión actualizando en vivo los datos del Colegio Electoral, y cómo cada candidato sube hasta que uno de los dos logre el número mágico de 270. Una vez conocido el resultado habrá que esperar, por último, la reacción de quien pierda.

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