Este artículo se publicó hace 3 años.
Qué tiene Roma que nadie quiere ser su alcalde
Técnicamente hay cuatro candidatos a las próximas elecciones municipales de la ciudad eterna. Pero el hecho de que tengan un perfil medio indica que, para los partidos nacionales, Roma es más una condena electoral que un trampolín para la política italiana.
Roma-
En cualquier país del mundo, ser el alcalde de su capital suele ser, para un político, el preludio de un éxito nacional. Pero eso no ocurre en Roma. La ciudad se ha convertido en una condena para cualquier candidato; él cual sabe que, antes o después, ser el líder del consistorio romano le va a pasar factura en su carrera pública. Gobernar la capital de Italia, así pues, se ha convertido en sinónimo de imposible, de inabarcable. Esto explicaría por qué nadie, de cierto peso político, quiere ser alcalde de Roma.
A cuatro meses de las próximas elecciones municipales, que tendrán lugar en el mes de octubre -tenían que haberse celebrado a lo largo de este mes de junio, pero se han visto aplazadas por la pandemia de coronavirus-; Roma ya tiene listos los principales candidatos para liderar su alcaldía. Virginia Raggi, la actual alcaldesa -la primera de la historia de la capital italiana- intentará repetir como lideresa del consistorio romano al frente del partido antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E), fundado por el cómico Beppe Grillo. Para los socialistas del Partido Democrático (PD) el candidato será Roberto Gualtieri; mientras que el centrista Carlo Calenda, se postulará como candidato de su partido Acción. El elemento diferenciador de esta campaña electoral para la alcaldía de la Ciudad Eterna lo aporta el bloque de centro-derecha, que tendrá un candidato único, Enrico Michetti.
Personajes notorios de la política italiana, como por ejemplo los romanos Francesco Rutelli (1993-2001) y Walter Veltroni (2001-2008), después de su experiencia como líderes del Ayuntamiento de Roma pasaron a liderar la izquierda del país. El propio Matteo Renzi, ex alcalde de Florencia (2009-2014), acabó presidiendo el Palacio Chigi como presidente del Ejecutivo italiano entre 2014 y 2016. "En su día ser alcalde era el trampolín para una carrera prestigiosa", se leía estos días en las páginas del diario progresista italiano La Repubblica.
Virginia Raggi, de 42 años, es la gran esperanza de la formación protesta del Movimiento 5 Estrellas (M5E), que en los últimos años, a nivel nacional, ha pasado de tener el 33% de los consensos al actual 16%. Desde su entrada en 2016, la primera alcaldesa de la historia de Roma ha intentado apostar por un fuerte regeneracionismo para las instituciones de la capital; pero habrá que ver, finalmente, si los ciudadanos de la Ciudad Eterna seguirán viendo, en ella, la solución de sus problemas.
Tras el anuncio de su deseo de ser reelegida, en agosto del año pasado, ahora Raggi confía en que, en los meses que preceden las urnas, la llegada del ex presidente del Gobierno italiano Giuseppe Conte (2018-2021) al frente del liderazgo del Movimiento 5 Estrellas (M5E) sea un punto a favor de su segundo mandato. La actual alcaldesa se considera "la alternativa" de la derechista y soberanista Liga de Matteo Salvini, que en los tiempos en los que se denominaba "Liga Norte" su lema era "Roma ladrona" y que eso, "los romanos, no lo olvidan".
La izquierda del Partido Democrático (PD) apostará por el ex ministro de Economía (2019-2012) Roberto Gualtieri; miembros del anterior Ejecutivo italiano, con el primer ministro italiano Giuseppe Conte al frente, fruto de una alianza entre los antiestablishment del Movimiento 5 Estrellas (M5E) y los socialistas del Partido Democrático (PD). Gualtieri, desde el punto de vista político, no es tachable de desconocido por su experiencia como ministro; pero mediáticamente no es desde luego la mejor carta del socialista Partido Democrático (PD) a nivel nacional. Igualmente, para Gualtieri, "la segunda vuelta estará reñida entre el PD y la coalición de centro-derecha" y "creo que saldremos ganadores", ha admitido estos últimos días. En su visión, "la administración de la alcaldesa Virginia Raggi ha fracasado y la ciudad se cae a pedazos. Es el momento de pasar página".
Uno de los candidatos que más está rompiendo los esquemas es el también ex ministro italiano Carlo Calenda, titular de Desarrollo Económico entre 2014 y 2016, quien apuesta por una lista ciudadana. El pasado año decidió fundar un nuevo partido Acción, de vocación centrista y europeísta, con el objetivo de abrir más espacio en el centro político transalpino. Es un político que habla claro y marcadamente antisoberanista. Tras haber sido europarlamentario, viceministro, ministro y ahora líder de un nuevo partido nacional; para Calenda no llegar ni siquiera a la segunda vuelta sería "un fracaso".
El bloque de centro-derecha, al contrario que el resto de listas, se presenta compacto. En un clima donde a nivel nacional hay una fuerte rivalidad entre Matteo Salvini (Liga) y Giorgia Meloni (Hermanos de Italia) para determinar en vía definitiva quien liderará al bloque soberanista a medio plazo; la derecha italiana, con el apoyo añadido de los europeístas de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, ha preferido dar muestras de unidad y presentan un único candidato, Enrico Michetti, jurista, profesor de Derecho y locutor radiofónico, cuyo eslogan para los próximos meses es que "Roma tiene que volver a ser caput mundi", como decían los antiguos romanos.
En un reciente sondeo publicado en Italia, se afirma que casi la mitad de los entrevistados, hoy por hoy, no sabrían quién elegir. Pero la otra mitad daría su apoyo mayoritario a Enrico Michetti, el candidato del bloque de centro-derecha; seguido por el socialista Roberto Gualtieri (PD); la actual alcaldesa del Movimiento 5 Estrellas (M5E), Virginia Raggi; y el líder de la lista centrista de Azione, Carlo Calenda.
¿Por qué no hay grandes nombres que quieran ser alcaldes de Roma? Con el tiempo, la ciudad eterna se ha ganado la fama, no sin razón, de ser una capital casi ingobernable, donde todo el que se postula a reformarla, termina "con los huesos rotos", como suelen decir los italianos. Los transportes, las basuras y el estado de las carreteras siguen siendo los ejes más problemáticos relativos al mantenimiento de la metrópoli.
Bien es cierto que durante los diferentes confinamientos aplicados en el país a raíz de la pandemia por coronavirus, por ejemplo, se han vuelto a asfaltar muchas arterias fundamentales de la ciudad; pero, a largo plazo, Roma necesita una visión administrativa eficiente. No es posible, como ocurrió hace unos días, que apenas llueve un par de horas seguidas, se colapse la ciudad. Difícil conseguir grandes cambios para la capital de Italia con una clase política dispuesta a no malgastar fuerzas. En la práctica, es como si nadie quisiera, de verdad, ser alcalde de Roma.
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