Erbil
Un miliciano gallego de 43 años conocido por el sobrenombre kurdo de Arges Artiaga ha resultado herido mientras combatía junto a otro voluntario británico -también levemente herido- contra un grupo de yihadistas del Estado Islámico atrincherados en el centro de la ciudad siria de Raqqa. Ambos se encuentran fuera de peligro, ingresados en un centro de recuperación de soldados situado en Rojava, los cantones del norte de Siria que controlan los anarquistas kurdos. Es la segunda vez que el español resulta herido mientras luchas contra los nazi-islamistas.
Los hechos ahora conocidos sucedieron hace unos días durante una acción de guerra contra los yihadistas del ISIS que a punto estuvo de costarle la vida a los dos voluntarios europeos de la unidad de francotiradores 223. Según cuenta Arges Artiaga, él y el británico -conocido con el sobrenombre kurdo de Sores- avanzaron hacia una posición donde los criminales islamistas acababan de abatir a dos de sus compañeros.
“Sabíamos que era extremadamente peligroso, pero queríamos acercarnos a un edificio contiguo a una posición amiga, donde había un grupo de unos doce compañeros del SDF [Fuerzas Democráticas Sirias] sin apenas experiencia o entrenamiento. Llegada la noche, nuestros colegas se durmieron sin dejar a alguien de guardia, de modo que nosotros permanecimos despiertos controlando la avenida principal de Raqqa donde nos hallábamos, desde un sexto piso. Ni podíamos ver la base del edificio ni sus flancos y los yihadistas consiguieron rodearnos”.
En palabras de Artiaga, se hallaban literalmente en una ratonera, que ellos mismos guarecieron improvisadamente hacinando muebles y cuanto encontraron en los accesos de las escaleras. “Estaba yo dormido cuando mi compañero inglés me despertó para decirme que habían prendido fuego al edificio para hacernos salir.
El humo era muy denso y no teníamos escapatoria. Tras varias tentativas, conseguimos deslizarnos a la habitación de al lado. A través de un pequeño agujero en la pared, advertimos que el incendio estaba ya tan avanzado que íbamos a morir completamente calcinados a menos que encontráramos el modo de salir de allí. Con el marco de una ventana rompimos unos bloques, hasta hacer un agujero lo suficientemente grande como para saltar del edificio. La cosa era sencilla: o nos arrojábamos o moríamos achicharrados”.
Los milicianos saltaron finalmente. Fue durante la caída cuando se hicieron las heridas de las que tuvieron que ser atendidos más tarde. Entre tanto, dos de sus compañeros kurdos del edificio contiguo fueron alcanzados y abatidos por las ametralladoras que los yihadistas habían situado en las inmediaciones para impedir su huida. Catorce horas más duró el intercambio de fuego, hasta que Artiaga y el inglés lograron escapar de la encerrona y de la muerte segura. Dos de los yihadistas murieron también durante el enfrentamiento.
Tras la fuerte caída, el gallego sufrió una fisura en el codo con inflamación que le oprimía el nervio y que le impedía mover los dedos y, por supuesto, usar un arma. Su colega británico sufrió también un fuerte golpe en las costillas. Ambos fueron trasladados de inmediato a un hospital de campaña y a un centro médico emplazado en Serekaniye, donde se descartó que sus vidas corrieran peligro.
Posteriormente, fueron ingresados en un centro de recuperación de heridos, donde hoy, domingo, permanecían todavía. Según afirma Artiaga, ha solicitado la baja voluntaria reiteradamente porque no puede permanecer ni un minuto más sentado tras saber de lo ocurrido en Barcelona. Otros milicianos españoles que combaten con la milicia kurda de las YPG mostraron esta semana su consternación por lo sucedido en Catalunya, durante un pequeño acto de solidaridad con las víctimas.
"Intentaron convencernos de que nos rindiéramos así que los mandamos a cagarla", relata Artiaga
“Sé que podría haber pasado cualquier cosa. Durante muchas horas, intentaron convencernos de que nos rindiéramos así que los mandamos a cagarla, lo que les cabreó bastante. Comenzaron a disparar como locos, que era lo que pretendíamos porque, de esa manera, revelaron su posición. Supongo que eso nos salvó”, añade Artiaga.
Por razones de seguridad, el gallego prefiere no proporcionar los datos específicos de los lugares donde se registraron los intercambios de fuego. En estos momentos, amplias zonas del centro y el norte de Raqqa siguen en manos del Estado Islámico y otras áreas están fuertemente protegidas por el cinturón de minas que han sembrado los islamistas. Es justamente en ese territorio donde combate Artiaga, junto a algunos españoles más desplegados en otras unidades.
Tal y como explicaba Público en una entrevista a Arges Artiaga realizada durante el pasado mes de mayo, la unidad de la que forma parte en la actualidad es la heredera de la llamada '223', primer grupo de las YPG kurdas (Unidades de Protección Popular) exclusivamente constituido por voluntarios occidentales. Tomó su nombre de la fecha de la muerte del primero de sus caídos, el canadiense John Gallagher, abatido el 23 de febrero de 2015 en el transcurso de una operación contra un puñado de yihadistas del Estado Islámico a los que intentaban expulsar de una barriada de la ciudad de Hasake (Siria). Oficialmente, la '223' se disolvió tras la ofensiva de Manjib debido a las heridas y a las bajas que sufrieron sus últimos miembros.
El gallego formó parte de ella desde su creación y hasta mediados del pasado año, en que una herida en el ojo le obligó a abandonar el frente y regresar a España. Otro ciudadano vasco sirvió también en la '223', antes de ser disuelta. La nueva 223 fue creada por Artiaga junto a un australiano y, a diferencia de la original, está exclusivamente compuesta por francotiradores.
Artiaga ha viajado hasta el momento en tres ocasiones a Rojava. Durante su primera estancia en Oriente Medio, el gallego peleó con una unidad regular de las YPG desde febrero hasta finales de junio de 2015. Cuatro meses después, en octubre de ese mismo año, el español volvió de nuevo a Rojava y a petición de Servan Amriki (sobrenombre kurdo del neoyorquino que creó la '223') se unió a las filas de la nueva unidad de extranjeros, con la que estuvo combatiendo hasta mayo del pasado año. Finalmente, regresó de nuevo durante la pasada primavera.
Hace ahora tres meses, explicaba a Público las razones que le alentaron a viajar hasta Rojava para combatir al ISIS del lado de los kurdos de este modo: “Cuando me preguntan que por qué vuelvo a Rojava, lo primero que tengo que decir es que no tengo necesidad de colgarme una etiqueta de carácter político. Pero una cosa es cierta, he visto el proceso que están tratando de sacar adelante en medio de una guerra, en condiciones durísimas, en medio de un bloqueo, y con el Daesh asediándolos por los cuatro costados, y apoyo al cien por cien ese proyecto”.
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