Tahrir se alza en pie de guerra contra la Junta Militar egipcia
Los contactos entre Ejército y partidos se suceden en El Cairo para buscar una salida consensuada a la crisis
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La plaza Tahrir de El Cairo continúa en pie de guerra contra el régimen militar egipcio. Las concesiones realizadas ayer por el mariscal Hussein Tantawi, presidente de la Junta Militar que asumió el poder tras la caída del presidente Hosni Mubarak, no han conseguido aplacar los ánimos de los más de 20.000 activistas que ocupaban ayer la emblemática plaza. Mientras los disturbios entraban en su quinto día, en el plano político se sucedían los contactos entre militares y partidos para buscar una salida a la crisis.
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Tras una mañana de combates callejeros en los aledaños del Ministerio de Interior, protegido por varias tanquetas militares, a primera hora de la tarde llegó la calma a Tahrirde la mano de un grupo de religiosos de la Universidad Al Azhar, la más prestigiosa institución del islam suní, con sede en El Cairo. Los ulemas negociaron una tregua entre militares y revolucionarios y se dirigieron a la plaza para actuar como escudos humanos.
El Ministerio de Sanidad confirma que hubo muertos por heridas de bala
Sin embargo, el cese de las hostilidades sólo duró cuatro horas. Al ponerse el sol, y cuando una parte de los manifestantes iniciaba su cuarta oración del día, la Policía realizó una dura carga. Según los jóvenes revolucionarios, no medió provocación previa por su parte. Estallaba de nuevo la guerra en la calle Mohamed Mahmud y resonaban más fuertes que nunca los gritos contra los uniformados: "¡Que caiga, que caiga, que caiga el Gobierno militar!"
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Sin duda, el arma más efectiva de los antidisturbios para mantener a sus adversarios a raya eran los gases lacrimógenos. A cada ofensiva policial, centenares de personas arrancaban a correr, mientras se frotaban los ojos y tosían. La virulencia de los efectos de los gases, más perniciosos que los utilizados en la primera ola revolucionaria, ha despertado el interés y la indignación de los activistas, que han publicado fotos de los botes en las redes sociales. Todos ellos son de fabricación estadounidense y algunos están caducados desde hace años.
"La mayoría de los heridos que recibimos son a causa de los gases tóxicos. Algunos presentan un cuadro de asfixia; otros, convulsiones o problemas en los órganos vitales", cuenta un médico voluntario en uno de los varios hospitales de campaña de Tahrir.
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EEUU pide a la Junta Militar "autocontrol" y la ONU exige una investigación urgente
Si bien alerta de los peligros del gas para la salud, cuyo uso está prohibido en EEUU, niega los rumores que apuntan a que la simple exposición a ellos durante un breve periodo de tiempo provoca cáncer. Según algunas informaciones, los gases serían responsables de la muerte de varias personas.
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En el día de ayer, no se registraron heridos de bala, pues los agentes utilizaron sólo pelotas de goma. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad confirmó que algunos de los cadáveres que llegaron a la morgue durante los tres primeros días de disturbios sí tenían heridas de bala. De acuerdo con el último recuento de Reuters, las víctimas mortales en todo el país se elevan ya a 37.
"Deben marcharse en días, no en meses", asegura un manifestante
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La dureza de la represión ha provocado una ola de condenas en la comunidad internacional en las últimas horas. A través de Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado, Washington elevó el tono de sus críticas a la Junta Militar, a la que instó a "ejercer el máximo autocontrol y a disciplinar a sus fuerzas".
Por su parte, Navy Pillay, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, pidió que se lleve a cabo una "investigación urgente, imparcial e independiente" sobre la actuación de la Policía. Y también exigió que se persiga judicialmente a los responsables, en el caso de que se demuestre el uso indiscriminado de la fuerza.
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Guillem Valle, un fotógrafo catalán que trabaja para The Wall Street Journal, sufrió ayer en carne propia los abusos de las fuerzas del orden. Según declaraciones suyas a Efe desde el hospital en el que estaba ingresado, un grupo de agentes de paisano le propinaron una paliza tras arrestarlo mientras tomaba fotos en la línea del frente de batalla. Después de robarle su equipo fotográfico, además de dinero y tarjetas de crédito, le devolvieron su pasaporte y le dieron 20 libras (unos 2,5 euros) para que pudiera pagarse un taxi al hotel [más información en la página 50].
En lugar de amedrentar a los jóvenes revolucionarios, la violencia policial aumenta su determinación. "El compromiso de ayer de abandonar el poder en julio no es suficiente. Deben marcharse en días, no en meses", sostiene Tarek Morsy, un ginecólogo de mediana edad que propone como salida a la crisis la formación de un Gobierno de salvación nacional formado por tecnócratas que tenga plenos poderes. A ojos de la mayoría de la población, el Gobierno civil de Essam Sharaf, que presentó la dimisión anteayer, es una marioneta de la Junta Militar.
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En el plano político, la mayoría de partidos criticó el discurso televisado de Tantawi por no haber pedido perdón por la violencia usada contra los manifestantes durante los últimos días, ni por haber prometido levantar el estado de emergencia. En lo que no existe consenso aún es en la fórmula exacta para salir de la crisis, pues algunas fuerzas se conforman con la creación de un Gobierno de concentración nacional con plenos poderes, mientras otros sugieren la formación de una "Junta Presidencial" que sustituya a la Junta Militar. A todo esto, faltan sólo cinco días para las elecciones más libres y confusas de la historia del país.