Ucrania se atrinchera y roza el desastre por el creciente hastío occidental tras casi dos años de guerra
El enfrentamiento ruso-ucraniano está empantanado casi 24 meses después de la invasión de Putin, con el ejército de Kiev a la defensiva y rozando el desastre por el declive del apoyo europeo y estadounidense.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, cierra 2023 con el doble varapalo propinado por sus principales aliados occidentales. Dominados por vaivenes políticos internos, Estados Unidos y la Unión Europea se han visto incapaces de garantizar a Kiev los fondos necesarios para desatascar con municiones y armas el punto muerto en que se encuentra la contraofensiva ucraniana lanzada hace siete meses para liberar los territorios conquistados por Rusia.
El ejército ucraniano afronta el nuevo año con una angustiosa incertidumbre. Si la Casa Blanca no logra a principios de 2024 poner en marcha el presupuesto de 61.000 millones de dólares bloqueados por los republicanos en el Senado, la compra de armas y municiones para resistir a Rusia se verá comprometida. Más aún cuando Hungría ha paralizado otros 50.000 millones de euros que la UE quería destinar a Ucrania en los próximos cuatro años.
De momento, el Gobierno ucraniano ha indicado que contratará nuevos préstamos domésticos y dedicará las ganancias de las empresas públicas para cubrir gastos militares y suplir los fondos estadounidenses y europeos que deberían estar llegando en las próximas semanas.
Está en juego el suministro de munición a la artillería ucraniana, sin la cual Rusia podría rebasar las líneas del ejército de Kiev sin demasiadas dificultades.
El problema de minusvalorar a los rusos
Si hace un año muchos dirigentes occidentales pensaban que Rusia estaba en camino de perder la guerra y ser expulsada de los territorios anexionados en Ucrania, ahora, en el umbral del año 2024, la situación es muy diferente. Han quedado en evidencia servicios secretos, analistas militares y expertos gubernamentales que minusvaloraron a un adversario, Rusia, capaz de propulsar una guerra convencional a gran escala sin comprometer irremediablemente su economía.
Según las autoridades de Kiev, durante los primeros 22 meses desde que comenzó la invasión, el 24 de febrero de 2022, Rusia lanzó cerca de 7.400 misiles y 3.700 drones contra objetivos ucranianos. Los sistemas antiaéreos de Ucrania lograron derribar 1.600 de los misiles y 2.900 drones, según indicó el portavoz de la fuerza aérea ucraniana, Yuri Ihnat. Es decir, los aciertos rusos sobre sus blancos fueron muy elevados. "Nos enfrentamos a un enorme agresor", reconoció Ihnat.
Durante los 22 primeros meses de la invasión, Rusia lanzó cerca de 7.400 misiles y 3.700 drones contra objetivos ucranianos
En un principio de la contienda los errores rusos fueron superlativos, pero el ejército comandado por el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, fue poco a poco aprendiendo de sus fallos. No en vano, y pese a los descalificativos de la propaganda occidental, los soldados de Zelenski tienen en frente a unidades de una de las grandes superpotencias mundiales que, de cara a 2024, dedicará una tercera parte de sus recursos a defensa.
Un apoyo insuficiente para la victoria
El ex comandante en jefe de las tropas estadounidenses estacionadas en Europa, general Ben Hodges, ha señalado que la asistencia estadounidense a Ucrania, valorada en más de cien mil millones de dólares, solo ha servido para ayudar a Kiev a seguir luchando, pero que no había desgastado la capacidad bélica rusa.
Es la misma opinión expresada por el jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, Valeri Guerásimov, para quien ni el suministro de armas occidentales ni la movilización a gran escala de reservistas ucranianos han influido en el campo de batalla de manera sustancial.
Por eso, cuando quedan apenas dos meses para que comience el tercer año de guerra —el próximo 24 de febrero—, la reducción de la ayuda militar occidental sin duda pondrá en jaque a la capacidad militar ucraniana ante Rusia y reducirá las posibilidades de Kiev para lograr una salida negociada al conflicto, como ya reclaman más voces en Estados Unidos.
La reducción de la ayuda militar occidental sin duda pondrá en jaque a la capacidad militar ucraniana ante Rusia
Aún es posible cambiar las tornas en ambos casos, si el presidente Joe Biden endurece su política migratoria con México y cede a las exigencias republicanas, o si Bruselas establece algún mecanismo para aprobar esa ayuda destinada a Kiev saltándose a Budapest. En cualquier caso el daño estará hecho, al debilitarse la capacidad de lucha ucraniana justo cuando el ejército ruso toma la iniciativa en varios puntos clave del Donbás.
Este territorio del este de Ucrania fue a lo largo de 2023 el escenario de las batallas más encarnizadas entre las fuerzas rusas y las ucranianas. Moscú quiere repetir en la arrasada localidad de Avdivka, aún en manos del ejército ucraniano, el éxito de la toma de Bakhmut, enarbolada como una simbólica victoria por el Kremlin a costa de decenas de miles de bajas por parte de ambos bandos, especialmente de los atacantes rusos.
Pero si en su momento Bakhmut fue primera página en los diarios de todo el mundo por la crudeza de los combates, ahora la lucha por Avdivka pasa casi desapercibida, al igual que los redoblados ataques rusos con drones y misiles contra las infraestructuras básicas ucranianas.
El fracaso de la contraofensiva ucraniana
La contraofensiva ucraniana lanzada en junio se ha empantanado con mínimas ganancias en el frente de Zaporiyia. En este territorio, las incursiones ucranianas han chocado infructuosamente una tras otra contra la primera línea de defensa levantada por Rusia después de su estrepitosa derrota en la zona de Járkov en el primer año de la guerra.
Las tres líneas de defensa construidas por Rusia desde el otoño de 2022 fueron reforzadas a lo largo de 2023, con trampas antitanque y un minado intensivo. De nada sirvieron los tanques Leopard y otros carros de combate occidentales, dotados de tecnología de última generación, pero incapaces de rebasar las fortificaciones rusas.
La carencia de cazas y bombarderos de apoyo impidió que el avance ucraniano pudiera consolidarse. Los aviones de combate F-16 son demandados por el ejército de Kiev para repetir en la próxima primavera la contraofensiva y por ello decenas de pilotos están siendo entrenados en Europa y Estados Unidos.
Ahora son los ucranianos quienes se atrincheran
Ante esta situación, Ucrania ha optado por atrincherarse y erigir nuevas fortificaciones para frenar la iniciativa bélica rusa, con construcciones subterráneas y bunkers de superficie.
Este paso contribuirá a convertir definitivamente la actual contienda en una guerra de posiciones. Y no parece que vaya a ser Ucrania la beneficiada. Rusia tiene muchos más recursos y reservas para aguantar sin comprometer la salud económica de aliado alguno.
"Rusia dispone de la capacidad y la habilidad para seguir con esto durante años"
"Rusia dispone de la capacidad y la habilidad para seguir con esto durante años", reconoció Antti Hakkanen, ministro de Defensa de Finlandia, cuya reciente entrada en la OTAN es una de las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania.
Los aliados de Ucrania ya empiezan también a decir en voz alta que quizá sea necesario poner en marcha cuanto antes una negociación de paz, aunque implique la cesión de territorios por parte de Ucrania, algo que Zelenski y su Gobierno de momento rechazan frontalmente.
La causa ucraniana pierde fuelle
La causa ucraniana empieza a perder fuelle internacionalmente. El interés se vuelca ahora en la invasión de Gaza por Israel y el altísimo riesgo de que esta guerra, con cerca de 20.000 muertos palestinos, pueda derivar en una deflagración fatal en una región tan sensible como es Oriente Medio.
Las encuestas indican que un creciente número de europeos ha dejado de ver en la invasión de Ucrania una amenaza directa hacia sus propios países, tal y como se contemplaba al comenzar la conflagración.
No se concretó una escalada mayor del conflicto ni las amenazas nucleares tomaron mayor solidez que el despliegue de bombas atómicas tácticas en Bielorrusia. A estas alturas de la contienda parece más probable una respuesta atómica israelí a un eventual ataque iraní que un golpe nuclear táctico ruso contra una exitosa ofensiva ucraniana.
Muchos europeos empiezan a contemplar, así, la guerra de Ucrania como un conflicto post soviético más, como la reciente crisis ocurrida entre Azerbaiyán y Armenia por el territorio de Nagorno Karabaj, o la guerra de 2008 entre Rusia y Georgia en torno a Osetia del Sur.
Solo cuando termine la contienda y las cifras de soldados muertos rusos y ucranianos se disparen, se podrá comprender la verdadera dimensión de esta guerra.
Comprometidas las aspiraciones de Ucrania en la UE
Una vuelta del interés en Ucrania ocurrió este mes de diciembre, cuando la Unión Europea decidió abrir el proceso de negociación para su adhesión a esta comunidad. Zelenski acogió la noticia como si de la victoria sobre Rusia se tratase y subrayó el camino europeo sin vuelta atrás de Ucrania.
Pero la realidad es tozuda. Ucrania sigue en guerra y la experiencia rusa en los conflictos derivados del hundimiento de la Unión Soviética apuntan a que el Kremlin podría intentar alargar sine die la contienda y convertirla en una crisis de mediana intensidad que enterrara, de una forma u otra, las aspiraciones europeístas de Kiev. Con una Ucrania en guerra no sería Hungría el único país con reticencias a profundizar mucho más en el proceso de incorporación ucraniano.
Incluso con una Ucrania en paz, las discrepancias se dispararían. Se estiman en cerca de 200.000 millones de euros las ayudas que ese país recibiría de Bruselas en los primeros siete años tras la adhesión. Pero son muchos los que aún argumentan que en Ucrania se dirime la batalla de Europa contra Rusia y que sería más caro afrontar una victoria rusa.
Estos defensores de mantener e incluso aumentar el apoyo a Ucrania cometen de nuevo el error de subestimar el potencial ruso y, peor aún, el creciente hastío en el resto del mundo no occidental con una guerra que ha trastocado los flujos comerciales, el precio de los hidrocarburos y que ha llevado al ostracismo de un país con un peso internacional muy grande, especialmente entre aquellos que rechazan el hegemonismo de Estados Unidos respaldado por Europa.
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