Este artículo se publicó hace 13 años.
"Túnez marcó una nueva era democrática"
Entrevista al politólogo francés Sami Naïr
En La lección tunecina (Galaxia Gutenberg Círculo de Lectores), el politólogo francés Sami Naïr (Tlemcen, Argelia, 1946) cuenta una anécdota reveladora: China ha prohibido la importación de jazmines porque podrían incitar a la revolución. Un ejemplo del alcance universal de la Primavera Árabe que empezó con el suicidio de Mohamed Bouazizi. El 17 de diciembre de 2010, Naïr estaba en Túnez y allí permaneció para documentar ese "cambio histórico".
¿La revolución tunecina ha sido la de la dignidad?
"Lo radicalmente nuevo de esta revolución ha sido la dignidad"
Lo radicalmente nuevo de esta revolución ha sido la dignidad como manifestación de la experiencia de lo intolerable. Los países árabes, desde la II Guerra Mundial, han tenido regímenes que ejercían una dominación despiadada; esta es la primera vez que un pueblo grita ¡basta de humillación!
¿Qué supone esta ruptura?
El nacimiento de una concepción moderna del Derecho. En Occidente, este nació a partir de una toma de conciencia de que los derechos humanos y la dignidad son inseparables. En el mundo árabe es la primera vez que se establece esa correlación. El segundo elemento original de esta revolución es el hecho de que hasta entonces la soberanía estaba ubicada dentro del Estado. Con la revolución tunecina la soberanía se traspasa al pueblo. De ahí el surgimiento de una nueva era en el mundo árabe: una era democrática.
"La dictadura de Ben Alí era vulgar, mafiosa y depredadora"
Usted señala el peso simbólico de la foto de Ben Alí en su visita a Bouazizi.
El tirano cometió un enorme error visitando a Bouazizi en el hospital. Pretendía aparentar compasión pero lo que vio la gente es al verdugo que va a ver a la víctima: fue un tremendo error de comunicación política. Es como si Gadafi hubiera ido a visitar a sus víctimas en Bengasi. Esa imagen adquirió un poder extraordinario.
¿Qué factores prepararon el fin de la tiranía?
Esa dictadura vulgar, mafiosa y depredadora basaba su sistema corrupto en la idea de que se puede acumular riqueza fuera de la ley, pero los círculos de negocios necesitan leyes, lo que provocó una huelga de inversiones y debilitó al régimen. Otro factor fundamental fue la disgregación política del clan del dictador y de su mujer, provocada por la falta de un sucesor para un Ben Alí anciano, enfermo y drogadicto.
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