Roma
Donde dije digo, digo Diego. El líder soberanista de la Liga, Matteo Salvini, destaca por su enorme seguridad a la hora de llevar a cambio su mensaje populista y nacionalista en Italia. Tanto en los medios de comunicación, como en las redes. Pero, más allá de sus habilidades oratorias –concede entrevistas practicamente a diario en las principales cadenas del país–, gran parte de su éxito procede de su capacidad de adaptación constante, apelando, a lo largo del tiempo, a ideas totalmente contrapuestas y contradictorias. Incluso de forma descarada. Poco importa, si el objetivo final es la consecución del mayor consenso posible. Al fin y al cabo, el líder leguista ha llevado a su formación del 4% en 2013 al 32% actual según los últimos sondeos. ¿Cómo es posible? En buena medida, porque Salvini es el mayor transformista de la política italiana.
La gran revolución de la Liga arrancó con la modificación de su nombre oficial. Durante 30 años, la formación fundada por Umberto Bossi se había llamado Liga Norte, y su objetivo último era el de lograr la separación de la Padania, la tierra del río Po, del resto de Italia. Matteo Salvini, sin embargo, en octubre de 2017, llevando 4 años al frente del partido, decidió poner en marcha una maniobra decisiva. A partir de esa fecha, el partido se llamaría simplemente Liga, prescindiendo de la palabra "Norte". De la noche a la mañana, el líder leghista, omitiendo tan sólo un término en la nueva nomenclatura de su partido, provocará un giro de 180 grados en la historia de la formación y para la política italiana. La Liga, a partir de ese momento, con Salvini al frente, dejaba atrás el separatismo para abrazar el soberanismo nacionalista italiano. Y cambiará, de un día para otro, el enemigo: Roma por Bruselas.
A lo largo de décadas, Matteo Salvini, sin embargo, defendió el eslogan de "Roma ladrona, la Liga no perdona" del fundador del partido, llevando camisetas y sudaderas con la frase: "Padania is not Italy", en inglés, "Padania no es Italia". Durante la Copa del Mundo de Fútbol en 2006, celebrada en Alemania y ganada por la Selección Italiana –Pirlo, Gattuso, Del Piero, Cannavaro y compañía–; Salvini se mostró abiertamente contrario a Italia, hasta el punto que deseó la victoria de Alemania en la semifinal que vio enfrentados ambos países en el terreno de juego: "Italia es lo peor de lo peor", comentaba por aquel entonces. En el último año y medio, sin embargo, el ex ministro del Interior no ha perdido ocasión para vestir sudaderas de la Policía de Estado y para cantar el himno italiano pinchando como un DJ en las playas del Mar Adriático.
Por no hablar del racismo contra la gente del Sur. Históricamente, si para la Liga Norte la capital de Italia era la "ladrona", los meridionales eran los que "impedían" la justa distribución de la riqueza en el Norte de Italia debido a su "vaguería". En la reunión anual de la Liga Norte en Pontida, una localidad a 50 kilómetros de Milán, en 2009 Matteo Salvini coreó versos racistas contra la gente del Sur, con cerveza en mano: "Se huele el hedor, lo huelen también los perros, están llegando los napolitanos". Diez años después, tras pedir perdón cuando se convirtió en líder, Salvini hoy pide votos en el Sur y los seguidores meridionales de la Liga son tolerados en Pontida.
Los repentinos cambios de opinión de Salvini por razones estratégicas se vieron acelerados cuando se convirtió en vicepresidente del Gobierno italiano y ministro del Interior del anterior Ejecutivo de Giuseppe Conte (junio 2018–septiembre 2019). El ejemplo de la moneda única es evidente. Si en campaña electoral prometió salir del euro, cuando Salvini fue parte del Gobierno el euro dejó de ser un problema y ahora que Salvini está otra vez en la oposición promete de nuevo una salida del euro a la espera de las próximas elecciones generales, que podrían tener lugar, como mucho, en 2023.
Salvini ha estado en contra y a favor de unos Juegos Olímpicos en Italia. En 2014 afirmaba: "Hay gente en toda Italia que desea tener una casa y un trabajo desde hace años. ¿Y Matteo Renzi [ex presidente del Gobierno italiano, 2014–2016] quiere organizar unas Olimpiadas? ¡Ingresadlo en el hospital!". Este año, sin embargo, estando él en el Ejecutivo, ante la noticia de que Milán y Cortina D'Ampezzo organizarán las Olimpiadas de Invierno en 2026, Salvini declaró: "Gana Italia, gana el deporte. Viva los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, que implicarán la creación, por lo menos, de 20.000 puestos de trabajo y 5.000 millones de euros de valor añadido para Italia". Lo mismo pasó con la Fiesta de la República, el día nacional de Italia. En 2013, Matteo Salvini aseguraba que "no había que celebrar un carajo", mientras que en la edición de este año, siendo ministro del Interior, afirmó: "Feliz Fiesta de la República, amigos. ¡Estoy orgulloso de poder ejercer mi papel en el Gobierno siempre en defensa de Italia!".
El fenómeno migratorio en el Mediterráneo Central ha sido el tema controvertido por excelencia de Salvini en su papel como vicepresidente del Gobierno italiano. Durante 14 meses, como ministro del Interior en campaña permanente, Salvini ha enfrentado a Italia y a la Unión Europea por su polémicas medidas anti migratorias, que ímpedían que Italia rescatara a migrantes y refugiados que arriesgaban su vida cruzando el antiguo Mare Nostrum. Pero si por un lado Salvini presumió de haber "cerrado" los puertos italianos durante 14 meses, cuando estaba en la oposición defendía que salvar la vida humana en el mar era una "obligación": "Salvar la vida humana es un deber, una ley moral, una ley del mar. Cualquiera que esté en una situación de dificultad, en el mar, hay que salvarla", explicaba hace tan sólo tres años.
Por otro lado, Salvini ha demostrado sus vaivenes políticos también a la hora de protagonizar la vida política de Palazzo Chigi, la sede del Gobierno italiano. Antes de ser vicepresidente del Ejecutivo, a finales de 2016 veía "imposible" una alianza con el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio, pero un año y medio más tarde ambos partidos terminarían creando una extraña coalición sobre la base de un sentimiento anti establishment. Una vez que Di Maio y Salvini lograron unirse en contra de los partidos tradicionales tomando a Giuseppe Conte como un mero premier "notario", el líder de la Liga lo tenía claro: "el Gobierno durará 5 años". El pasado agosto, sin embargo, Matteo Salvini abandonó la coalición con el M5E para capitalizar su 36% de consensos de la Liga según los sondeos de hace dos meses. El tiro le salió por la culata, porque el nuevo acuerdo entre el Movimiento 5 Estrellas y los socialistas del Partido Democrático (PD) ha mandado a Matteo Salvini de nuevo a la oposición.
Es contradictorio también el giro radical de Salvini a nivel internacional. Una vez que la Liga Norte pasó a ser simplemente Liga, hubo un enorme cambio en la visión europea del líder soberanista. Al impulsar un nuevo nacionalismo italiano, ahora sus referentes son Donald Trump en Estados Unidos, Vladimir Putin en Rusia y Marine Le Pen en Francia. Lo cual, sin embargo, ha creado una gran contradicción en España, por ejemplo. Durante muchos tiempo la Liga Norte, también con Salvini al frente, ha mantenido una estrecha relación con Convergència i Unió y ha apoyado el independentismo catalán. Años después, concretamente hace unos días, Matteo Salvini y el líder de Vox, Santiago Abascal, se vieron en Roma para reafirmarse en su soberanismo europeo en defensa de "las fronteras de Europa". Donde dije digo, digo Diego.
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